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Intrigas de una novela rusa: el régimen de Putin y el envenenamiento de su mayor opositor [CRÓNICA]

Esta semana se confirmó el envenenamiento del líder político Alexei Navalny, voz crítica del régimen de putin, quien, tras una reforma constitucional, podría reelegirse hasta 2036.

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Acérrimo oponente. Navalny ha sido el más encarnizado crítico de Putin. Está en Alemania, estable, y su vida no corre peligro.
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Se desvaneció durante un vuelo doméstico en Rusia y fue tratado en una clínica siberiana. El mayor opositor del régimen de Putin, Alexei Navalny, tomó un té antes de subir a ese avión y terminó en estado de coma.
Informaron sus portavoces que el 20 de agosto, el líder de 44 años se sintió mal abruptamente cuando la nave se dirigía de Tomsk a Moscú. Se descompuso tanto que hubo que hacer un aterrizaje de emergencia en Omsk. Navalny fue ingresado en estado de coma en un hospital. Y fue conectado a un respirador artificial. Sus allegados sospechaban de un ataque, una represalia.
Los médicos allí hablaron en un principio de una enfermedad metabólica. Más tarde, el crítico del régimen de Putin fue trasladado a Berlín, pese a que las autoridades rusas inicialmente organizaron una disputa sobre su capacidad para ser transportado.
¿Se buscaba esperar que el supuesto veneno desapareciera de su cuerpo antes de ser tratado en Alemania? En todo caso, no funcionó. Los médicos de Berlín confirmaron una intoxicación debido a una sustancia del grupo de los inhibidores de la colinesterasa, químicos que pueden usarse para tratar el alzhéimer, pero que, usados en agentes nerviosos, bloquean una enzima que regula los mensajes de los nervios a los músculos.
Los músculos ya no son capaces de contraerse y relajarse, incluso los relacionados con la respiración. Navalny debió haber sufrido un espasmo y haber quedado inconsciente.
Para el internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay, se trata de un líder político como no ha habido en Rusia en los últimos años. Que se ha erigido como voz de denuncia de las prácticas oscuras del Kremlin. Como en el caso de la reciente reforma constitucional que permitiría a Putin presentarse a la reelección dos veces, hasta 2036.
Esta reforma fue ratificada vía referéndum por casi el 78% de los votos, resultado que ha generado suspicacia en la comunidad internacional.
“Rusia ha establecido un récord de falsificación de votos. El resultado no tiene nada que ver con la opinión de la gente ni siquiera cerca de ella”, tuiteó Navalny el 2 de julio.
Ante ello, la Unión Europea pidió a Rusia que investigue las irregularidades denunciadas durante el proceso.
CENSURA Y REDES SOCIALES
Nacido cerca de Moscú en 1976, el mayor crítico del Kremlin estudió Derecho y comenzó su carrera política en el partido liberal Yabloko, pero fue apartado de este, según su fundador, por sus opiniones nacionalistas. Luego, informa Deutsche Welle, se involucró en la Marcha Rusa, movimiento derechista y xenófobo. Más tarde, se distanció en parte de esa agrupación.
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Navalny debe su popularidad al Internet, ya que en la TV rusa se le llama títere de Occidente. En 2008 las denuncias que publicó en su blog sobre malas prácticas en las altas esferas políticas y en algunas empresas estatales condujeron incluso a renuncias de funcionarios, algo inédito en Rusia. En YouTube tiene alrededor de 1.6 millones de seguidores; en Twitter, 2.2 mllns.
Con ello, llega a una generación joven. Ahí reside su particular fortaleza. Desde esa plataforma, en marzo de 2017, convocó a unas 20,000 personas para protestar contra el gobierno, una cifra histórica.
Fue detenido por primera vez en 2011. Pasó 15 días en prisión por haber encabezado una manifestación frente a un edificio gubernamental en Moscú, en protesta contra irregularidades denunciadas en comicios parlamentarios. En 2012, desde el gobierno se ordenó una investigación policial sobre su pasado. Un año después, fue juzgado por malversación de fondos en la ciudad de Kirov y sentenciado a cinco años de cárcel. No obstante, se le liberó al día siguiente, a la espera del resultado de una apelación a un tribunal superior. Posteriormente, la condena fue suspendida.
A pesar de verse involucrado en líos judiciales, Navalny pudo presentar su postulación a la alcaldía de Moscú en 2013. Logró el segundo lugar en aquellas elecciones, tras Serguei Sobianin, un aliado de Putin. El resultado fue interpretado como un éxito de una oposición fortalecida.
En 2016 anunció su candidatura presidencial, pero en diciembre de 2017 la entidad rectora de las elecciones le negó esa posibilidad. La razón fue una condena por presuntos delitos económicos.
Sobre el envenenamiento, Rodríguez Mackay lo considera una práctica secuencial y sistemáticamente negada, que da cuenta de una vuelta a un modus operandi propio de la Guerra Fría, al más puro estilo de la otrora Unión Soviética.
En julio de 2019, tras haber sido liberado de una cárcel donde pasó diez días, Navalny fue encarcelado por casi un mes por infringir las estrictas leyes rusas relativas a las manifestaciones. El opositor acusó a las autoridades de haberle suministrado una sustancia tóxica cuando estaba confinado. “Alergia” fue el diagnóstico oficial de sus síntomas.
Lo sucedido la semana pasada pinta de cuerpo entero a quienes quieren perpetuarse en el poder y no dan un ápice a la tolerancia, añade el experto.
Tras 20 años en el gobierno, Putin no descarta ir por una nueva reelección. Las declaraciones que dio en junio, durante el proceso de referéndum, cobran otro sentido si se miran a la luz de este caso, aún no resuelto: “Tenemos que trabajar, no buscar sucesores”.
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