Hay 2.5 millones de personas que viven en zonas urbanas de nuestro país y cuyas viviendas no están conectadas a la red de alcantarillado, señala la columnista. (Foto: MVCS)
Hay 2.5 millones de personas que viven en zonas urbanas de nuestro país y cuyas viviendas no están conectadas a la red de alcantarillado, señala la columnista. (Foto: MVCS)

¿Cuántas veces hemos hecho esta pregunta? Definitivamente la has hecho cuando estabas de visita en casa de un familiar o un amigo. Y seguro también cuando estabas caminando en la calle y se te presentó la urgencia. Algo que parece tan simple y cotidiano es, sin embargo, un problema para 2.5 millones de personas que viven en zonas urbanas de nuestro país y cuyas viviendas no están conectadas a la red de alcantarillado (INEI, 2019).

Más del 90% del crecimiento de las ciudades en el Perú en los últimos 18 años ha sido informal (GRADE, 2020). La ausencia de planificación en la producción de la ciudad causa que los servicios básicos como el agua y el saneamiento no lleguen a todos. De acuerdo a la encuesta Lima Cómo Vamos (2021) –que se publicará pronto- el 48.1% de las personas encuestadas del sector E se encuentra “nada satisfecho con el acceso y calidad del agua potable” y un 45.2% declara no tener un baño o no estar conectado a la red pública de alcantarillado. Para ellas, será difícil prestarte el baño pues como se desprende de las cifras, simplemente, no lo tienen.

La ONU decretó el 19 de noviembre como el Día Mundial del Baño para hablar de los retos y soluciones para cumplir con la meta trazada en el ODS 6 “Agua limpia y saneamiento”. Con motivo de esta fecha, tuvimos un panel para conversar sobre estos desafíos junto a representantes de SANIMA (empresa social que presta servicio de saneamiento con baños secos ahí donde no hay agua ni desagüe), Habitat for Humanity (una organización internacional preocupada por garantizar el derecho a la vivienda digna) y Techo (que atiende con viviendas de emergencia a la población con mayor vulnerabilidad).

En el panel se reflexionó sobre el rol del gobierno y la necesidad de que pueda priorizar soluciones para abastecer con el servicio a más familias. También, sobre el rol del sector privado y la importancia de involucrarlos más, se conversó sobre el rol de las ollas comunes en la crisis alimentaria producto del Covid y su necesidad de agua limpia para poder atender a la población. También, se provocó el debate con la propuesta que viene impulsando SANIMA desde hace mucho tiempo: la cada vez más urgente necesidad de entender que los baños secos (es decir, que no usan agua para disponer de los desechos orgánicos) son la única alternativa para el futuro. La crisis climática y el poco compromiso ambiental en la COP26 nos demuestran que ese futuro no es lejano, sino más bien es un urgente presente al que seguimos intentando ignorar pero que, más pronto que tarde, será imposible eludir.

Pd. Soraya Azan partió a mejores mundos y nos dejó a todos los que trabajamos por una movilidad urbana más digna un inmenso legado. Estoy segura que la energía que nos dejó seguirá dando frutos siempre y ella reirá mostrando su hermosa sonrisa cuando vea lo que, colectivamente, vamos logrando. Hasta siempre querida Soraya, ya quiero volver a verte

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