/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229170
Percy Medina por nueva Mesa Directiva: "Tenemos que estar vigilantes"
/getHTML/media/1229169
Carlos Basombrío: "La lista que salga será más de lo mismo"
/getHTML/media/1228869
Iván Arenas: "Hay riesgos si APP asume Mesa Directiva"
PUBLICIDAD

Dolor en Radio Capital

Su voz sonaba apagada y temerosa. Necesitaba hablar pero había perdido la costumbre de sentirse escuchada. Nosotros, del otro lado de la línea del teléfono y frente a nuestros micrófonos, sabíamos que la única respuesta real hubiese sido un largo abrazo y acariciar esa cabeza que albergaba tanto dolor, tanta frustración y tanto resentimiento.

Imagen
Dolor en Radio Capital
Fecha Actualización
Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

La respuesta era permitirle que llorara en brazos amigos y en oídos atentos y comprensivos. La distancia no permitía, desgraciadamente, otra cosa que escucharla con la tensa emoción que nos provocaba sin poder evitar sentir que el rostro que imaginábamos era el mismo que podría ser el de aquellos sufrimientos que nosotros tememos pero que nunca, hasta hoy, hemos padecido. La voz –ya no recuerdo el nombre de esa mujer a la que nunca olvidaré– decía en ese hilo de sonidos casi descuajeringado por tanto silencio acumulado: "Mi madre me castigaba colgándome de las manos y azotándome. Yo solo era una niña". Y agregó, como para darnos un golpe de nocaut definitivo y como si fuera un dato menor: "era una niña invidente desde que tenía menos de un año de vida por descuido de esa misma madre que me castigaba". Y luego, con vergüenza, casi como excusándose, agregaba: "Guardo mucho resentimiento contra ella pero ya con 68 años siento que estoy demás, aquí ni mis hijos ni mis nietos me hablan, solo me alimentan".

Luego de escuchar este testimonio no caben reflexiones, son tan obvias que lo único que puedo agregar a este relato es una pregunta elemental: ¿En qué momento y por qué causas los seres humanos disuelven su dignidad de tales en el fango de la indiferencia y el desamor?