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El BID y los trumpistas peruanos
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El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es una de las principales fuentes de financiamiento externo para Perú, con presencia en casi todos los sectores. Ayuda a financiar y perfilar proyectos de agricultura y desarrollo rural, educación, salud y acceso a la justicia, hasta agua y saneamiento.
El BID ha sido nuestro socio estratégico durante varios gobiernos, desde el primer financiamiento aprobado en 1959, así que lo que pase en su sede central inevitablemente tiene consecuencias para nosotros, sobre todo porque esos recursos siempre están amarrados a que se sigan sus prioridades y lineamientos. Nunca hay lonche gratis, así que, si Trump termina por imponer en el BID a un presidente hecho a su medida, como pretende hacerlo en unos días, toda Latinoamérica y el Caribe, incluido Perú, corren el riesgo de ser jalados a su orilla de desequilibrios y absurdos.
La presidencia del BID siempre ha recaído sobre un latinoamericano y la vicepresidencia sobre Estados Unidos, tal como lo propuso el mismo presidente Eisenhower décadas atrás, pero ahora Trump quiere romper ese acuerdo. El rechazo regional a esa amenaza no se hizo esperar. Salvo, claro, en un sector protrumpista peruano, que está perdido en el espacio desde hace mucho. Para el excanciller Luis Gonzales Posada, el rechazo a esta imposición trumpista solo proviene de la izquierda y de una fobia antinorteamericana, pero la mayor oposición regional ha provenido de exmandatarios que difícilmente serán considerados zurdos o que no hayan sostenido buenas relaciones con el país del norte.
Ceder tan fácilmente al uso del BID como instrumento de una política exterior trazada por alguien como Donald Trump, como proponen Gonzales Posada y sus amigos de café, es tristemente vergonzoso. El gobierno de Vizcarra no puede contribuir a ese juego entreguista que podría terminar pasando facturas enormes a Perú y la región.
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