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Disputa en Brasil
El primer día de campaña oficial debía tener una alta carga simbólica. Luiz Inácio Lula da Silva escogió las afueras de la fábrica de Volkswagen en San Bernardo, al sur de Sao Paulo, para dar su primer discurso. “Fue aquí donde todo ocurrió: aquí aprendí a ser persona, adquirí conciencia política (...). En este día tan importante en mi vida, en el inicio de la campaña electoral, vine aquí a decirles que vamos a ganar la elección”, dijo el izquierdista, recordando la década del 70, cuando se forjó como líder sindicalista.
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El primer día de campaña oficial debía tener una alta carga simbólica. Luiz Inácio Lula da Silva escogió las afueras de la fábrica de Volkswagen en San Bernardo, al sur de Sao Paulo, para dar su primer discurso. “Fue aquí donde todo ocurrió: aquí aprendí a ser persona, adquirí conciencia política (...). En este día tan importante en mi vida, en el inicio de la campaña electoral, vine aquí a decirles que vamos a ganar la elección”, dijo el izquierdista, recordando la década del 70, cuando se forjó como líder sindicalista.
Con una camisa blanca y a viva voz, el aspirante del Partido de los Trabajadores (PT) usó gran parte del mitin a atacar al presidente Jair Bolsonaro, su rival ideológico y candidato a vencer para las próximas elecciones. “Si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro”, vociferó a sus 76 años, buscando mostrar la misma vigorosidad de la campaña presidencial de principios de milenio, la que lo llevó a ser el mandatario brasileño de 2003 a 2010.
El mismo día, casi setecientos metros al norte y en la misma esquina donde fue apuñalado en la campaña de 2018, en Minas Gerais, Jair Bolsonaro alzó un estrado para dar su mitin inaugural. Vestido de una chaqueta negra hasta el cuello con un chaleco antibalas por debajo, llegó al lugar rodeado de guardaespaldas. A su lado siempre estuvo su esposa, Michelle, quien en determinado momento rezó el padrenuestro junto a los miles de congregados.
En su discurso, el presidente y candidato de extrema derecha lanzó dardos a Lula, su rival, blandiendo la amenaza “comunista”.
La prensa brasileña ha catalogado esta campaña como la más polarizada en décadas. En un lado, el presidente nacionalista y, con una agenda conservadora y respaldada por la comunidad cristiana, busca la reelección. En el otro frente, un exlíder sindical y presidente del país durante dos mandatos que fue encarcelado por corrupción hasta que se anularon sus condenas.
A dos meses de los comicios presidenciales, así llegan ambos aspirantes.
FRENTE A FRENTE
Para las elecciones presidenciales del 2 octubre serán 12 los candidatos en carrera.
Todas las encuestas colocan a Lula como el máximo favorito. La última consulta de Datafolha, la encuestadora más prestigiosa, daba al socialista a inicios de agosto un 47% en primera vuelta frente al 32% de Bolsonaro. Ningún otro aspirante logra llegar siquiera el 10%, aunque quien mejor se sitúa es el laborista Ciro Gomes, con un 8%. Asimismo, los candidatos postulados por partidos de centro y centroderecha se mantienen sin posibilidades. Por ello, los pronósticos indican que la lucha –polarizada– será entre Lula y Bolsonaro.
Si bien la diferencia entre el izquierdista y el candidato conservador llega actualmente a los 15 puntos, son varios los análisis que señalan que este ha ido menguando en las últimas semanas. Incluso, algunas encuestas han mostrado que esta reducción ha llegado a los siete puntos.
Tan solo en mayo, la diferencia entre los representantes de los dos extremos del espectro político llegaba hasta los 21 puntos, lo que muestra una marcha progresivamente ascendente de parte de Bolsonaro. Hay muchos factores en juego, pero un punto importante es que el actual presidente ha anunciado en los últimos días un aumento en el gasto de programas sociales para reforzar su apoyo a las familias de bajos ingresos.
De acuerdo con las reglas electorales, si ningún candidato obtiene más del 50% de los votos válidos, se realizará una segunda vuelta el 30 de octubre.
Y si analizamos este muy probable escenario de balotaje, una reciente encuesta del Instituto Ipec señala que Lula obtendría un 51%, mientras que Bolsonaro obtendría un 35% de los sufragios. Por su parte, Datafolha indica que el izquierdista recibiría un 54%, mientras que el conservador, un 37%.
Si profundizamos en las preferencias de los votantes, el izquierdista triunfa entre los pobres y la juventud; el ultraderechista, entre los hombres y los evangélicos.
PRIMERA SEMANA
El último martes, ambos candidatos coincidieron por primera vez. El raro encuentro se dio en un acto institucional, la investidura del nuevo presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, quien durante su discurso hizo una vehemente defensa del sistema electoral brasileño, que es muy criticado por Bolsonaro.
En su condición de jefe de Estado, Bolsonaro se sentó en la mesa de honor y Lula, junto otros expresidentes, en primera fila, justo frente al actual gobernante. No cruzaron miradas o, por lo menos, pasaron desapercibidas.
Pero, al salir, Lula aprovechó para arremeter contra Bolsonaro. Dijo que durante la cita lo vio muy “incómodo”. “En cada discurso que hablaba un poco de democracia era visible su cara de malestar. Casi no aplaudió ningún discurso”, comentó haciendo referencia a la postura de rechazo de Bolsonaro al sistema electoral, en específico al sistema de votación electrónico.
Y no es algo menor. El actual presidente ha agitado en anteriores ocasiones el fantasma del fraude para pedir cambios en el sistema de votación. Incluso, en julio convocó a un grupo de embajadores para dar a conocer sus cuestionamientos (por este hecho viene siendo investigado). Algunos analistas han considerado este empeño como una estrategia para cuestionar el recuento en caso de una derrota en las urnas.
Y así se completó la primera semana de campaña oficial. Apenas siete días. Faltan 42, tiempo en el que de seguro habrá más pullazos de ambas partes. Incluso, en los anteriores meses se han reportado agresiones entre los partidarios de ambos bandos. En el medio, un país –la democracia más grande de América Latina– que tiene las preocupaciones puestas en su situación económica, marcada en los últimos años por los altos niveles de desempleo e inflación.
DATOS:
Más de 156 millones de brasileños están habilitados para votar en unas elecciones en las que también se disputan cargos de diputados, senadores y gobernadores de los 26 estados del país.Bolsonaro ha definido la campaña como una batalla entre el “bien y el mal” señalando que la vuelta de Lula podría significar la instalación del “comunismo”. Por su parte, Lula promete restaurar los logros sociales para las clases más vulnerables que caracterizaron su gobierno, a la vez que ataca duramente a Bolsonaro por las 680,000 muertes durante la pandemia.
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