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De poder, se puede

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director@peru21.com

El reciente CADE trajo un debate sobre nuestro modelo de desarrollo; trajo también, y casi de incógnito, un sueño: pertenecer a la OCDE o, como muchos la llaman, "el club de los países ricos".

Muchos han reprobado este sueño argumentando, con una lógica vivencial (epistemología popular, como le dicen), que basta con mirar alrededor para darse cuenta de que ricos no somos, y con mucha probabilidad no lo seremos. Otros han negado decididamente la posibilidad y han tildado a sus proponentes casi de fanáticos. ¡Cómo se les ocurre que con estas instituciones, estos niveles de educación e infraestructura perteneceremos al club de los ricos!

No sé ustedes, pero creo que lo último que debemos perder son los sueños. Soñar con un futuro distinto no puede ser malo per se; menos aún cuando otros, con menores posibilidades de lograrlo, han llegado a dicha meta.

Hace no mucho, se paseaba por el Perú un cocinero diciendo que nuestra cocina sería un motivo de orgullo nacional. Se llama Gastón Acurio, y miren adónde nos llevó. Por ahí se pasea una chica que quería ser campeona mundial de surf, una menudita rubia que hoy tiene el trofeo en casa (y a doble honra, como profesional y como amateur). Y así, casos hay, y muchos.

Si algo nos sobra, a los peruanos y a nuestra tierra, son condiciones para ser ricos… muy ricos. Más de lo que muchos en la OCDE hoy son. Y si no llegamos, no será porque el sueño era inalcanzable, sino por deficiencia propia, por indolentes, por irresponsables, por acobardados.

¿No tenemos instituciones o educación? Obvio, por eso estamos como estamos. Pero el sueño es la esperanza de un futuro mejor, no el diagnóstico del presente. Se trata de trabajar por alcanzarlo.

Trabajemos en el sueño; si nos quedamos en el camino, al menos tengamos en cuenta que lo intentamos. Pero, por favor, no matemos un sueño sin disfrutar, por lo menos, el intento, y ganar algo en el camino.