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Jhovan Tomasevich: “Un programador (de radio) me dijo: ‘Al peruano le gusta bailar y sufrir’”

Es la voz de Zen, grupo de rock que en marzo cumple 20 años y que mañana celebrará el Día de San Valentín en el Rock N’ Love Fest. Perú21 entrevistó a Jhovan Tomasevich.

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Fecha Actualización
La primera canción que compuso fue de amor. La llamó “Aún me tienes”. Pero de aquel amor que va de lo personal a lo familiar. Era como una carta a sus amigos, a su familia, a la novia. Era como decirles ‘no estaré con ustedes, pero los llevaré en el corazón’. “El éxito económico de un artista puede ser el fracaso de tus relaciones, porque ya no estás ahí. Cuanto más éxito tienes, menos tiempo estás en casa”, dice sobre las razones de aquella pieza. Tenía 19 años. Desde los 16 ya estaba claro que sería músico; empezó a tocar en bares, mientras sus padres esperaban que se dedique a otra cosa.
Luego de Huelga de Hambre, aquella banda que sonaba al grunge importado de Seattle, llegó Zen, que miró al rock de una manera más universal. En marzo próximo los creadores de “Quédate” cumplen 20 años y mañana nos entregan su primer concierto de 2022. Será en Rock N’ Love Fest, en el Anfiteatro del Parque de la Exposición, desde las 2 p.m. Entradas en Joinnus. También estarán Mar de Copas, Gaia, Campo de Almas y más. Una cita que adelanta el Día del Amor y la Amistad.
Para ver por primera vez en vivo a una banda de rock se escapó de casa. No dijo adónde iba, sus padres pensaron que estaba en los límites del barrio. Un amigo lo acompañó. Tenía 14 años. Tomaron un ómnibus y cruzaron la ciudad, de San Borja a San Miguel. Ese día se presentaba el grupo de rock Los Perros. Parado frente al escenario del auditorio de la Feria del Hogar, vio salir a escena a Franjo Antich, la voz de Los Perros, ataviado como el rock manda. “Yo quiero ser cantante por ese cantante”, pensó Jhovan Tomasevich.
-¿Sería exagerado proponer que eres un artista que le canta al amor?
Un antiguo programador de radio me dijo una frase muy importante. Las bandas de rock mandábamos nuestras canciones o discos a las radios, pero misteriosamente siempre eran aprobadas para ser tocadas las power ballads, y un día le pregunté al programador qué onda, qué pasa con las otras canciones. Me dijo: “Lo que pasa es que al peruano le gusta bailar y sufrir”. El rock no entra en bailar, pero en sufrir, para cortarse las venas con una galleta de soda, entran las power ballads.
-“Quédate”, la más escuchada de Zen en Spotify, supera los 6 millones de reproducciones y es una power ballad. ¿Cómo nació?
En esa época tuvimos la oportunidad de grabar un disco producido por un exintegrante de los Guns N’ Roses en Los Angeles. Nos sentamos a trabajar rápido en canciones y teníamos como objetivo una rockera y una que sea el contrapeso, una power ballad. Mi forma de cantar se adapta bien para ambos estilos, sobre todo para las power ballads; bajo ese contexto apareció la canción, que habla de una ruptura que no tiene vuelta atrás, de una relación que ya no va a funcionar.
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-Encajas en el estereotipo del cantante de power ballads. Tal vez si empezabas en los 80's, habrías sido baladista.
Aerosmith en cada uno de sus discos tiene una power ballad, Guns N’ Roses también. Entonces, su influencia de alguna manera se refleja en las canciones que hago. Pero en los 90's cuando entra el grunge, fue una influencia fuerte y también hay power ballads en Soundgarden o Pearl Jam.
-Pero son power ballads más oscuras.
Sí. Y te diría que nuestras power ballads tienen más de los 90's que de los 80's.
-Siempre te asocié a Eddie Vedder, la voz de Pearl Jam, desde Huelga de Hambre. Pero de pronto te vi en el video de “Quédate” en un bar con Melissa Loza de modelo. ¿Renunciaste al grunge, a los 90's, para apostar por algo que podría funcionar más en Perú?
Cuando empezamos a hacer música propia, tratamos de pegarnos más a Soundgarden. Cuando se desarma Huelga de Hambre y empiezo a escribir nuevas canciones, ya el grunge no era tanto una influencia; estaba en la búsqueda de cantantes mucho más melódicos y ahí encuentro ese balance en cantantes como Bono de U2, Depeche Mode, The Cure, INXS. A partir de ahí empiezo a darle más forma a mi identidad y a mi forma de cantar.
-Te alinearía más en la onda Aerosmith, Bon Jovi, las baladas de Guns N’ Roses.
Eso puede ser por la personalidad, porque ya en vivo aprendí a ser un poco más extrovertido. Usaba el look del pelo largo, me di cuenta de que salía a cantar con bivirí y la gente decía que quería pegarla de sensual pero lo hacía porque en el escenario con las luces te mueres de calor.
