La muerte del príncipe Felipe, consorte de la reina Isabel II del Reino Unido, ha abierto una interrogante respecto a quién ostentará ahora el título de duque Edimburgo, cargo nobiliario con el que el fallecido fue distinguido a raíz de su matrimonio con la actual monarca. Al menos una cosa parece clara, de persistir, el título —cuya historia tiene unos 300 años— debería quedar en la familia y pasar a alguno de los hijos del difunto.