"De hecho, estamos, virtualmente, tan mal como en plena pandemia, pues 29% de los peruanos es pobre (cerca de 10 millones), considerando el ya bajísimo umbral con el que se califica pobre en el Perú (S/360 mensuales por persona)". (Foto: Archivo/GEC)
"De hecho, estamos, virtualmente, tan mal como en plena pandemia, pues 29% de los peruanos es pobre (cerca de 10 millones), considerando el ya bajísimo umbral con el que se califica pobre en el Perú (S/360 mensuales por persona)". (Foto: Archivo/GEC)

A pesar de las presiones y artimañas del (des)gobierno, finalmente, se accedió al informe del INEI sobre la pobreza en Perú. Hoy hay 600 mil peruanos más en situación de pobreza que en 2022.

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Con el retorno a la democracia —tras más de dos años de recesión económica—, el Perú, a partir de 2001, empezó a batallar victoriosamente contra la pobreza, la anemia y la desnutrición, gracias a las reformas que consolidaron la macroeconomía, la apertura comercial, los TLC, la convocatoria de grandes inversiones y los buenos precios de los metales.

Así, en pocos años, se logró reducir la pobreza del 50% de la población a apenas más del 20%. Hoy hemos dado vuelta en ‘U’ y tirado años de avance a la basura.

De hecho, estamos, virtualmente, tan mal como en plena pandemia, pues 29% de los peruanos es pobre (cerca de 10 millones), considerando el ya bajísimo umbral con el que se califica pobre en el Perú (S/360 mensuales por persona).

Ello ha ocurrido a pesar de que no existe en el mundo una crisis que afecte el desempeño de nuestra economía, sino todo lo contrario: los precios de nuestras exportaciones están por todo lo alto, estamos llenos de auspiciosos destinos para captar enormes niveles de inversión, nuestro marco legal y económico es muy favorable para las inversiones. Entonces, ¿cómo se explica que con estos buenos vientos retrocedamos en vez de avanzar?

La respuesta está en que somos víctimas desde hace años de una clase política inútil, incompetente, corrupta y rapaz, solo preocupada en promover sus agendas subalternas, defender sus grotescos privilegios y garantizar su impunidad.

La inversión privada, punto de partida del círculo virtuoso del crecimiento económico y generación de empleo, está paralizada o en caída en casi todos los sectores de la economía. Salvo el solitario y casi huérfano proyecto del puerto de Chancay, ninguno de los grandes proyectos de inversión está en ejecución.

Con el entorno internacional actual, con el precio de los metales que exportamos, con los términos de intercambio, con todos los proyectos de inversión que tenemos, deberíamos estar viviendo un sueño de crecimiento económico, expansión del empleo y salarios, y no la pesadilla de la pobreza creciente, la anemia rampante y la desesperanza imperante.

Aquí hemos llegado por las malas decisiones de nuestros dirigentes que han llegado al poder por las malas decisiones de nosotros, electores que, obligados a elegir entre un menú de pesadilla, muchas veces hemos tenido que optar por quien percibíamos por el mal menor en una elección binaria condenada al fracaso.

Ese es el gran peligro de elegir entre los polos, entre las posiciones más radicales. Por eso, es imprescindible promover un espacio de entendimiento, que conjugue la imperiosa necesidad de impulsar el crecimiento y la inversión con la necesidad de tener un país más inclusivo, con una economía de mercado popular extendida por todo el Perú, sin privilegios y un Estado eficiente al servicio de la gente.

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