Nuestro país vive una gran conmoción por el asesinato de una niña de solo 11 años, en San Juan de Lurigancho. Familiares, amigos y allegados a la pequeña víctima exigen pena de muerte mientras que la sociedad se ha armado de piedras y palos en contra del homicida como medida de 'ajusticiamiento'.
César Alva Mendoza (38), asesino confeso de la pequeña Jimena, la secuestró subiéndola a su bicicleta, la asesinó estrangulándola, y finalmente carbonizó para abandonarla en una calle de ese distrito. En los próximos días, las investigaciones determinarán si la ultrajó sexualmente.
Tras este abominable acontecimiento, es necesario conocer ¿qué puede ocurrir en la mente de una persona para cometer semejante acto? Yenny Lloret, doctora en Psicología del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima, ofrece algunos alcances.
"Es difícil decir qué pasó por la mente de esta persona. Sin embargo, podemos afirmar que no posee empatía, es decir, no sabe ponerse en el lugar del otro", precisó.
"Es también alguien que no puede pensar, y que solo actúa de forma instintiva para satisfacción propia. ¿Pedófilo? No podría establecerlo ya que tendríamos que conocer si hubo otro caso más (como el de Jimena)", agregó.
SADISMO EXACERBADO
Desde la perspectiva de Lloret, este sujeto posee una sadismo exacerbado "porque siguió a la niña, la cazó, la quemó y la abandonó".
"Sería complejo establecer qué tipo de patología padece. Podríamos estar hablando de un perverso sexual, un sádico, un psicótico. Sin embargo, nadie nace criminal. Definitivamente, algo ocurrió en su vida para este comportamiento", agregó la doctora.
La especialista nos brindó una perspectiva desde la arista psicológica y afirmó que nada justifica estos actos de violencia, pues ellos tienen la certeza de lo que es bueno y malo.