Theresa Ochoa es una especialista cusqueña.
Theresa Ochoa es una especialista cusqueña.

Le regalaron un maletín rojo. Adentro había un estetoscopio. Y ella jugaba a ser doctora. Era su infancia en Urubamba, donde nació. A los 15 años dejó el . No tuvo miedo. “Cuando una es joven, es más mandada. Ahora capaz no lo haría, o no dejaría que mi hija se vaya sola”, reflexiona.

Theresa Ochoa Woodell llegó a Lima a mediados de la década del ochenta. Buscaba hacer realidad aquel juego de infancia. Llegó a una ciudad de toques de queda. Pero sus padres, un abogado cusqueño y una profesora norteamericana, confiaron en ella. Hoy es directora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la y líder de la investigación en Perú de la vacuna contra el COVID-19 de la biofarmacéutica alemana CureVac, que está en la etapa de ensayos clínicos.

Su madre aterrizó en el Perú de la década del 60. Era parte de una organización del gobierno de John F. Kennedy que ayudaba a la población. No volvió a su tierra natal y se afincó en el Cusco hasta el día de hoy. Theresa siempre vuelve, pero nunca se queda. “Me quedaré, tal vez, cuando sea viejita”, estima, ríe y achina los ojos. Lleva una mascarilla que no se la quita ni para la foto ni para esta entrevista vía . Detrás de ella, la oficina con su equipo en plenas labores.

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-¿En qué etapa está la vacuna de CureVac?

En Perú somos uno de los seis centros de investigación. Estamos en la fase 3. La meta es, a nivel de Perú, tener 10 mil participantes en todos estos centros de investigación. Estamos enrolando a las personas que quieran ser parte de las pruebas.

-¿Cuánto tiempo se estima que dura esta etapa?

Está programada para unos dos o máximo tres meses. Estamos en un enrolamiento rápido por la urgencia de tener otra vacuna. Hay que resaltar que, además de Perú, hay centros de enrolamiento en Europa, México, Panamá, Colombia y Argentina. Es una vacuna alemana con la metodología del RNA mensajero.

-¿Cómo se traduce ello?

Hay varias plataformas que se están desarrollando. Esta del RNA mensajero es la tecnología más moderna que hay. Es la misma que han usado Pfizer y Moderna. Este RNA mensajero lleva instrucciones para que nuestro organismo fabrique la proteína, de tal forma que, al tener la proteína, nuestro sistema inmune la reconoce como extraña y empieza a desarrollar las defensas.

-¿Por qué debemos animarnos a participar en los ensayos de las vacunas?

Una razón es porque sabremos cómo esta vacuna funciona en nuestra población. Eso es bien importante. Te pongo un ejemplo, está la vacuna rotavirus que protege a los niños, la respuesta no es la misma en niños de diferentes países. Y lo segundo es que el Gobierno puede tener un nivel de negociación para conseguir más dosis para el Perú. Y, sobre todo, porque no sabemos cuántas dosis más necesitaremos con este nuevo coronavirus, no sabemos cuánto durará la inmunidad. Todavía hay mucha incertidumbre. Por eso es que mientras el Perú tenga más alternativas de diferentes empresas, es bueno para el país.

-Se decía que la vacuna contra el COVID tendría que ser anual. ¿Eso aún no está definido?

Todavía no se sabe. La primera vacuna que se ha aprobado en el mundo es la de Pfizer y en el transcurso de uno o dos años no solo se ve el tema de seguridad y eficacia, sino también se mide cómo están los anticuerpos para ver si se mantienen suficientes y de manera proporcional a lo largo del tiempo. Hay ciertas vacunas que basta con que se pongan en la infancia, duran para toda la vida. Por ejemplo, la de sarampión, que te vacunas de niño y te olvidas; pero hay otras como la influenza que uno tiene que vacunarse todos los años porque el virus va mutando. Con este coronavirus no sabemos si las vacunas serán buenas en el tiempo y para las posibles variantes que se podrían dar.

-Bueno, sigue el debate sobre si las vacunas que están aplicándose funcionan o no para las variantes sudafricana, británica o brasileña.

Todavía no se sabe. Por eso es importante que los países tengan un buen programa de fármaco-vigilancia, el seguimiento en el campo de cómo es la respuesta a la vacuna. Y de los casos que se den, hay que estudiar a esos virus.

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-¿La vacuna de CureVac prevé las variantes?

Es una vacuna RNA mensajero sin ninguna modificación genética. No sabemos si protegerá o no frente a las variantes. Si fuera el caso, justamente, esta tecnología de RNA mensajero permitiría desarrollar rápidamente una variante.

-¿Cuál es el rango de edad de la vacuna de CureVac?

Estamos enrolando a personas mayores de 18 años, sin límite de edad hasta arriba. Y esperamos que, más o menos, el 20% a nivel mundial sean adultos mayores.

-¿Para cuándo se puede estimar que la vacuna de CureVac estará aprobada? ¿Octubre, diciembre?

Esperemos que antes. Dependerá del tipo de enrolamiento y también del momento en que estemos en la pandemia.

-Preguntarle por qué es importante vacunarse podría ser una interrogante elemental, pero muchas personas aún rechazan la vacunación.

Para este caso del virus, no hay ningún tratamiento que prevenga o que trate la enfermedad. Por lo tanto, si queremos que menos personas en el mundo fallezcan, la forma más importante de prevenir es a través de la vacunación.

-¿Por qué hay temor?

