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Arjen Robben rompió la maldición
El holandés se despercudió hoy del calificativo de ‘mala suerte’ y le dio el título al Bayern Múnich.
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Lloró como un niño, recibió las felicitaciones de cada uno de sus compañeros y del masajista del club, se desparramó en el suelo, se puso de pie en los carteles de publicidad, abrió los brazos y logró redimirse ante 25 mil fanáticos del Bayern Múnich: Arjen Robben sepultó hoy su maleficio en las finales continentales y se convirtió en el héroe de los bávaros, campeones de la Liga de Campeones.
Tuvo que pasar tres finales perdidas, tuvo que errar goles de manera imposible, tuvo que fallar penales en tiempo añadido y tuvo que ser señalado como el culpable de varias derrotas como para que el holandés pudiera encontrar su gloria nada menos que en Wembley, la catedral del fútbol.
"Esto significa mucho para mí. Realmente no lo puedo creer todavía. Son tantas emociones, esto es increíble", dijo Robben aún en el campo de juego. El presidente honorario del Bayern, Franz Beckenbauer, calificó el gol como un "guiño del destino".
Robben marcó a los 89 minutos el tanto con el que el conjunto dirigido por Jupp Heynckes derrotó 2-1 a Borussia Dortmund y ganó el máximo título europeo después de 12 años y tras haber caído en dos finales en las anteriores tres ediciones.
El mismo futbolista al que el fantasma de las lesiones parecía perseguirle hasta su retiro, selló hoy su nombre en la historia del Bayern y, como si fuera poco, hasta fue elegido como el mejor jugador de la final.
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