Es inevitable la nostalgia cuando ingresas a , en la cuadra siete de la avenida Nicolás de Piérola. Hasta el ruido deja de incomodar.

Soperos Unidos tiene algo del Queirolo, del Cordano o del Carbone, es como un mosaico de esas Limas que pasaron, dejaron huella y nunca más se borraron de la memoria colectiva. Y, sin embargo, con sus discretos toques de neón (no se pierdan la foto en la pared donde se lee “Jamás vencido”) te devuelven a este tiempo, donde la ciudad es cada vez más variada en sus opciones para beber y tomar.

Soperos Unidos busca reivindicar la tradición de la taberna y lo consigue con sus piqueos oportunos para acompañar con la cerveza, el pisco o algún coctel de la casa.

La carta rescata los desayunos tradicionales de Lima, las sopas de siempre y los guisos de casa. Imperdible: el caldito de gallina, con sus fideítos, papa amarilla, toque de kion, cebollita china con rocoto y su limoncito.

Vale la pena pedirse un café –orgánico–, una chicha morada heladita, un emoliente clásico y por supuesto instalarse en la barra pisquera por un chilcano.

Abierto en agosto, Soperos Unidos poco a poco va congregando fieles clientes que alrededor de un escenario vintage nos permite disfrutar de una buena charla. Exquisita la causa, la butifarra y el piqueo estelar de la casa con empanaditas rellenas de carne.

“Dicen que todo tiempo pasado fue mejor y nosotros traemos lo mejor de aquel pasado. Volvamos a la tradición tabernera: a los guisos y sopas que amamos, a los platos generosos en cantidad, sazón y corazón”, dicen en su presentación. Y no exageran ni un poquito.

Soperos Unidos es uno de esos lugares a los que obligadamente vamos a regresar porque una chelita con su butifarra siempre cae perfecta para acabar el fin de semana.

DATO

Esta propuesta se ubica en la avenida Nicolás de Piérola 700, muy cerca de la plaza San Martín, en el corazón del Centro de Lima.

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