Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).
Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).

Partió dejando atrás un país y cuando volvió, encontró otro Perú.

Vanessa tenía 18 años en 1999. Dice que entonces era inocente y obediente, muy leal a su madre: todo el tiempo estaba ocupándose de lo que ella dijera, dejando los estudios por ayudarla con los ocho hermanos menores.

Hoy es parte del equipo que lidera espacios como , un restobar que puede mimetizarse con una sala de arte o con un recinto para conciertos. Un lugar donde podría haber un edificio de 15 pisos para viviendas, pero que, de alguna forma, es rescatado del boom inmobiliario para convertirlo en un majestuoso reducto cultural. DaDA cumple sus primeros cinco años de creación situado en la imponente Casa Rosell de Barranco, sobre el número 428 de la avenida Grau.

El regreso de Vanessa Chiappo fue en el nuevo siglo, ya formada en la carrera de Educación Social que llevó en España, pero sobre todo formada en la vida. Volvió sin saber que volvía.

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-El dadaísmo tiene su origen en el ser anti, crítico, irreverente. ¿Recuperar el patrimonio podría ser un acto irreverente hoy?, ¿gestar una ciudad que valore sus espacios es ser anti?

Tal cual. Mi hermano Guillermo Dasso, uno de los socios de DaDA, cuando era veinteañero tenía conversaciones con un amigo suyo y decía que faltaba un espacio donde el entretenimiento nocturno confluyera con un espacio donde se pudiera disfrutar del arte. Pasaron muchísimos años y, por cosas del destino, el tío de mi hermano –que ha tenido muchas discotecas– le dijo que tenía la casa. Y encontró que era el lugar donde podía plasmar esa idea. Yo no tuve nada que ver con el mundo gastronómico hasta que empecé a trabajar con él; yo estudié Educación Social en España, volví después de 10 años, trabajé en producción cultural, formé una asociación para investigación de temas educativos. Pero mi hermano me dijo que tenía el lugar y el proyecto, y necesitaba a alguien para la parte cultural. Me convoca a mí, a su amigo a quien le habló de esta idea y así nació DaDA. Nosotros decimos que es un restobar de espíritu libre, porque no es la galería donde vas y si no sabes de arte te sentirás incómodo; ni es el restaurante que si no vas vestido de cierta manera, te sentirás incómodo. En DaDA confluyes con..., es un sitio que no te rompe. Y su éxito tiene que ver con eso.

Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).
Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).

-¿No es una contradicción que tengamos una de las cocinas más celebradas del mundo y, a la vez, a nivel de arte parecemos relegados?

Lo es y pasa porque lo que se conoce como cultura todavía está visto como algo muy de un tipo de personas; no se entiende que el arte y la cultura están en todo. Se cree que el arte es solo para un sector que sabe de estas cosas. Hoy en la comida todos estamos interesados y todos tenemos que ver, pero no ha habido una verdadera apertura con la cultura.

-Y podemos ser tan potentes en el arte como en la cocina, ¿no?

Podemos ser potentes en todo. Lo más importante es la dedicación y creérsela.

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-¿Cuáles son nuestras fortalezas en el arte?

Hay mucho que mostrar al mundo, desde bailes dignos de dar a conocer como los danzantes de tijeras o la marinera, que también es hermosa; ¿por qué la marinera no puede estar tan posicionada como el tango?

Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).
Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).

-¿Por qué dejaste el Perú en 1999?

Somos nueve hermanos y yo soy la mayor. Entonces, yo era, de alguna manera, la mamá de todos mis hermanos y la mano derecha de mi mamá. Entré a estudiar a una academia pre universitaria, pero al final no podía estudiar mucho porque tenía que ayudar a mi mamá. Justo conocí unos amigos españoles y en mi mamá quedó la sensación de que yo tenía que salir, y me pagó unas vacaciones en España.

-Fue como un salvavidas. Habrás dicho: “Me libré de los ocho hermanos”.

(Ríe). Me libré. Nada, me terminé quedando seis meses en España, vine al Perú y al tiempo regresé a Europa porque fue otro mundo: yo era una chica de 18 años que siempre había ayudado a su mamá y hablamos de la Lima de los 90; en ese momento había temas de los que no se podía discutir aquí.

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-¿Ser la mayor de ocho hermanos te entrena para algo en la vida?

Claro. Primero, para poder vivir sola: saber cocinar, saber cuidar la casa, poder llevar la economía, ser responsable.

-¿Y contra qué te has rebelado?

Si bien he sido obediente, ese viaje me permitió cuestionarme muchas cosas. Soy una persona que en general cuestiona todo. Cuando llegué a España, una de las primeras cosas que me llamó la atención eran las casas okupas, todo el rollo político que había, me llamó la atención saber que había varios tipos de skinheads, tenía la idea de que solo eran nazis.

-Claro y también hay los skinheads ‘antifachos’.

Claro y tenía amigos que eran redskinhead.

Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).
Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).

-¿Te volviste skinhead?

Este... No, pero sí llegué a tener amigos y de hecho me moví mucho en un ambiente muy político durante el tiempo que estuve ahí. Pero luego también cuestioné cosas porque no había mucha congruencia. Sí, tuve mi tiempo de rebelarme, muy punk. Me rebelé un poco contra el tipo de educación que había tenido en Lima, que fue muy religiosa.

-¿Y qué te dejó esa experiencia?

Que más importante que el discurso es la acción, y la acción no tiene que ver con una ropa ni con una bandera de “soy esto”, “soy aquello”; al final, puede haber personas que se declaren anarquistas y pueden ser más miserables que alguien que sea ultrarreligioso. Va más allá de una etiqueta.

-¿Hoy contra qué rebelarse, contra qué hay que ser anti?

Contra los dogmas, contra “él es malo si piensa lo contrario a mí”. Nada es bueno, bueno, ni malo, malo. No somos capaces de entendernos ni entender nuestro punto. Siempre hay que rebelarse contra el “yo tengo la razón, porque estoy en el bando correcto”.

Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).
Vanessa Chiappo gestiona la parte cultural del restobar DaDA. (FOTOS: JOEL ALONZO/GEC).


AUTOFICHA:

- “Soy Vanessa Rosina Chiappo Arana, tengo 43 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estudié Educación Social en España, pero no la ejercí. Hoy hago un poco de todo y no solo en DaDA sino también en los demás restaurantes del grupo Ecosistema Sostenible”.

- “También tenemos el restaurante Ana, que busca dentro de lo posible ser operado por mujeres; de hecho, las jefaturas las ocupan mujeres. También tenemos Fugaz en el Callao, una cafetería en Barranco: Simple, junto a un centro cultural que se llama Cholo Terco”.

- “Se vienen otros proyectos gastronómicos y, además, tenemos un startup de tecnología, que básicamente ha creado un sistema que ayuda un poco a los emprendedores a crecer ordenadamente y hemos entrado en algunos otros rubros como publicidad. Y con DaDA queremos tener otro local”.


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