-¿El rock y la balada son estilos anacrónicos, fuera de tiempo?
De la balada no estaría tan seguro porque la artista que regresa cada cierto tiempo con baladas y es la más escuchada en plataformas digitales es Adele. O escuchemos el trabajo de Billie Eilish, son súper baladones. En el rock and roll, probablemente sí, pero también ha mutado el sonido: han cambiado guitarras distorsionadas por sintetizadores, teclados, pero mantienen la misma esencia.
-¿Cuidas en tus letras no pisar los clichés del amor?
Con cada año he tratado de trabajar mucho más mis letras, pero sintiéndome pegado a la filosofía de Cerati, donde él siente que probablemente haya una frase que sea la que representa a la canción y a veces suelta palabras que adornan eso, y el significado se lo da la gente.
-¿Pero en el caso del amor procuras evitar ese amor muy dolido? Hoy, con tanta corrección política, hasta se dice que determinada canción no debería cantarse porque valida los amores tóxicos.
Siempre he estado pendiente de cómo cambian las épocas y cómo es que hay ciertas canciones que incluso los mismos músicos están obligados a cambiar las letras, porque esos contenidos ya no son aceptados. Y en ese sentido, creo que lo veía venir desde hace mucho tiempo; en el rock de los 80 había códigos con los que no me sentía muy identificado: hablar de chicas, de fiestas y de pegarla de bacán, ser un mujeriego; a la hora de componer he tratado de ser un poco más neutral en el todo. Y no he tenido nunca problemas con esto de tener que cambiar mi letra, porque no hay ninguna con la que choque culturalmente con los cambios que se han dado.
-¿Has enamorado a tu actual esposa o a parejas anteriores con canciones?
Es cierto que la música era probablemente mi mejor herramienta para acercarme a las personas. Siempre he sido bastante tímido. Sí me di cuenta de que estar en una banda de rock te da cierto poder de no tener que ni siquiera hablar, porque la gente se acercaba para conocerte. Soy bastante parco en ese sentido, no soy detallista, no soy el romántico que la gente puede creer.
-¿Tu esposa se enamoró primero del cantante?
Mi esposa me odiaba cuando era cantante (ríe), porque nuestras personalidades chocaban.
-¿Y en qué momento dejó de odiarte?
De caernos tan mal empezamos a contarnos nuestras penas y celebrar los aciertos, y en una de esas nos habíamos vuelto mejores amigos, y de ahí fue un pequeño paso hacia adelante.
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-Volvamos al presente. Para alguien que hace rock desde hace más de 20 años, ¿cuál es tu percepción de fenómenos como Bad Bunny, que a muchos les causa rabia?
No entienden la figura y lo que pasa es que Bad Bunny es un fenómeno cultural, desde sus letras y ropa. Acabo de regresar de viaje y veo que donde se mueve la moda para todo el mundo la ropa que sale es la misma que usa él. La música y las letras hablan de cómo viven los más jóvenes, que es donde ha calado fuerte. Entonces, cuando veo las quejas de ciertos compañeros o colegas, no están viendo la película completa; primero, la música no es un tema del que tiene más tiempo o el que más se esfuerza trabajando lo va a lograr, es una de las carreras más ingratas; puedes estar el resto de tu vida, pero si no tienes talento, no enganchas con el gusto de la gente. Hay quienes pegan megahits como Bad Bunny, o quienes tocan en bares y también pueden hacer una vida de la música.
-¿Dónde te sitúas?
El camino de la banda es un poco convertirnos en una suerte de rock clásico; no significa que haremos música como Led Zeppelin o AC/DC, sino porque el estilo de la banda está definido. Ya tenemos un estilo ganado. El público que nos escuchó hace 20 años nos sigue todavía y la banda sigue cosechando la atención de mucho público joven que también escucha reggaetón. Seguiremos mejorando nuestras composiciones y nuestra manera de interpretar, pero con el mismo estilo, la misma esencia. Ahí me ubico.
AUTOFICHA:
- “Soy Jhovan Tomasevich Herbozo. Tengo 45 años. Nací en Lima. Acabé el colegio, estudié un par de cosas, pero muy mínimo: un ciclo de Marketing, un ciclo de Computación, y me dediqué a trabajar. Empecé a hacer música en el barrio, como jugando”.
- “Todo (sobre música) lo aprendí en el camino, no estudié para componer, para cantar llevé tarde clases y aprendí. De guitarra, empecé a llevar clases en pandemia; y composición, al feeling. Con Zen ya tenemos cinco discos de estudio y tres en vivo publicados”.
- “Como solista tengo dos discos publicados. Para este año haremos conciertos donde vamos a ir presentando varias cosas de la banda, estamos preparando material nuevo, un video nuevo. Habrá varias novedades. Dentro de poco se viene un concierto súper grande celebrando los 20 años de Zen”.
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