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Sofía Kourtesis: “Susana Baca es una diosa, es mi héroe” | Movida21

No solo alcanzó las cumbres de la música electrónica en el mundo, también llegó a festivales como Glastonbury. Volvió a Lima para dar varios conciertos y regresó a Magdalena, donde nació y la entrevistamos. Sofía Kourtesis en Perú21.

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Sofía Kourtesis, de Berlín a Magdalena. (Foto: Javier Zapata).
Fecha Actualización
Estamos sentados en una banca de la plaza principal de Magdalena. Hay sol de mediodía, pero tenemos sombra. Distrito donde nació y desde el cual partió a Berlín, Alemania, a los 17 años.
Siempre vuelve al Perú, pero esta vez volvió una Sofía Kourtesis que ya pisó afamados festivales como Tomorrowland y Glastonbury, aquella que ya inscribió su nombre en los carteles de Coachella, Primavera Sound y South By Southwest. Y con el disco Madres en las maletas, que se posicionó en prestigiosas listas internacionales de los mejores álbumes de 2023. Nos visitó una Sofía Kourtesis con 38 años que, en medio del ruido del impacto internacional, acaricia estos momentos: andar ligera, sentarse en una banca y, detrás de unos lentes oscuros, conversar.
Eres una chica de barrio.
Sí. He vivido acá hasta los 13 años.
¿El barrio te formó o parabas en tu casa?
Creo que mitad, mitad. Me puso más atenta de mis alrededores, eso me ha ayudado un montón de veces. Pero mi abuelita era muy estricta, no podía salir todo el tiempo a la calle. Mi mamá era más relajada, me dejaba salir con mis amigos del barrio.
¿Dónde encontraste la música?
En Magdalena antes había muchas personas tocando afuera con la guitarra. Había señoras que les gustaba cantar en sus balcones y casas. Eso me vino estimulando mucho desde niñita. Y mi papá tocaba en una banda de rock: Los Dakotas. Él tocaba el keyboard (teclado) y era cantante. Hacían temas propios, en los 70's, 80's. Llegaron a publicar en vinilo. Mi familia escuchaba de todo, música clásica, electrónica...
¿Quién escuchaba música electrónica?
Mi papá y mis tíos, porque tenemos familia en Alemania, siempre íbamos y veníamos. A mi papá le gustaba Kraftwerk y Pink Floyd, le encantaba la música electrónica tipo indie. Yo me he criado entre Alemania y Perú. Vivía tres años allá, regresaba a Lima y volvía a Alemania. Eran dos mundos completamente diferentes. A los 3 años fui por primera vez Alemania. Eso me enseñó mucho y que inspirara la música que hago. Mi corazón es peruano, pero mi motor es alemán. He vivido más años allá, he vivido de largo los últimos 20 años.
¿Magdalena y Berlín se parecen en algo?
La cosa de comunidad...
En tu música, por lo menos en el disco Madres, hay una calidez particular. ¿De dónde viene?
Siempre he tenido personas a mi alrededor que eran bien corazón, que eran como pequeños angelitos, mi abuelita era una de esas personas. He recibido mucho amor de mi familia. Yo siempre vivía en mi propio mundo. Como extrañaba a mis papás, yo me los creaba. En esa época era muy cerrada. Hablaba con ellos, tenía amigos imaginarios. Desde chiquita escribía bastante poesía. Era como tratar de escapar de la realidad. En mi mundo todavía no era músico, era poeta. Me encantaba escribirle cartas largas a mi mamá, le contaba de mi mundo.
¿Las leyó?
Sí. Me quería llevar al psicólogo, pero después se dio cuenta... (risas).
¿Y en qué momento empiezas a dedicarte a la música?
Hacía música porque era una manera de desestresarme de la depresión que tenía y la soledad. A los 17, 18 comencé a tener depresiones en Alemania. Acá (en Lima) tuve muchos problemas en los colegios que estuve, no me entendían y como soy bisexual, tenía una amiguita que me besaba y nos vio una profesora de la escuela y me echaron la culpa a mí, me hicieron bullying, me llevaron al padrecito porque tenía que sacar al demonio de mí; todas esas cosas me parecieron raras, lo que en Alemania era normal. Me comportaba como si estuviera en Alemania y acá no me entendían. Y dije: “Mejor me voy allá, voy a estar más segura”. Me encapsulé de nuevo en mi mundo de soledad, pero ya sabía cómo manejar mejor mis sentimientos y vi la música como una catarsis. Pero nunca le eché la culpa a nadie.
¿La música electrónica vino como parte de la soledad?
Sí. Pero siempre he sido muy afortunada porque tenía tanto amor de mamá y papá. Tengo la mejor mamá del mundo. Mi mamá es bien open mind y me ayudó a irme a Alemania con 17 años. Pero Magdalena siempre fue mi infancia. Y mi mamá también ha sido regidora de cultura de Magdalena. Y su mejor amiga era Susel Paredes. Siempre estuvimos rodeadas de mujeres fuertes y trabajadoras.