Creo que es por la desinformación, pero también por el temor de que tan rápido se haya desarrollado la vacuna. Para eso hay que recordar que hay avances tecnológicos que se tienen de varios años. Las empresas tienen el conocimiento de cómo crear una vacuna. Y específicamente para el coronavirus ya hubo dos brotes importantes parecidos: el SARS-CoV-1 que se dio en 2003, en Asia, y el MERS en el Medio Oriente, hacia 2013, 2014. Desde entonces ya se estaban desarrollando vacunas. Todo eso se ha usado para desarrollar rápidamente esta vacuna. Y se dan rápidas las fases porque se pueden enrolar a muchos voluntarios en los estudios. Para obtener resultados uno tiene que esperar que ocurran casos. Si no estuviéramos en una pandemia, tendríamos un caso por aquí y otro por allá, y habría que esperar muchos meses para que se den 100 a 200 casos. Pero en una pandemia hay tantos casos que uno puede comparar la eficacia en corto tiempo.

-Pero también existe el miedo a que la vacuna tenga efectos negativos.

No hay ninguna vacuna que proteja al 100%. Una buena vacuna es aquella que tiene una protección por encima del 70%. Por eso a las personas que entran a los estudios se les dice claramente que tienen que seguir cuidándose, además porque no se sabe si recibieron el placebo o no. Lo que sí se ha demostrado con la mayoría de las vacunas es que casi todas sí protegen contra los casos severos y contra la mortalidad. Eso es bien importante. Por ejemplo, en el caso del rotavirus, la vacuna se pone, pero todavía algunos niños podrían tener rotavirus, pero previene disminuir la tasa de mortalidad y deshidratación severa. Lo mismo con el COVID, podrían darse casos en el grupo de los vacunados, pero con seguridad vamos a disminuir la severidad. Y los casos que sabemos que han fallecido son porque han estado en el grupo que recibió el placebo.

-¿Cuánto de cierto hay en que una buena alimentación nos asegura no contraer el COVID o de darse el caso, hacerlo con menos riesgo?

Es una creencia. Ocurre cuando se da el extremo: el paciente que está desnutrido, que sus defensas no funcionan bien. Pero en realidad es una creencia el “come bien para que estés sano y no te infectes”, porque la infección se da por vía respiratoria estés con tu peso ideal o desnutrido. Ojo que el otro extremo, la obesidad, también puede ser contraproducente. Claro, estar bien alimentado es bueno, pero eso no previene una infección. Te dicen: “come bien para que no te dé tuberculosis”. No tiene nada que ver, uno adquiere la tuberculosis porque estuvo en contacto con una persona que tenía tuberculosis.

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-¿Cómo convencer a una persona que no quiere vacunarse para que lo haga?

Con información y no yendo al choque, porque esto genera más bulla. Se debe educar a la población y es algo que el Gobierno no está haciendo lo suficiente. Hay que resaltar que tenemos varias vacunas en la población pediátrica. Un niñito de dos meses se coloca ocho vacunas. Esas mismas ocho, a los cuatro meses. Y a los seis, bajan a dos.

-Entonces, todos nos hemos vacunado, por lo menos, unas 18 veces.

Todos tenemos, al menos, 17 vacunas en nuestro calendario.

-Y nos negamos a una vacuna más.

Es increíble. Vacunamos a nuestros hijos y muchos ahora no queremos vacunarnos. La vacuna de Sinopharm tiene la misma metodología que la vacuna de influenza, que la colocamos a los bebitos, a todos los niños y al adulto mayor.

-Usted es pediatra. ¿Cómo tendría que asumirse la maternidad en medio de una pandemia?

Cuando la mujer está gestando, se debe cuidar mucho. Felizmente, este coronavirus no ha sido tan severo con las gestantes. Ahora sabemos que puede haber el virus en la leche, pero en un porcentaje muy bajo. Y también se ha demostrado que la leche tiene anticuerpos. La mamá tiene que seguir con los cuidados normales del bebé.

-Y la alimentación es clave en los primeros años.

Los primeros dos años de vida son fundamentales para el desarrollo del niño, en su peso, talla y lo neurológico, por eso seguimos recomendando la lactancia materna exclusiva; es decir, la mamá no le debería dar nada más que su leche hasta los seis meses, cuando se termina de formar su cerebro.

-¿Hay que tener una vocación especial para la pediatría?

Hay que tener más paciencia porque a veces es difícil estar con los bebitos que no paran de llorar. Es un reto saber por qué lo hacen, porque no te pueden decir qué les está molestando.

-Ser mamá y pediatra debe ser un privilegio para los hijos.

No creas. Como dice el dicho, en casa de herrero, cuchillo de palo (risas). Pero como siempre he estado a favor de la lactancia materna, cuando nació mi hijo lo llevaba todos los días al hospital para poder darle de lactar. Soy una convencida de que es lo mejor para el bebé.

AUTOFICHA:

- “Mi nombre completo es Theresa Ochoa Woodell, tengo 52 años, nací en Cusco. Estudié primaria y secundaria en Urubamba, en el Valle Sagrado. Y luego estudié Medicina en la Universidad Cayetano Heredia, en Lima”.

- “No ingresé a Medicina a la primera, pero entré a Biología y luego me pasé a Medicina. Posteriormente, hice la especialidad de Pediatría, que son tres años, y luego me fui a Estados Unidos a hacer la subespecialidad en Tecnología Pediátrica, que son otros tres años”.

- “Luego me quedé un año más en Estados Unidos y, finalmente, regresé al Perú y desde el año 2005 estoy como profesora en la Cayetano. Actualmente, enseño Pediatría y desde hace dos años soy directora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt, que es de la Cayetano. Y hago atención médica”.

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