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El acné juvenil
“El médico que atiende a un adolescente por acné debe atender también el aspecto emocional”.
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La mayoría de adolescentes presenta algún grado de acné que preocupa en mayor o en menor intensidad. Es más frecuente en varones que en mujeres, y afecta la cara, el pecho y la espalda. A las lesiones iniciales se les denomina “comedones”, que son “granitos de grasa”, los cuales pueden inflamarse y luego supurar complicando el cuadro de acné.
Cuando solo hay comedones, se le cataloga como acné grado 1; cuando hay inflamación y se tornan rojos, es acné grado 2; y cuando supuran, es acné grado 3. Hay casos con lesiones profundas formando “nódulos” o “quistes” que no solo comprometen la piel, sino el tejido subcutáneo. Dependiendo de la severidad y profundidad del acné, pueden quedar cicatrices.
El acné facial es más frecuente que el del tronco y es el que más afecta psicológicamente por ser visible.
El acné juvenil se produce porque en la adolescencia aumenta la producción de grasa de estas zonas del cuerpo y, simultáneamente, el conducto por donde la grasa sale hacia los poros se estrecha, reteniéndose y originando los comedones. Luego, sea por el rascado o por pellizcarse, los comedones se inflaman o infectan en diferentes grados de intensidad y profundidad. Hasta hace poco se consideraba que la dieta no jugaba ningún rol en el acné juvenil, pero hay recientes evidencias que sugieren que la ingesta de leche y un exceso de grasas influyen en su intensidad.
Obviamente, el acné facial es el que mayor repercusión emocional produce por ser visible, y el grado de la afectación psicológica que ocasiona depende del temperamento y seguridad personal que haya alcanzado el adolescente en su desarrollo psicosocial. El médico que atiende a un adolescente por acné debe prestarle una atención verdaderamente integral, en el sentido de hacerse cargo no solo de la piel del paciente, sino también del aspecto emocional que está inmerso en el problema.
La medicación recomendada es tópica o sistémica. Las sustancias tópicas contienen elementos que causan inflamación y permiten la descamación de las capas superficiales de la piel, así como antibióticos locales. Se emplean en los casos leves a moderados. Pero, en los más graves y profundos, se recurre a antibióticos orales y/o derivados de la vitamina A ácida, que reduce la producción de grasa y, por lo tanto, seca la piel, el cuero cabelludo, la mucosa oral y la conjuntiva ocular que son incómodos para el paciente, pero muy efectivos. Obviamente, un apropiado aseo es muy importante.
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