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Contágiese, presidente
"Que la señora Fujimori haya traicionado la complicidad (cuestionable, sin duda) que sostuvo con el mandatario, delata una clara intención destructiva".
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La revelación sobre las reuniones secretas entre el presidente Martín Vizcarra y Keiko Fujimori, por boca de esta última, se dan de una forma y en un momento que difícilmente pueden ser gratuitos. De hecho, que estas confesiones de la lideresa de Fuerza Popular se den en el marco de un aumento en su desaprobación, parece sugerir que la señora está persiguiendo uno de dos posibles objetivos: quiere que esto sirva para remediar su baja popularidad o para contagiar al mandatario con esta. Yo me inclino por lo último.
Dicho esto, es claro que el presidente Vizcarra no es parte inocente en toda esta situación. El hecho de que, como jefe de Estado, se haya sentido en la necesidad de aceptar o fraguar una reunión secreta con la líder de la oposición, resulta harto cuestionable. Esto especialmente cuando el mandatario se viene ufanando de querer buscar una reforma política para beneficio del país. Definitivamente una serie de reuniones cordiales y transparentes con la fuerza mayoritaria en el Congreso lo podrían haber mostrado como un hombre políticamente maduro y ansioso por tender puentes, lo pondrían como un ejemplo del cambio que tiene que haber en la política peruana, caracterizada por los enfrentamientos y la falta de diálogo.
Pero Vizcarra, finalmente, decidió ir por el camino de las reuniones clandestinas, lo que deja muchísimo espacio para la imaginación. Esto es, justamente, lo que está explotando Fuerza Popular. El presidente se dejó plantar un problema que hoy la oposición está cosechando pérfidamente.
Pero dejando de lado la candidez del presidente, hay que reparar en lo bajo de la estrategia de Fuerza Popular. Sin importar quién haya querido mantener las reuniones en secreto, lo cierto es que si estas se dieron, ambas partes aceptaron las condiciones. Que la señora Fujimori haya traicionado la complicidad (cuestionable, sin duda) que sostuvo con el mandatario, delata una clara intención destructiva. Si este no fuera el caso, los fujimoristas tendrían que haber hecho este destape hace mucho y no hoy cuando las encuestas los muestran mal parados.
Preocupa, sin embargo, que esta sea la reacción de un grupo político a su desaprobación en las encuestas y a la mejora del presidente en las mismas. Que al jefe de Estado le esté yendo bien es positivo para todos y querer cambiar esto, como parece querer Fuerza Popular, para procurar algún beneficio político, deja claro que el país es la última prioridad para la bancada mayoritaria. Especialmente cuando las acciones de Keiko Fujimori en estos últimos días son claramente disparos que volverán a azuzar un añejo conflicto entre los principales poderes del Estado.
Pero hay que rescatar la reflexión que ha tenido que hacer Fuerza Popular para llegar a este punto: la bancada mayoritaria está consciente de la desaprobación que carga su lideresa. Sin embargo, lo lamentable es que en lugar de buscar que sus acciones terminen por mejorar esta situación, están buscando que el presidente se contagie de sus problemas.
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