“Ese escenario menos pesimista de la economía mundial se torna menos relevante para nosotros en la coyuntura en que nos encontramos, ya que los disturbios en el país están generando un fuerte costo económico y social”.  Fotos Hugo Curotto @photo.gec
“Ese escenario menos pesimista de la economía mundial se torna menos relevante para nosotros en la coyuntura en que nos encontramos, ya que los disturbios en el país están generando un fuerte costo económico y social”. Fotos Hugo Curotto @photo.gec

A principios de año anticipé que la economía peruana en 2023 navegaría en aguas turbulentas a pesar de la tranquilidad de empezar el año con un gobierno más serio. Me preocupaban los varios trimestres de desaceleración que se observaban en nuestro PBI, las estimaciones de una posible recesión de la economía mundial y el impacto de la inestabilidad política sobre nuestra economía. En poco más de tres semanas, el peso de los distintos factores ha cambiado; ahora es más preocupante la inestabilidad política interna, convertida en disturbios violentos en diversas regiones del país, que ha afectado nuestra capacidad productiva al impedir el libre tránsito de mercancías y personas, “secuestrando” ciudades y pueblos, con un fuerte impacto económico y social.

Ahora preocupan menos las perspectivas de la economía mundial, con muchos más economistas pensando que la desaceleración será menos dramática que la anticipada, porque la economía americana se sigue mostrando relativamente fuerte (creciendo 2.9% en el cuarto trimestre de 2022) y China decidió terminar su política COVID-0, lo que conllevará a un crecimiento más rápido de su economía y del mundo este año. La probabilidad de que haya “un suave aterrizaje” de la economía americana ha aumentado, lo que implicaría controlar la inflación sin incrementar fuertemente el desempleo y afectando la economía en menor grado, incluso solo ocasionando una leve recesión.

Ese escenario menos pesimista de la economía mundial se torna menos relevante para nosotros en la coyuntura en que nos encontramos, ya que los disturbios en el país están generando un fuerte costo económico y social. Las regiones donde se han concentrado las mayores pérdidas han sido Cusco, Puno, Madre de Dios e Ica, aunque otras zonas del país también han sido afectadas por el cierre de carreteras y de negocios. Hace unos días, el ministro de Economía informó que los disturbios habían generado pérdidas por S/2,150 millones entre el 8 de diciembre y el 23 de enero. Esta cifra seguirá aumentando mientras no se controlen las protestas.

Los disturbios también están incrementando nuestra inflación, ya que la interrupción del libre tránsito impide que muchos productos lleguen a tiempo a los mercados, lo que ocasionó desabastecimiento y aumento de precios, y ha afectado principalmente a las familias de menores ingresos que destinan mayores porcentajes de los mismos a alimentos y transporte. Esto impide que el BCRP flexibilice su política de tasas de interés, impactando el crecimiento. Si continúa la inestabilidad política, será difícil que la economía peruana crezca entre 2.5% y 3% en 2023, como muchos proyectaban, particularmente ad portas de un nuevo proceso electoral.

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