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Ahora, cuando llegas a Berlín lo primero que haces es hip hop.
Sí, quería ser rapera, pero no era buena rapeando. No podía representar a esa comunidad. Pero a través del hip hop comencé a hacer música electrónica. Estudié cine y soy una cineasta frustrada, y me gustaba hacer cortometrajes y la manera cómo hago mi música es en una PC y puedo samplear los sonidos de carros, de gente hablando, de películas favoritas; y después los arreglas y con eso podía hacer música.
Es como crear tu mundo imaginario.
Sí. Un álbum era como una película y cada canción es como un capítulo. Yo conversaba con mi computador (risas). Me comunicaba con mis máquinas y ellas me representaban en las canciones que no cantaba, y fue evolucionando hasta ser música pop electrónica.
¿Por eso también te gusta Manu Chao? Interviene su música con sonidos prestados y crea como collages. Y claro, tienes un feat con él.
Sí. Mi mamá me llevó a mi primer concierto con él. Mis papás eran activistas y recuerda que en mi mundo también era poeta, y Manu Chao es un gran poeta.
¿Y no quisiste hacer una banda ska, fusión como lo hizo Manu Chao?
Es que era muy autista.
¿Ya no lo eres?
Sí, pero a veces me abro más...
¿Autismo diagnosticado?
Creo que cuando era niñita sí tenía un leve autismo. Hoy tomo más que nada medicamentos contra la depresión. Creo que mi terapia fue la música, porque me hizo abrirme un poco más con las personas, tratar de escucharlas, entenderlas y comunicarme.
La repetición es un factor en la música electrónica. ¿Tiene algún efecto terapéutico?
Si es una bonita melodía y la repites, tu cuerpo bota serotonina... Es como un enamoramiento. El beat de la música electrónica te estimula, es sentirte mejor.
Es bien sensorial.
Exactamente. Yo considero que también hago música electrónica melancólica. Pero también hay música para cuando tienes cólera. La música electrónica te calma y te hace ir a otro mundo.
En tu música hay una curva que empieza quizás más experimental y con Madres te abres más al pop. ¿Es correcta esa lectura?
Sí. (Madres) es una etapa en la que debía ser más vulnerable y tratar de explicar cómo me siento en mi historia para que otras personas no se sientan tan solas. Hay un montón de gente que cuida a sus papás y los pierden, pasan ese proceso. Se trata de la importancia de los padres, respetar a las personas que tienen el honor de cuidar a sus padres. Era hablar de ese tema que no muchos músicos electrónicos lo tocan: lo frágil de ser y de perder a un padre que amas.
¿La electrónica se ha perdido en la experimentación, en el viaje?
En algún momento fue muy mainstream... En un momento perdimos la fragilidad, la vulnerabilidad y la sinceridad en la música electrónica. Era un “ya, quiero hacer una fiesta, quiero volverme loco”, y ahí se quedó. Pero yo trato de hacer la curva y decir: mi comunidad no es así, hacemos música electrónica porque tenemos otros mensajes, no solo “quiero volverme loca y tomar drogas hoy en la noche”. Siento que necesito pensar, algo que me acompañe.
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Madres tiene cierta melancolía y, a la vez, es luminosa, ¿no?
Se trata mucho de esperanza. Yo veo mi mundo como una película de mucha suerte, de no dejar de creer en sueños y milagros, porque mi mami casi se muere el año pasado, hubo un neurocirujano muy famoso que le salvó la vida.
A quien casi lo invocaste.
Lo manifesté. Lo fui a buscar y le ofrecí una canción. Y ahí comenzó la historia, yo creo que él es un ‘alien’, es una persona muy buena, es como un ser de otro mundo. Y lo llevé al club más famoso de música electrónica de antes y después de la muralla, una institución y le encantó, para un show que hice. Peter Vajkoczy es una eminencia. Solo hay tres doctores que hacen esas operaciones. Él dice que las operaciones que hace son como una sinfonía. Es como un director de orquesta. También tiene su mundo imaginario: imagina las operaciones antes de operar al paciente. Es un artista.
¿Y tu madre qué dice del disco?
Le encanta la electrónica. Es un milagro poder llevarla a festivales grandes.
¿La llevaste a Tomorrowland en Brasil?
No...
¿A Coachella?
Iré al próximo año. Este año iba ir, pero tenemos una filmación de una película.
Te das el lujo de postergar Coachella.
Sí, pero más me gusta Glastonbury, donde ya toqué y ahora voy a volver. Como artista tienes que saber qué es lo primordial: mi familia, mi mundo imaginario, mis películas, mi música y las personas, y después los festivales, los festivales pueden esperar.
Tu proceso de crecimiento ha sido bien rápido.
