Cuarenta meses del presidente Vizcarra

Desde la caída del régimen de Fujimori, el Perú no pasaba por una crisis política tan profunda. La renuncia de PPK ha dado lugar a una sucesión presidencial de acuerdo a la Constitución.

Mientras, muchos piden “que se vayan todos”, como si el poder admitiera vacíos, como si tuvieran certeza de que los políticos reemplazantes fueran mejores que los actuales. Parecen olvidar que nos ha costado mucho vivir en democracia y que las elecciones generales de 2016 marcaron un récord histórico con cuatro periodos consecutivos sin atentados constitucionales o dictaduras.

El presidente Vizcarra ha tenido gestos positivos en sus primeros días en Palacio. El mensaje contra la corrupción, junto a la prioridad institucional y educativa, así como la prudencia y sencillez en sus apariciones públicas son valiosas; sin embargo, la primera gran tarea presidencial será la composición del gabinete.

Ante el repudio generalizado a los políticos, la ausencia de un partido sólido y la carencia de una bancada numerosa en el Congreso, el presidente Vizcarra tiene el reto de construir el liderazgo necesario para gobernar un país complejo, con gran desafección política, en un contexto de investigaciones por corrupción que alcanzan a poderosos políticos y empresarios.

Será clave también para los acertados propósitos presidenciales, algo fuera del ámbito del Ejecutivo, referido a la contundencia del Ministerio Público y el Poder Judicial para enfrentar el emblemático Lava Jato Perú (Odebrecht no es la única firma de millonarias coimas). Lo que sí puede hacer el Gobierno es conformar un diligente equipo de trabajo para enfrentar desafíos que conducen hacia el desarrollo.