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Vanessa Vásquez, Juguete Pendiente: “La gente se vuelve más solidaria en tiempos difíciles”
Viajó a Tailandia y le dieron 48 horas de vida por una infección generalizada. Fue uno de los detonantes para elegir ayudar. Entrevistamos a Vanessa Vásquez, creadora de Juguete Pendiente.
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Recuerda que su primer juguete fue un libro. Era Navidad. Ella corrió donde estaban los regalos y había uno sin envolver. Lo tomó. Era hija única. Se trataba de un libro de cuentos con dibujos de animales. Páginas que la acompañaron en su niñez mientras imaginaba que sería doctora.
Vanessa Vásquez tiene 41 años. No publica libros ni estudió Medicina. Se formó en arte y diseño gráfico y ayuda –¿o sana?– a cientos de familias y personas en riesgo o vulnerabilidad a través de Juguete Pendiente, organización que fundó hace casi ocho años y que ya realiza su segunda colecta hasta el 31 de julio. Para sumarse, ingrese a www.juguetependiente.org. La meta es continuar con la operatividad del albergue Hogar Pendiente.
A Vanessa le dieron 48 horas de vida en Tailandia. Tras vencer a la muerte –¿y a la vida?–, ya instalada en Lima, su abuela solo la miraba y le decía: “Ya está, ¿quieres un pollito a la brasa?”, era su frase cuando sus nietos estaban tristes o no la pasaban bien. “¿Tú eres feliz?”, le preguntó su abuela en las últimas semanas de vida. “Mi terapia fue hacer lo que me hacía feliz, eso me sanó”, me dice.
-¿Cómo la pasa Juguete Pendiente en la pandemia?
Tenemos un programa sumamente activo, que es el Programa de Voluntariado Hospitalario, que trabajaba los 365 días del año en el Instituto Nacional de Salud del Niño. Cuando ocurre la pandemia, tuvimos que dividir en dos el trabajo: la parte de ayuda a ollas comunes, donde llevamos hasta el día de hoy, semanalmente, kits de alimentación a distritos como Santa Rosa, Pachacámac, Ventanilla y Lurigancho; y la implementación en tiempo récord de un albergue, así implementamos Hogar Pendiente, que opera hasta el día de hoy y busca ser un hogar para aquellas personas que necesitan un espacio donde vivir mientras sus pequeños están en Lima con tratamientos médicos de alta complejidad. Pusimos el hombro, sacamos fuerzas de donde no había y tratamos de movilizar a la sociedad.
-¿Y qué tal fue la respuesta?
Yo creo que la gente se vuelve más solidaria en tiempos difíciles.
-¿Pero qué falta?
Salir un poco de nuestra burbuja y conectarnos con todas las comunidades, que para muchos de nosotros son invisibles.
-¿En dónde lo notas?
Cuando hay personas que no conocen que ciertas zonas quedan en Lima Metropolitana. Es importante la visibilización de los problemas. Y la única manera de solucionarlos es escuchando.
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-En el Perú del bicentenario, ¿cuál es aún el juguete pendiente de niños y niñas?
La reducción de las brechas educativa, de salud y alimentaria, en las cuales tenemos que poner mucho foco para tener mejores generaciones y que el país empiece a crecer. Capacidades tenemos; la cosa es brindar las herramientas adecuadas a las personas. Más allá de darle al niño una tableta –que hacemos y está bien–, lo que a la larga buscamos es que estos programas sean sostenibles para asegurar que el niño tendrá una buena alimentación hasta que culmine su desarrollo.
-Como se suele decir, es mejor enseñarles a pescar que darles el pescado.
Claro. Por ejemplo, hay una mamá de 24 años que ha pedido terminar el colegio y estamos organizándonos para que lo haga.
-¿Por qué tenemos que sumarnos a la colecta?
Hay muchas familias que ahorita están separadas por la pandemia y por enfermedades complejas; es bueno solidarizarnos con esas madres, padres y niños que nos necesitan más que nunca porque muchas puertas se han cerrado por la pandemia. Si está dentro de nuestras posibilidades, ¿por qué no ser ese brazo de ayuda?
-¿Por qué eliges ayudar?
Mi papá vino de Chimbote para estudiar en Lima; lo hizo en un colegio y universidad nacionales y, con base en el esfuerzo y el trabajo, logró que mi hermano y yo tuviéramos educación, y siempre en lo único que invirtió en nosotros fue en educación. Pasaron muchos años y me enfermé de septicemia en Tailandia. Esa experiencia sumada a la educación y al ejemplo de mi papá me hizo más realista.
-¿Por qué viajaste a Tailandia?
Tuve un asalto sexual. Quedé no sé si traumada o asustada. Yo trabajaba, tenía mis ahorros y mis papás me dijeron que me vaya de viaje para regresar renovada.
-Pero casi te cuesta la vida.
Sí. Los doctores me dijeron que yo estaba con una depresión no detectada. Mi cuerpo asimiló todo lo que me había pasado y estaba con las defensas muy bajas, lo que hizo que se meta un estafilococo, que generó una infección generalizada. Recuerdo que el doctor me dijo: “Tu cuerpo se quiere morir”. Ese fue un detonante. Otro fue cuando regresaba de Tailandia a Lima. No podía caminar, estaba en silla de ruedas. Estaba en un pasillo del aeropuerto de Miami, sola y sin maletas. Se me acercó una señora mayor de limpieza; me regaló una lata de Coca-Cola y me dijo: “Tú la necesitas más que yo”. Luego la aerolínea me dio un vale para que yo pueda entrar a un hotel del aeropuerto y me recibió una peruana, que me ayudó a cambiarme, bañarme y me alimentó; yo estaba con fiebre. Llegué a Lima y en la clínica me dijeron que era un proceso largo de recuperación. Sigo con secuelas.
-Te dieron 48 horas de vida. ¿Qué te salvó?
Yo quería regresar a Lima como sea porque mi abuela materna tenía cáncer y dije: “Mi abuelita no me verá morir”. Era una fortaleza interna que no me dejó rendirme; es la misma fortaleza que hasta hoy está presente en mí. La vida tenía otro plan para mí.
-¿Conservas la lata de gaseosa?
No, se la di a la señora que me ayudó a cambiarme y bañarme. Ella demostró que somos buenos compatriotas. Los peruanos somos una gran familia, pese a todo.
-¿Qué sabor te deja la labor en Juguete Pendiente?
La satisfacción de que estoy construyendo futuro. La gente que trabaja acá es por amor al país, al propósito de vida, por ser coherentes y dejar un legado.
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AUTOFICHA:
- “Soy Vanessa Vásquez Ramos. Tengo 41 años. Nací en Lima. Mi padre es de Chimbote y mi madre de Lima. Acabé el colegio y estudié Arte y Diseño Gráfico Empresarial. Luego me dediqué a la publicidad y ahora veo las comunicaciones en Juguete Pendiente”.
- “La organización cumple ocho años el 28 de agosto; nació en 2013. Juguete Pendiente engloba a Hogar Pendiente, Alimento Pendiente, Salud Pendiente. El objetivo a mediano plazo es la expansión de Hogar Pendiente, poder seguir atendiendo a más personas”.
- “Con Hogar Pendiente esperamos tener cubierta la operatividad de este año y el próximo. Actualmente, funciona en un hotel que nos han prestado, que cerró por la pandemia. Lo prestaron hasta setiembre, por eso es la urgencia de la colecta; si no, mucha gente se quedará desamparada”.
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