La pandemia nos enfrentó al reto de cambiar.
La pandemia nos enfrentó al reto de cambiar.

Por: Alonso Mujica Troncoso

CEO de Silabuz

“Hay una ola en los caminos del destino que si es tomada por el hombre… lleva a la fortuna. Omitida, traerá miseria”. Si tomamos la frase de William Shakespeare y la trasladamos a la coyuntura educativa, la ola es el contexto de que nos ha obligado a digitalizar la educación de nuestro país.

Nunca antes en la historia, el 98.5% de la población escolar - según UNICEF - estuvo obligada a estudiar desde la casa por un periodo tan prolongado de tiempo. En contraste, de acuerdo a un estudio del Centro de Información para la Mejora de los Aprendizajes alrededor del 66% de colegios de la región no tenía acceso a internet y contaba con 1 computadora cada 14 estudiantes en el 2013. El diagnóstico crítico de la experiencia en Latinoamérica es que no estamos preparados para afrontar las exigencias educativas del siglo XXI.

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Las carencias estructurales del Perú en el sector son múltiples, algunas resaltantes y que han quedado muy evidenciadas en este contexto: a) insuficiente infraestructura educativa b) falta de equipamiento y conectividad c) competencias digitales no desarrolladas en docentes y d) deficiente gestión educativa a través de la tecnología.

En este contexto, el Ministerio de Educación del Perú generó una serie de acciones para mitigar los efectos de la educación remota como el plan que ha generado elogios hasta a nivel internacional y la compra de equipamiento (tablets, planes de datos y cargadores) para los estudiantes de zona rural y urbana en situación de pobreza.

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Equipar los hogares es una excelente inversión, sin embargo esta iniciativa por sí sola no basta. Por ello, algunas líneas de acción que proponemos en base a nuestra experiencia y que consideramos fundamentales para pasar de la emergencia a una educación digital permanente son: a) Cerrar brechas de infraestructura e internet móvil b) Empoderar a los docentes y padres de familia c) Generar una experiencia de aprendizaje digital d) Desarrollar una gestión escolar remota.

Recientemente, el Congreso de la República estuvo promoviendo un proyecto para llevar el presupuesto anual de Educación al 6% del PBI (actualmente está alrededor del 3.8%). Sin embargo, el problema de la educación peruana no está atado necesariamente a que no se invierta en educación sino en la calidad de la inversión. Las herramientas digitales, por otro lado, también ayudan a ampliar el rango de beneficio por sol invertido.

A nivel global, acorde con estudios de Holon IQ, la inversión en digitalización representaba el 2.6% del gasto total de educación mundial. Este es un número en un contexto pre pandemia. ¿Cuál será el porcentaje de inversión que hará el Perú en digitalizar la educación este segundo semestre del 2020 y el próximo año? Tenemos una oportunidad para estar del lado de la solución y de dejar un legado de creatividad, resiliencia, liderazgo y coraje a la generación de nuestros hijos.

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El gran riesgo de dejar pasar la ola de la educación digital es no aprovechar una gran ventana de oportunidad para reducir las brechas que no permiten que los niños tengan la oportunidad de desarrollar a plenitud su potencial, a menos que sus padres puedan pagar una educación presencial de calidad. No trabajar en reducir esas brechas hoy, incrementará más las distancias entre el nivel de desarrollo del Perú y otros países de la región. Esto es condenar a nuestro país a quedar relegado.

Recordando a Shakespeare “estamos flotando en ese mar en este momento”, y las opciones son “tomar esa ola o perder nuestra fortuna”. Si el regreso a la normalidad implica dejar de lado lo aprendido y volver a lo presencial sin acompañamiento digital en el aprendizaje, habremos “perdido nuestra fortuna”. Tenemos la oportunidad de decidir instalar de una manera permanente capacidades digitales en la educación, “tomemos esa ola” para llevar a nuestros hijos, con certeza, a un mejor futuro con más oportunidades.

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