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Israel en la cuarta ola
Era considerada un modelo por haber aparentemente controlado la propagación del COVID-19, pero hoy sus alarmas han vuelto a sonar.
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Israel está rompiendo récords de contagios mientras atraviesa su cuarta ola de la pandemia del COVID-19. Esa ha sido la noticia que ha marcado las últimas semanas. Sorpresa, sin duda, porque se trata de una de las naciones pioneras en iniciar el proceso de vacunación. Mientras en diciembre pasado, varias naciones pugnaban aún por hacerse con contratos con Pfizer (la única que había conseguido autorización de emergencia de la OMS para este entonces), Israel ya vacunaba con ese fármaco a sus ciudadanos. Para mayo, la mitad de la población ya contaba con las dos dosis. De hecho, se convirtió en el ejemplo para el resto de los países por la rápida inoculación, lo que derivó en su acelerada y efusiva vuelta a la normalidad. “Somos la nación de las vacunas. Tenemos dosis para todos”, dijo emocionado por esos días el entonces primer ministro Benjamín Netanyahu.
Israel ‘volvió así a la normalidad, los conciertos, los eventos masivos, partidos de fútbol y otros deportes, la apertura total de los bares y restaurantes. La ilusión pospandémica reinaba. Incluso el uso de la mascarilla dejó de ser obligatorio. Sin embargo, la fiesta duró poco. Desde junio vive un repunte de casos que se ha acrecentado en estos días. ¿A qué se debe ello?
CAMBIO DE RUMBO
Bajo estrictas medidas de bioseguridad, el último miércoles unos 2.5 millones de estudiantes comenzaron el colegio en Israel (una decisión que se debatió por semanas debido a la situación crítica del país). Dos días después el país anunciaba un récord de contagios diarios por tercer día consecutivo.
Fueron 11,365 los nuevos casos registrados en tan solo 24 horas. El país no anotaba cifras similares desde enero de este año (incluso había llegado a cero en junio). Con los nuevos casos detectados, la cifra total de contagiados ya se acerca a los cien mil, aunque las hospitalizaciones apenas superan las mil, siendo de estas, unos 700 los casos graves.
Según los expertos, esta cuarta ola en el país es el resultado de cuatro factores: la propagación de la agresiva variante delta, una falsa sensación por parte de la población de que la pandemia había terminado, el declive de la inmunidad entre los primeros vacunados y la gran cantidad de personas que no quieren recibir la vacuna anticovid.
Sobre el último punto, se estima que 1.1 millones de israelíes se niegan a recibir el fármaco. Se trata del 12% de una población total de 9 millones de habitantes.
Las cifras del Ministerio de Sanidad demuestran que el rechazo varía con la edad: un 20 % de los adultos de entre 20 y 50 años no quiere recibirla; entre los 50 y los 70 años son alrededor de un 15 %; y entre quienes superan esa edad el porcentaje es menor al 10 %.
“Los no vacunados tuvieron un papel muy importante en el comienzo de la cuarta ola”, señaló a Efe el profesor Bishara Bisharat, uno de los asesores del Gobierno, explicando que los ciudadanos que rechazaron la vacuna se han convertido en la razón principal por la cual los hospitales vienen recibiendo cada vez casos más graves.
Asimismo, el grupo que se muestra reacio a la vacunación, un 30% forma parte de la minoría árabe de Israel, que representa cerca de un 20 % de la población. Por otro lado, en las zonas con menores índices de vacunación destaca también la presencia de comunidades judías ultraortodoxas.
TERCERA DOSIS
Para hacer frente a esta cuarta ola, el gobierno encabezado por nuevo primer ministro Naftali Bennet ha iniciado una agresiva campaña para aumentar la cifra de vacunados con la tercera dosis de Pfizer (ha sido la primera nación del mundo en suministrarla). Hasta el momento suman 2.5 millones de israelíes con esa inyección de refuerzo. La mayoría de las personas que se han aplicado esta dosis son mayores de 50 años, aunque desde principio de esta semana el gobierno la autorizó para toda la población apta para la vacuna, que es a partir de los doce años, coincidiendo con el inicio del curso escolar.
En tanto, han regresado medidas como el uso obligatorio de mascarillas en lugares cerrados. Otras restricciones obligan a tener el certificado de vacunación para acceder a determinados espacios y se han reimpuesto los límites de personas congregadas en lugares como los centros comerciales. Por otro lado, las multas a personas que desatiendan estas normas se han endurecido en los últimos días.
Así el país busca salir de esta cuarta ola de la pandemia que, si bien no ha resultado tan grave como las anteriores, sí ha prendido las alarmas tanto allí como en el resto del mundo.
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