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Regalito de Año Nuevo
Columna de Augusto Rey
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La decisión más importante que este Congreso puede tomar es la renovación de seis de los siete magistrados del Tribunal Constitucional con mandato vencido. A diferencia de cualquier ley, la elección de los magistrados no podrá ser modificada por el siguiente Congreso, así que lo que decidan los legisladores actuales definirá el perfil que tendrá el TC durante los siguientes cinco años.
Como ninguna otra decisión de este Congreso puede ser así de trascendental, el reglamento aprobado para llevar adelante el proceso de selección de los seis nuevos magistrados debería estar activando todas las alarmas. Después de años de demora quieren hacer todo al caballazo, rapidito, como si se tratase de elegir los calzones amarillos para la buena suerte el 2021.
La comisión especial propuso que la votación final, en el Pleno, para elegir a los seis nuevos magistrados sea el 30 de diciembre, pero como esto no tenía sentido, parece que van a recular. Si actúan con tino, hoy deberían cambiar el cronograma.
Eso no es todo. La valla exigida a quienes pretenden postular es absurdamente baja: para ser un candidato apto basta obtener 2 puntos sobre un máximo de 12 en solvencia moral o 1 punto sobre un máximo 5 en trayectoria profesional. ¿Es posible tener criterios más mediocres? No le falta razón a Iván Lanegra, secretario general de Transparencia, al decir que ese requisito es equivalente a aprobar un curso con 04.
La forma como están llevando el proceso de selección para el TC es el reflejo de la pequeñez de la mayoría de este Congreso, que se equivoca al creer que ser improvisados y andar al caballazo es muestra de independencia, capacidad o poder.
A pesar de todo, no me sorprendería que las agendas personales y pequeñitas se terminen imponiendo en el Congreso y entre ellos no logren ponerse de acuerdo para juntar los votos suficientes ni para elegir a un solo magistrado. Veamos.
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