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Carlos Tapia: 1983-1993: guerra entre campesinos
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Faltando apenas unos días para la primera vuelta y en medio del desmadre de los pedidos de exclusión de candidatos, de improviso Hernando de Soto denunció que el fujimorismo falsamente se atribuye la derrota del terrorismo senderista. Que los ronderos antisubversivos formados desde los años 80 fueron los que lo derrotaron. Gustavo Gorriti agrega que el GEIN de la Dircote capturó a la cúpula terrorista sin mayor participación del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) de Montesinos.
El tema antisubversivo, entonces, ingresa al debate electoral de manera esquinada. Se trata de quitar al fujimorismo la aureola de haber sabido actuar con mano dura para derrotar al terrorismo. Y que Keiko, de igual manera, combatiría así contra la delincuencia desbordada.
En realidad, la estrategia senderista, desde su planteamiento inicial de "guerra campesina", copiando a Mao, es decir buscar el apoyo del campesinado en la lucha contra los grandes y abusivos terratenientes, cobijaba ya su derrota final.
Como se recuerda, la reforma agraria velasquista libró a los campesinos de la opresión de corte feudal. Así, por ejemplo, en la mayoría de las entonces haciendas o fundos ayacuchanos, por cada hectárea –suma de varias parcelas– que el patrón les entregaba, el campesino estaba obligado a trabajar 100 días gratuitamente en las tierras del hacendado, y que su esposa o hija mayor fueran a su casa como servidumbre, a las que llamaban 'semaneras'.
La reforma agraria de 1969 no resolvió el problema económico en el campo serrano, pero sí liberó al campesinado de su sujeción al uso de la tierra de otro.
Por eso, el senderismo incursionó en las comunidades para convertirlas en 'bases de apoyo', provocando rechazo en muchas de estas y su alineamiento con el Ejército, formando las rondas antisubversivas. Así, fueron los artífices de una 'guerra ENTRE campesinos'.
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