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Redacción PERÚ21

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Carlos Tapia,Opina.21En nuestro país ya nos hemos acostumbrado a paros y protestas en provincias y regiones del interior que van acompañados por actos de violencia de los manifestantes.

Los bloqueos de pistas y hasta puentes para impedir el tránsito de vehículos no son cosas extrañas. Enfrentamiento callejero entre los que le tiran piedras a los efectivos de la Policía Nacional y las arremetidas policiales con bombas lacrimógenas es parte de un escenario conocido. Terminada la bronca, todo vuelve a su lugar.

Pero en Venezuela la furia de los que protestan comienza en la capital y su magnitud y repercusión política son bastante mayores de las que ocurren en nuestro país. Así, el jueves 27 de febrero se recordó que hace 25 años se produjo el famoso "Caracazo."

Carlos Andrés Pérez, de Acción Democrática (cercano al APRA), había ganado las elecciones con el 55% de los votos y apenas tres semanas antes había asumido la presidencia con gran expectativa popular.

Pero ante el alza de los pasajes y otras medidas económicas que encarecían el costo de vida, los estudiantes salieron a las calles a protestar, movimiento que fue apoyado por los barrios pobres. La violencia se desbordó, se decretó el estado de sitio y las Fuerzas Armadas salieron a las calles a reprimir.

Se estima que fueron más de 300 los muertos y mil los heridos de bala. El presidente tuvo que declararse como "el presidente de la concertación" y morigerar su paquete económico. Lo que no lo salvó, tiempo después, de terminar encarcelado acusado de corrupción.

Ahora, está claro que la derecha venezolana intentó provocar un remedo del "Caracazo" pero al interior de un plan subversivo que buscaba derrocar al actual régimen. Pero conforme pasan los días, el gobierno –con iniciativa y rectificando errores– no ha caído en la celada. Y convocando a la "Conferencia Nacional por la Paz" y al diálogo ha puesto a la derecha a la defensiva.

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