Este miércoles, el Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior de Justicia de Lima condenó a 20 años de prisión a los suboficiales de la Policía Nacional del Perú (PNP), Irving Guerra Herbozo y Gilberto Riofrio Ramírez, por la violación grupal de un suboficial dentro de una instalación policial. Ambos policías enfrentaban prisión preventiva en el penal de Lurigancho desde hace meses.
El abogado de la víctima, Gino Zamora, explicó que el ataque involucró a entre 8 y 10 personas, aunque solo se han logrado estas dos sentencias por violación en modalidad agravada debido a la dificultad para identificar a los otros responsables.
"Mi cliente reconoció inicialmente a dos de los atacantes, pero no logró identificar a los demás", señaló.
En sus declaraciones, los sentenciados aseguraron que “todo el cuerpo policial tenía conocimiento” de las agresiones sexuales, e incluso implicaron a personal de mayor rango en la aprobación de estos actos.
ESPÍRITU DE CUERPO
Zamora denunció que existe un “espíritu de cuerpo” en la institución que busca evitar responsabilidades y perpetúa el silencio sobre abusos internos, aunque algunos colegas han rechazado esta cultura.
El abogado reveló que su cliente, pese a haber reportado la agresión y enfrentar burlas constantes, continúa laborando en el mismo centro de trabajo y pagando de su bolsillo las terapias psicológicas necesarias, sin recibir el respaldo prometido por el Ministro del Interior, Juan José Santiváñez. “El ministro dijo que iba a brindar apoyo, pero hasta ahora no ha brindado nada", declaró Zamora.
Mientras los condenados cumplen su sentencia, seis sospechosos identificados en el caso aún permanecen en funciones sin medidas preventivas, lo cual preocupa al abogado y la familia de la víctima. Zamora informó que se ha solicitado formalmente la separación de estos agentes mientras continúa la investigación.
El caso fue dado a conocer hace tres meses por el programa Cuarto Poder, donde el suboficial afectado relató que la agresión ocurrió en enero de 2023, pero el incidente fue encubierto durante más de un año.
Según su testimonio, al menos diez policías participaron en la agresión, incluso filmando el ataque con un teléfono celular. A pesar de sus denuncias a compañeros y superiores —incluidos un brigadier, un mayor y un comandante—, su caso fue ignorado, obligándolo a grabar confesiones para obtener pruebas.
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