El mes de junio es sinónimo de orgullo hace ya varios años, sin embargo aún es materia de rechazo y cuestionamiento. (foto: GEC)
El mes de junio es sinónimo de orgullo hace ya varios años, sin embargo aún es materia de rechazo y cuestionamiento. (foto: GEC)

No fue una sorpresa que la Municipalidad Metropolitana de Lima, comandada por su alcalde Rafael López de Aliaga, fuera materia de controversia en relación al mes del orgullo LGTBIQ+ al solicitar el retiro del cartel del 20 Festival de Cine LGTB+ de Lima. Este festival, que cuenta con años de trayectoria, busca visibilizar la vida y experiencias de personas que hacen parte de la comunidad LGTBIQ+. Los organizadores, tomaron de referencia -para el cartel de este año- una imagen de Santa Rosa de Lima, luciendo los colores de la bandera multicolor que los representa. La Municipalidad, que parece tiene mucho tiempo libre, decidió enviar una carta notarial para solicitar el retiro de la imagen de la Santa del cartel, otorgándole así publicidad extra al festival.

En un país tan conservador como el nuestro, es imprescindible que se afirmen políticas públicas protectoras y basadas en derechos. Esto nos permitirá lograr la transformación necesaria para ser una mejor sociedad. Una sociedad en la que muchas personas no tengan que sufrir de discriminación, acoso y violencia por su orientación sexual u expresión de género. Lamentablemente, lo que tenemos es una autoridad a nivel nacional a la que no parece importarle el destino de este grupo de personas y una autoridad metropolitana confrontacional y proclive a los discursos de odio. Aun queda mucho camino por recorrer.

El mes de junio es sinónimo de orgullo hace ya varios años, sin embargo aún es materia de rechazo y cuestionamiento. Por ello, es fundamental promover una educación basada en un enfoque de derechos que desmonte los mitos y las creencias discriminatorias. Para que se le permita a las nuevas generaciones una vida más plena, más libre y con menos riesgos. Riesgos no solo a ser víctima de ofensas y violencia sino, incluso, a ser asesinados por odiadores.

Y es que a esto se enfrentan todos los días las personas que hacen parte de la Comunidad trans. Desde la organización Féminas, se viene denunciando el asesinato de mujeres trans hace meses y, como nuestra sociedad es homofónica, estas muertes parecen no importarles. Ojalá pronto nos encontremos frente a personas que no tengan la necesidad de “salir del closet” y que estas encuentren seguridad y cobijo no solo en sus familias sino en su propia ciudad. Parece demasiado lejano pero hacia eso estamos trabajando, por más cultura de paz y menos odio. Con la frente en alto y el pecho henchido de orgullo.