La Capitana: El buque insignia de Angie y Paola llega a Surquillo

Empezaron en Pueblo Libre. Un pequeño local en una esquina apacible donde a la buena cocina sumaron una oferta coctelera potente que al caer la tarde derivaba en jarana.
SABORES. Los platos que nacieron en Pueblo Libre siguen presentes con nuevos aromas.

En menos de tres años Angie Márquez y Paola Figueroa han consolidado una propuesta marina sabrosa, distendida, de mercado, que fluye al ritmo de la salsa que anima el local.

Empezaron en Pueblo Libre. Un pequeño local en una esquina apacible donde a la buena cocina sumaron una oferta coctelera potente que al caer la tarde derivaba en jarana.

Dieciocho meses más tarde, con una clientela ganada al barrio, a la inquieta Angie le picó nuevamente el bichito del cambio y empezó a buscar un local en Surquillo. Encontraron una suerte de garaje, depósito, o espacio en escombros, con poco frente, pero fondo generoso y empezaron a construir. Seis meses después inauguraron una cocina (más grande que la anterior) al fondo, pero siempre expuesta al público, diez mesas en doble fila y en el piso superior un taller.

Quitaron los LP salseros y la máquina de coser de sus inicios para optar por una decoración minimalista, mantuvieron el pizarrón donde anuncian los platos del día y especialidades y agregaron una barra que funciona de bar y picoteo.

Paola, administradora diligente y ordenada, está a cargo de la sala. En la cocina sigue el talentoso David Insandara apoyado por seis cocineras encargadas de los guisos y platos de largo aliento. Mujeres, la mayoría son mujeres empoderadas, fuertes, luchadoras que no le temen al riesgo ni al cambio.

La carta de sólidos y líquidos creció con piscos y tequilas como puntales de la coctelería. Las entradas frías se sostienen en un producto fresco y en sabores sutiles bien elaborados. Si bien el cebiche apaltado con alcaparras y patacones sigue siendo muy demandado, el trabajo de David con pulpo, almejas, navajas y mariscos de temporada es variado y de alta calidad: el crudo chalaco, el tiradito kamikaze (con bonito curado), el crujiente de calamar o las gyozas (de pulpo y langostinos) son algunos ejemplos.

Empezó el otoño y regresaron las sopas. Por ahora, ponen un suculento sudado Morropón, luego irán sumando caldos, chilcanos y aguaditos conforme la temperatura descienda. Los platos que nacieron en Pueblo Libre siguen presentes con nuevos aromas contemporáneos: el arroz con pato, el seco norteño con asado de tira, el lomo saltado, el arroz marinero, el pulpo rostizado con papitas nativas, el cau cau de mariscos son opciones recomendables. Las porciones son sensatas y los precios razonables.

De postre ponen crema volteada, suspiro de chirimoya y los fines de semana mousse de mango.


DATO


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