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Zoé en Lima, música para explorar nuevas galaxias [CRÓNICA]

La banda mexicana de rock alternativo y psicodélico se presentó el miércoles en Domos Art de la Costa Verde como parte de la gira de su último disco.

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(Andrés Valle)
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Fecha Actualización
León Larregui es un niño. El vocalista y líder de Zoé, de casi 45 años, jugaba con un globo azul que tenía impreso el nombre de su banda, bailaba tímidamente de un lado a otro, tocaba un violín imaginario para acompañar una melodía emotiva, caminaba sobre su sitio mientras Sergio Acosta, el guitarrista principal, desplegaba un enérgico solo. La banda mexicana se presentó en los Domos Art de la Costa Verde como parte de la gira de su último disco.
La agrupación formada en 1995 encontró, pasadas las 9:30 p.m., a un auditorio joven, de poco más de 20 años de edad promedio. Un público que formaba corazones con las manos, que grababa con sus celulares y hacía historias de Instagram, que sabía la letra de las canciones, incluso las del álbum Aztlán, lanzado en abril de este año.
Comenzaron con “Venus” y “Azul”, que dibujaban el sonido de su nueva producción. Larregui había aparecido en el escenario como un rockstar y se convirtió en un personaje que improvisaba bromas, jugaba con el público. Se sobrepuso desacomodadamente, entre risas, un chullo que lanzaron a la tarima. También le obsequiaron una bandera peruana, que amarró al parante del micrófono. Seguidamente, se escucharon los éxitos "Vía Láctea", "Labios rotos" y "Hielo".
En los intermedios, el frontman hablaba tímidamente mientras la audiencia, enardecida, pedía canciones, gritaba, exigía regalos a la banda. Lanzaron sus púas de guitarra, sus toallas de mano. En un momento, Larregui entregó hasta su botella de agua. “¿Se aburrieron?”, preguntó irónicamente, “sé que las canciones nuevas son difíciles de procesar”. El público quería más.
Lo de Zoé son composiciones que miran el amor desde lo cándido, lo inocente. Así, su repertorio está poblado de amores jóvenes, como “Poli”, a cuya letra aumenta el vocalista que la protagonista es tal vez mexicana, tal vez peruana. Además, algunas canciones se han hecho entrañables. Tras el reclamo exigente de los asistentes, Lárregui cantó “Paula” a capela, y su voz se escuchaba menos que el coro del público.
Zoé regresaba tras su presentación en el Vivo x el Rock de mayo de este año. “Es la segunda vez que nos presentamos en Lima con show propio. Recuerdo que hace mucho tiempo, creo que en 2009, cantamos frente a 200 personas", evocaba el vocalista ante los casi 3,000 asistentes del miércoles.
Zoé dispuso también melodías psicodélicas y espaciales, las celebradas canciones de sus álbumes Memo Rex Commander y el corazón atómico de la Vía Láctea (2006) y Reptilectric (2008). La locación, los Domos de la Costa Verde, era lo más cercano para observar las estrellas, pero desde la música. Sonaron “Nada”, “Reptilectric”, “No me destruyas”. También “Arrullo de estrellas”, “Soñé”.
De niño, Larregui quería ser astronauta, astrónomo y arqueólogo. El concierto dejaba ecos de la cultura azteca y de viajes astrales sin dejar de lado las historias de desamor de la música tradicional mexicana (antes de salir al escenario sonó “Cuidadito” de María Victoria). "Dejemos de mirar hacia fuera y miremos hacia adentro, a lo que somos", decía León sobre la identidad latinoamericana y las similitudes entre Perú y México.
El grupo multiganador de los Latin Grammy, que completan Rodrigo Guardiola en la batería, Jesús Báez en el teclado y Ángel Mosqueda en el bajo, llegó con su disco más melancólico, de canciones precisas, producido por Craig Silvey (quien ha trabajado con New Order, Arcade Fire, entre otros). Aztlán, en los mitos, es la patria y lugar de origen de los aztecas. En este disco, los músicos mexicanos vuelven a la esencia de sus sonidos sin dejar de explorar texturas y atmósferas sintéticas.
Como si fuera una travesura, Larregui anunció en tres ocasiones su despedida, la última canción. La definitiva fue “Love”, seguida de gritos desaforados y aplausos. En sus composiciones es posible encontrar una ingenuidad, un espíritu joven que da brillo a las letras, algo parecido a la poesía. Tal vez en armonía con las canciones que hablan de la Vía Láctea se encuentra el desamor y las historias desgarradoras de la ranchera, el rock de la infancia.
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