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El 41% de limeños afirma haber perdido su trabajo durante la cuarentena

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Fecha Actualización
No hay duda de que en nuestro país el remedio fue más grave que la enfermedad. Los más de tres meses de cuarentena decretados por el Gobierno para evitar la propagación del COVID-19 no solo puso en jaque a miles de empresas en el Perú; también la continuidad laboral y el bolsillo de los peruanos.
Precisamente, la crisis ha llevado a que el 41% de limeños pierda su trabajo, siendo los niveles socioeconómicos de la base de la pirámide los más golpeados. Así, se identificó que en los segmentos C, D y E la pérdida de empleos afectó al 42%, 61% y 75%, respectivamente, según el estudio realizado a 437 hogares en Lima y Callao por la asociación Escucha al Perú y la agencia de comunicación Pacific Edelman Affiliate.
En tanto, el impacto en el sector A/B fue menor, de 6% y 19%, respectivamente; pese a que solo el 12% hizo teletrabajo. En suma, el 60% de independientes perdieron su trabajo y en menor medida los dependientes.
Pero, los limeños no solo se quedaron sin trabajo durante la cuarentena, el 79% también sufrió el recorté de sus ingresos y solo el 21% restante se salvó de pasar por esta situación de angustia. Aquí, nuevamente, los estratos más bajos de la población fueron los más tocados, ya que sus sueldos fueron mermados en más del 50%, revela el estudio.
“Siempre que hay una crisis económica este sector tiende a ser el más afectado y vulnerable porque no tienen las herramientas (servicios básicos, Internet, estudios superiores, acceso a financiamiento) que los ayude a enfrentarla y superarla”, detalla precisa José Miguel Nieto, presidente de Escucha al Perú.
Por su misma condición, además, están ligados al sector informal que les genera ingresos diarios. No en vano, a los 30 primeros días de la cuarentena se vieron obligados a romperla y salier a las calles, sostiene Juan Carlos Ruiz, vicepresidente ejecutivo de Pacific Edelman Affiliate.
EXPECTATIVAS
El estudio realizado en junio da cuenta que pese a todo, el limeño es optimista, ya que a la pregunta sobre ¿en cuánto tiempo piensa que recuperará su trabajo o las mismas condiciones de su actividad laboral?, un apabullante 89% respondió que en un año o menos. Un 32%, dijo que en seis meses; 31%, en tres meses; y 26%, en un año.
“El limeño es muy optimista respecto a nuestra economía y, especialmente, el segmento B es el más optimista en el corto plazo. Este, incluso, piensa que luego de la pandemia en tres meses recuperará sus actividades. Muchos de ellos son dependientes que trabajaban en grandes empresas y confían que sus corporaciones los vuelvan a contratar”, comenta Nieto.
Para Ruíz este optimismo preocupa porque si en ese tiempo (de tres a seis meses) no se logran recuperar las actividades que tenían antes de la pandemia lo que se va a generar es frustración, lo cual es peor. “Lo peor de tener alguien optimista o pesimista respecto a la realidad es tener alguien frustrado”, asegura.
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Hay que tener en cuenta, además, que la racionalidad empresarial no funciona como la pública. La primera, dice Ruíz, busca rentabilidad y, por tanto, tiende a reducir costos.
“Si durante la cuarentena una empresa redujo costos a costa de eliminar puestos de trabajo y así logró sobrevivir o mantuvo sus márgenes, entonces no va a regresar a contratar gente, seguirá buscando generar rentabilidad”, explica.
No obstante, el consumidor no lo ve así, por ello su optimismo no se ajusta a la realidad, dice.
La recuperación del empleo, asevera Nieto, está ligada al ámbito internacional, gran parte de la economía depende de las exportaciones. Si es que el mundo se reactiva (vale decir China, Europa y Estados Unidos) este proceso será más rápido y también no deja de ser importante las políticas públicas que se den.
Concluyen en que toda esta situación pone al desnudo la parálisis económica muy poco inteligente que tomó el Gobierno para combatir el COVID-19.