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Ciudades machistas
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Hay ciudades donde las mujeres nos sentimos seguras y otras en las que no. Ciudades en las que podemos caminar con libertad y otras en las que eso es impensable. Ciudades en las que podemos manejar autos y otras en las que está prohibido. Ciudades en las que decidimos si queremos hijos y otras en las que nos los imponen, en algunos casos, con aún más violencia. Hay ciudades en las que se puede vivir y en otras, simplemente, nos matan.
¿Cómo, entonces, identificar que te encuentras en una ciudad machista? Con las advertencias. Las que te hacen familiares y amigos que te quieren: “¡cuídate mucho!”, “anda con cuidado”, “avisa al llegar”. Pero también están esas advertencias que se vuelven órdenes: “tu hermano te va a esperar en el paradero a las ocho de la noche, no llegues tarde”, “mejor no aceptes ese trabajo, ¿de ahí cómo vuelves?”.
Pero aún peor son aquellas frases que en realidad son ruegos cargados de alarma: “prométeme, por favor, que no vas a caminar sola por la calle”, “nunca, nunca te subas a un taxi sola”, “asegúrate, mi amor, de que alguien te acompañe al volver”. Seguro todas hemos escuchado esas palabras, la mayoría de veces llenas de amor y con las lágrimas buscando hacerse paso por el nudo de la garganta de quien las pronuncia.
Así fueron las alarmas que recibí cuando publiqué en mis redes sociales que viajaba a la India. Amigos cercanos y lejanos, familia y hasta extraños me pedían, me rogaban que anduviera con cuidado, que esté alerta, que busque compañía, que no salga sola a la calle. ¿Dónde quedaron las recomendaciones de restaurantes y lugares turísticos? ¿Dónde están los barrios que visitar o los proyectos urbanos imperdibles?
Yo, que vivo con una tremenda confianza, ando sola por todos lados y que procuro entender las ciudades desde su esencia me sorprendí pero, además, me llené de miedo. Miedo a esa posibilidad de que “algo” pueda pasar. Así que, sin darme cuenta, estuve tomando precauciones, mirando para atrás mientras caminaba, sosteniendo mi bolso con fuerza, desviando la vista de miradas insistentes... Y es que, a pesar de que sí, hubo situaciones de tensión por el choque cultural y momentos de agresión, yo creo que lo peor que pasa cuando una está en una ciudad machista, es que pierde su libertad, sentí que perdí la posibilidad de ser yo misma, me quitaron algo de valentía, en suma, me arrebataron mi identidad. Y, además, todo esto ocurrió en condiciones de privilegio. Tantas otras veces es peor.
¿Se imaginan entonces cómo serían las mujeres si viviesen sin miedo? ¿Qué energía tendrían si pudiesen decidir qué hacer siempre? ¿Se imaginan lo poderosas que serían las mujeres si simplemente pudiéramos ser libres?
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