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Cero en comunicación

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Cero en comunicación
Fecha Actualización
Los desaguisados que están causando algunas medidas del Gobierno para conjurar la muy viva amenaza del COVID-19 se deben menos a políticas de bioseguridad equivocadas que a una errática estrategia de comunicación, si es que, por supuesto, condescendemos a considerar que existe estrategia alguna.
Las presentaciones presidenciales, donde Martín Vizcarra expone los avances o retrocesos del combate contra la pandemia y anuncia nuevas disposiciones, resultan, a estas alturas, asaz insuficientes. Si bien los medios se encargan de difundir las decisiones del mandatario y su equipo, el Ejecutivo ha sido incapaz de realizar una cabal y clara docencia sanitaria y social y lograr así que sus indicaciones –que no prohibiciones o medidas obligatorias– calen en los sectores mayoritarios de la población.
No será la única pero sí puede ser una de las razones de que el desacato a las medidas de aislamiento obligatorio tenga índices tan elevados en algunas provincias alejadas de la capital, donde la conectividad es baja o nula.
Lo que se echa en falta es una campaña de comunicación coordinada y vigorosa, de amplia difusión, con un lenguaje claro y persuasivo, quizás compuesto de afiches, spots en televisión, radio, redes sociales, avisos en los diarios, en las páginas web con credibilidad, videos viralizables (sí, aunque suene paradójico), folletería, volantes… En fin, todo lo que implica desplegar una batería informativa con pegada y fácil de compartir difundiendo cada paso, protocolo o medida que deben tomar los ciudadanos frente a la pandemia.
No es posible que, por ejemplo, hasta ahora 40 mil familias no hayan podido recoger alguno de los bonos que otorga el Estado, sea porque no saben que les corresponde o porque ignoran cómo hacerlo.
La norma de la salida de los niños fue otro caso patente de comunicación confusa, corregida y reajustada el mismo día de su ejecución. Ya con alrededor de 3,000 fallecidos y 100,000 contagios confirmados, es una vergüenza y una temeridad que el gobierno siga cayendo en semejantes despropósitos por carecer de una adecuada estrategia de comunicación.