Lo de Glastonbury sí me pegó: con Dua Lipa, Oasis, Paul McCartney y tú estás ahí.
A Glastonbury hemos llegado con cumbia (a través de Cumbia All Stars) y ahora con electrónica.
Todo lo hago más que nada por mi familia y por mi país. Pero también lo hago por mi niña, por mi mundo imaginario que está en mi cabeza. Lo veo como una oportunidad, pero no trato mucho de vivir ese momento, me controlo.
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De acá a 20 años te sorprenderás de lo hecho.
Mejor es no pensar mucho en eso, porque pierdes la expectativa e inocencia. Lo más bonito para hacer música electrónica es siempre pensar en tratar de mejorar. Si me la creyera no podría hacer la música que hago. Tocar en Tomorrowland fue impresionante, pero ese día mi mamá se fue a UCI y yo tenía que aguantarme dos horas sin llorar. Yo no sabía qué hacer. Yo no quería tocar, pero mi mamá me hubiera matado si no tocaba. Y si soy sincera, tampoco quería tocar ahí... Estoy muy agradecida, hay mucha gente que se lo merece más que yo... Pero ese mundo no es la razón por la que yo hago la música, es un mundo muy mainstream para mí.
Bueno, en Lima elegiste tocar en Casa Bulbo, que es un lugar íntimo.
Sí, y eso me hace más feliz, puedo hablar con las personas. Tomorrowland es un monstruo de festival. Glastonbury lo voy a hacer en el mismo escenario de Lana del Rey. A veces siento que es mucho, pero estoy muy agradecida, le agradezco a Dios, a mi mamá y a las personas que creen en mí. No me gusta cuando una persona es arrogante y se cree, lo primordial es la humanidad. Los artistas de experiencia son mucho más calmados y humanos que todos los DJ’s que se creen...
Me da la impresión de que ese factor mainstream es fuerte en la música electrónica. ¿O no?
Y es el mundo que a mí no me gusta. Al comienzo no quería tocar ahí porque no represento esa escena: “ay todos somos cool, qué cool soy”. No me importa eso. Yo solo quiero compartir cómo me siento. Te puedo decir que los DJ’s nuevos que tocan en Tomorrowland, en los raves, a veces me dan ganas de darles clases de comportamiento, es horrible, se creen... No pertenezco ahí. Esa industria del Tomorrowland y los DJ’s no me gusta.
Volvamos al Perú. ¿Qué sabes de la escena peruana?
Dengue Dengue Dengue hace una música hermosa, tropical; también está Novalima. Susana Baca es una diosa, es mi héroe, es la cantante latinoamericana más talentosa de esta década, la adoro, como mujer, como persona, como ser humano, como artista.
Sería interesante un feat con Susana.
No me atrevo a contactarla. Sería lo máximo. Y a Miki González lo amo, es uno de los que comenzó a hacer música electrónica en Perú. No estoy muy familiarizada con la cumbia peruana, pero me gustaría hacer investigaciones.
¿Para un futuro disco medio tropical?
Soy muy depresiva para lo tropical.
Pero la chicha tiene melancolía.
Tendría que abrir mi mundo un poco más. Pero voy a tratar de investigar más.
Antes de empezar la entrevista me dijiste que esperas que llegue la banda. Pensé que en escena eras básicamente tú.
Ahora que vamos a tocar en Glastonbury tenemos cantantes de soul, baterista, tecladista, bajista y bailarines.
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¿Estás camino a dejar de ser DJ?
Me gusta mezclar ambos mundos. Lo bonito de ser DJ es tocar música de tus mejores amigos y ver a la gente cómo la baila, hacer ediciones de sus cantantes preferidos. Es medicina. Y cuando toco en vivo me agoto más, porque es como abrir un diario.
Es abrir tu mundo imaginario.
Y compartes lo más íntimo. Cuando canto “La Perla”, la canción que compuse cuando mi papá se estaba muriendo de leucemia, la vivo y eso me agota, pero es como darle a alguien todo tu amor, tu intimidad, crear ese mundo para que las personas no se sientan solas. Pero nunca dejaré de hacer DJ set. Para el próximo álbum que saldrá este año serán de nuevo las máquinas hablando por mí, para relajarme un poco. Me encanta venir a Perú a investigar, a encontrarme. Estoy en proceso de investigación para el disco, grabando voces, quiero visitar a los Ballumbrosio, me encontraré con Miki González. He manifestado que vamos a entrar más con nuestras melodías peruanas para que otros mundos nos entiendan más a través de la música, quiero contar nuestra historia de una forma más fácil. Enseñar mi mundo, su hermosura y problemática.
Mostrar Magdalena.
Yo amo Magdalena del Mar. Esto es respirar. Ir al mercado a comprar frutas, ir donde mis caseros, me encanta reciclar mi ropa, fashion Magdalena.
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