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Otra vez la salud pública

“Como en el caso del COVID-19 y de otros virus, ha quedado demostrado que lo único que funciona son las campañas masivas de vacunación”.

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(Foto: Gobierno del Perú)
Fecha Actualización
Las autoridades sanitarias del país tienen en sus manos un nuevo problema de salud pública: la rabia humana. Y si se ha convertido en un tema de relativa gravedad es, una vez más, por descuido de las mismas autoridades.
Se sabe que existen al menos unos seis millones de perros callejeros en el país y ninguno de ellos, obviamente, está vacunado y son los que, una vez infectados, con sus mordeduras, transmiten este terrible virus a los seres humanos.
En los últimos días, se ha generado una suerte de alerta pública por la muerte de una ciudadana que se contagió al ser mordida por un can. Un caso inusual, ciertamente, inesperado para los tiempos actuales, que ha concitado la atención de los peruanos, debido a la poca confianza que se tiene en los sistemas de salud pública, que han dado sobradas muestras de ineficiencia hasta no hace mucho.
El pánico no se justificaría, salvo por ese pequeño detalle: la escasa fiabilidad en las autoridades sanitarias está muy extendida entre la población. Y no solo por las pobrísimas respuestas que ha habido ante el COVID-19, el dengue y las emergencias climáticas.
La receta para evitar estos incidentes no es nada nueva, todo lo contrario. Desde mediados del siglo pasado se realizaban en el Perú, cada cierto tiempo, campañas masivas de vacunación de perros, una práctica que, sin embargo, ha dejado de verse en estos días. Es la estrategia de prevención, digamos, más básica, práctica e higiénica.
Como en el caso del COVID-19 y de otros virus, ha quedado demostrado que lo único que funciona son las campañas masivas de vacunación, que al haber crecido la demografía canina ahora deberían incluir también a los animales sin dueño, que son los que corren mayor riesgo de ser contagiados.
La fórmula, entonces, es conocida. Solo se tiene que planificar y poner en marcha. Pero lo que se necesita, nuevamente, es voluntad política. Y el actual ministro, el apepista César Vásquez, hasta hoy mismo no da mayores señales de poder mejorar el sistema de la salud pública en el país. Y, en verdad, eso es lo que más rabia da.