Quince de los 22 candidatos firmaron en persona el pacto ético del JNE para las elecciones 2018. (Foto: Twitter)
Quince de los 22 candidatos firmaron en persona el pacto ético del JNE para las elecciones 2018. (Foto: Twitter)

Esta noche se emite la primera parte del debate de los candidatos que aspiran a ser alcaldes de Lima Metropolitana. Escucharemos, ojalá, propuestas sólidas y no simples promesas vacías, atribuciones que no les competen o, peor aún, soluciones que, en vez de resolver, van a empeorar el problema en el que se enfocan. Por ejemplo, las medidas populistas que venimos escuchando, como sacar a los militares a las calles, legalizar los colectivos informales o proponer helicópteros como solución al transporte público son, por decir lo menos, irrisorias. Sin embargo, hay un pedido importante que quiero hacerles a los candidatos y que ojalá quien resulte ganador pueda llevar a cabo. El pedido es simple: no continúen destruyendo la ciudad. Si se comprometen a eso, podemos perdonar las promesas absurdas que no podrán ser cumplidas. Si aunque sea no malogran más nuestros espacios públicos, no nos llenan de carreteras inservibles y feas o no sabotean la reforma del transporte, estaremos avanzando. Si no roban, serán siempre recordados. Y si, al menos, piensan en la ciudad como un bien público, quizá hasta logren trascendencia. A diferencia del alcalde Castañeda Lossio, quien el viernes ha anunciado otra de sus obras viales que sirven para empeorarlo todo (esta vez en la subida Armendáriz, acabando con el paisaje y destruyendo la poca calidad peatonal que tenía), el nuevo alcalde o alcaldesa podría tener la oportunidad de hacerlo mejor. La valla es muy pero muy baja teniendo en cuenta la terrible gestión y la falta de técnica y transparencia de la alcaldía metropolitana actual. Por ello, la nueva autoridad podría tenerla más fácil. Por supuesto que nos encantaría una gestión que transforme la ciudad en un lugar mejor para vivir, pero, como parece que eso es mucho pedir, aunque sea, por favor, no le hagan tanto daño.

Mención especial merece la Copal, que organiza los Juegos Panamericanos que, en lugar de dejar un legado para Lima, lo único que está haciendo es dejar un halo de destrucción. Las obras viales “emblemáticas” que anuncia el alcalde de Lima, revelando una sonrisa perversa, se hacen con plata de la organización de los Panamericanos. Mientras en otras sedes se mejoraba el sistema de transporte y se creaban espacios públicos, aquí, salvo la infraestructura deportiva, se han lavado las manos (¿o es que las tendrán amarradas?) trasladándole la responsabilidad a un alcalde que no tiene ni visión ni intención de hacerle bien a nuestra capital. Será una lástima que los ciudadanos no se acuerden de los Panamericanos por los triunfos y medallas sino porque estarán atracados en el tráfico de las vías que se hicieron bajo su encargo. Una vergüenza.

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