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A falta del congreso, la calle
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Luego de que el Congreso diera fin al presidencialismo para dar paso al totalitarismo parlamentario, el único contrapeso político que el gobierno ilegítimo de Merino tendrá se encuentra en la calle. El Congreso ya no será oposición porque ahora será gobierno. La división de poderes se esfumó. Así que no queda otra que quienes señalamos sin tibiezas este atentado constitucional aseguremos una agenda mínima.
Para comenzar, la autonomía de la OPNE y el JNE se debe afirmar. Igual el cronograma electoral. Los candidatos que tienen opciones reales de triunfar deberían ser los primeros en exigir que no se les robe la elección. Si no son capaces de encauzar el malestar popular, ser claros en decir de qué lado están y cuidar el proceso electoral; mejor no esperen hasta abril para que los bajen del carro. Su liderazgo está a prueba.
Mientras tanto, la elección de los magistrados del TC no puede continuar en un escenario de tanta conflictividad, menos con un Congreso de golpistas que buscarán un tribunal a la medida. Simplemente, no hay condiciones. De seguir con esa selección, controlarían el TC, Congreso, gobierno y ya deben estar pensando la recaptura del sistema de justicia. Por eso también tenemos que mirar con lupa los distintos casos fiscales que, casualmente, involucran a muchos de los que estuvieron detrás de la vacancia porque siempre vieron en ella una oportunidad para conseguir impunidad. ¿Alguien cree que no la van a buscar? Si a eso sumamos el riesgo real de una reprogramación electoral, estamos ante un escenario tenebroso.
La misma atención necesita la Sunedu, que seguro será una de las primeras víctimas de la repartija que llevó a Merino al poder: los mercantilistas de la educación no han dado su apoyo de gratis y lo van a cobrar.
Estos son tiempos muy oscuros en los que la ciudadanía organizada debe ser el verdadero contrapeso del gobierno usurpador. A estar despiertos.
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