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Cuando los caballeros vestían de negro
'Cuando los caballeros vestían de negro' por César Luna Victoria.
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La semifinal en Mexico 1970 entre Italia y Alemania fue el partido del siglo. Italia adelantó a los ocho minutos y parecía que ganaba, hasta que Schnellinger empató en el minuto final. Dato curioso: fue el único gol que anotó en toda su vida con la selección alemana. En el tiempo suplementario se anotaron otros cinco goles. Un récord no superado. El marcador se alternaba a velocidad. Derroche de técnica y de entrega física. Lucha de titanes. Una imagen: la de Franz Beckenbauer, el capitán alemán, jugando con un brazo atado al cuerpo. Se había dislocado el hombro. Ganaría Italia 4 a 3 a un costo muy alto: no tendría piernas para la final. Brasil ganaría 4 a 1. El arbitraje ni se notó, pese a cinco tarjetas amarillas. Cuando eso ocurre se dice que el árbitro es muy bueno, porque deja jugar, aplica bien el reglamento e impone autoridad. El árbitro fue un peruano: Arturo Yamasaki.
El árbitro de nuestra vida es el Tribunal Constitucional. Ha ido diseñando hasta nuestros derechos más cotidianos. En lo comercial ha concedido garantías para la defensa de los consumidores. En lo laboral ha otorgado protecciones especiales contra el despido de trabajadores. En lo tributario ha establecido cuándo los impuestos son confiscatorios y, por tanto, inaplicables. Si se le consulta, validará el acceso de la SUNAT al secreto bancario. A través de sus resoluciones ha corregido errores o llenando vacíos de las leyes. Ha aplicado la Constitución muchas veces contra lo que está escrito, bajo el argumento de que las normas no se leen sino que se interpretan. Pero se apartó de ese camino cuando decidió no reconocer los derechos de las parejas homosexuales, solo porque no había ley expresa. En resumen, influye incluso en nuestra vida más íntima.
También decide nuestra vida política: declaró constitucional el cierre del Congreso en 2019 y, esta semana, ha impedido que se dinamite el sistema de pensiones públicas, al declarar inconstitucional la ley que autorizaba devolver los aportes. Por si no lo recuerda, el lío del cierre del Congreso fue por la renovación de sus integrantes. Seis de sus siete magistrados tienen vencido su mandato. Este Congreso ya no tiene tiempo para elegirlos, pero el que viene sí. Quienes lo controlen podrán elegir un nuevo tribunal y, bajo el perfil de los nuevos magistrados, la ideología que influirá nuestro futuro. Es un asunto clave al que debemos prestar atención: debatiendo, conciliando posturas y comprometernos a elegir a los mejores. Digo, si queremos que nuestra vida tenga un buen árbitro.
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