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Rodolfo Carrión ‘Felpudini’: “La fama no me obnubiló; lo único que sé es que lo hice, me atreví”
Empezó como actor de teatro luego de dejar Huaraz, donde nació. Cinco décadas después, es parte de la película ‘Soy inocente’. Perú21 entrevistó a Rodolfo Carrión ‘Felpudini’.
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¿Rodolfo Carrión o ‘Felpudini’? “Como gustes. La gente me conoce porque siempre me metí a sus casas sin tocar la puerta, me metí por esa ventanita maravillosa (que es la televisión)”, responde y sonríe sentado en el mueble de su sala. Acaba de salir de una afección al corazón. Sufrió varios infartos, lo llevaron en ambulancia, ingresó de emergencia. Los médicos le dijeron que su corazón funcionaba al 20%. Dice que ahora está al 35% y que es probable que supere el 50%.
¿Para ser actor hay que tener corazón? “Como decía Cabral, aquel que trabaja en algo que no le gusta es un eterno desocupado”, responde. Rodolfo Carrión es maestro de teatro y actor, y en la televisión alcanzó la popularidad siendo ‘Felpudini’ en El jefecito. Evita la palabra ‘trabajo’, prefiere la palabra ‘hacer’ y en ese quehacer lleva 50 años, que los celebra con el filme Soy inocente, que se estrena en las salas este 19 de enero. Película en la que es ‘Lagartija’, jefe de los botones de un hotel. Un fisgón, mala persona, retorcido. “Lo odio”, me dice y ríe porque recuerda a otro de los personajes que protagonizó en la televisión, ‘Robin’, para Jorge Benavides.
Antes ya se libró de la muerte. Tenía 19 años. Eran las 3 de la tarde, estaba duchándose para un ensayo de teatro. Comenzaron a quebrarse las losetas, salió corriendo desnudo y solo recuerda una mancha negra, tierra, humo y cómo todo se derrumbaba. Dice que estuvo más de dos horas rescatando gente. Seguía desnudo y no se daba cuenta. Escuchaba gente que estaba enterrada, llevó en hombros a su enamorada al cementerio, sacó a un grupo de niños a las 4 de la mañana. Era el terremoto del 70, que sacudió a Áncash, donde nació.
-¿Le temes a la muerte?
Me gusta la poesía y a la muerte hay que verla como una cosa más cariñosa. Apenas nacemos, ya tenemos nuestro boleto.
-¿Has escrito poesía?
Lo intenté, pero he leído más.
-Bueno, en la literatura la muerte es una presencia permanente.
Y lo vas asumiendo como una compañera que está caminando paralela a ti, que te guiña el ojo de vez en cuando, pero tú te haces el loco (risas).
-A los 19 años empezaste en el teatro.
Sí. En Huaraz yo estudiaba en la Escuela Normal de Pedagogía. Los amigos que estudiaban en Lima fueron y formaron un grupo de teatro y me integré.
-¿Por qué te animaste?
Yo recitaba poesía en el colegio, me gustaba. Y nunca había visto teatro. Este grupo comenzó a hacer obras de teatro. Me quedé deslumbrado.
-¿Qué te deslumbró?
Es que la vida estaba dentro del teatro.
-¿Te propusiste ser actor?
Yo era muy tímido, solo tenía valor para recitar. Pero tenía ganas de comunicar. Hasta que pusieron la obra La farsa de la tinaja y me metieron de actor y me volví más sinvergüenza (ríe).
-¿Y por qué migraste a Lima?
Por el terremoto, no había dónde estudiar. Nada funcionaba. Ya en Lima, me conecté con Ernesto Ráez, gran director y maestro, quien me llevó a Histrión, donde a la vez me dieron el trabajo de administrador. Hasta que debuté en el año 1972, en La Cabaña.
-¿La comedia llega 10 años después con la televisión?
En Histrión hice comedia. Nos enseñaron a ser actores, nada más. Nos obligaban a hacer escenografías. Nos enseñaban a ser gente de teatro, completo.
-¿Qué da esa formación?
Una total solidez. Ya no tienes tiempo para pensar qué pongo, dónde, ni pensar en esquemas. Solamente te dedicas a hacer.
-¿Te criticaron por entrar en televisión?
Al principio. “Ya lo perdimos”, decían. La televisión te da la popularidad, pero a mí no me ha desarraigado del teatro.
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-¿Te llamaron a la televisión o tú tocaste la puerta?
El señor Carlos Oneto ‘Pantuflas’ vio la obra Orquesta de señoritas, Jean Anouilh. Estuvo un año en cartelera, todos los días, menos los lunes. Antes las obras de teatro duraban así porque había público, había actores y había autores. En esa obra yo hacía un monólogo y mi papel era tragicómico. Y me llevó a la televisión. En ese tiempo entrar en la televisión era como el mariscalato. Pero después de la experiencia de teatro, la televisión es más fácil.
-¿Y en qué momento te ponen ‘Felpudini’?
Comenzó Risas y salsa y Efraín Aguilar tuvo el tino de dar a cada grupo unos sketches. Mi personaje se llamaba ‘Pastenaca’, que en Argentina significa ‘sobón’. Un día Moisés Chiok, el director de cámaras, estaba en el ensayo y había un felpudo... Y dijo: “Felpudo, Felpudini”. Le daba exactamente a la idea del personaje, que era de un arribismo a ultranza, sin talento y que se va a la sobonería. Lo llevé al extremo. Funcionó de maravillas, tanto que tuvimos un programa aparte de Risas y salsa.
-Te cambió la vida.
Nunca tuve las expectativas de ser famosísimo. Me llegó y lo acepté. A mí la fama no me obnubiló mucho. No me di cuenta. No le hacía mucho caso. Siempre hacía teatro.
-El teatro era tu cable a tierra.
¡Claro! Siempre. Sí sé que hay muchos actores que, cuando se mueran, van a necesitar dos cajones: uno para ellos y otro para su ego (risas).
-¿Qué balance de 50 años de trayectoria harías?
Lo único que sé es que no me ha disminuido la fuerza ni las ganas de seguir enseñando ni de seguir haciendo teatro, descubriendo y andando ese camino.
-Venciste al Rodolfo tímido.
Lo único que sé es que lo hice, me atreví. Lo hice.
AUTOFICHA:
- “Soy Rodolfo Jaime Carrión Velarde. Tengo 73 años. Nací el 9 de abril de 1949 en Anta. Pero toda mi vida la he pasado en Huaraz. Somos siete hermanos. Mi hermana mayor cantaba como soprano, mi hermano Víctor toca guitarra; mi papá fue compositor de huainos”.
- “Estudié para ser maestro, y teatro con Ernesto Ráez y en academias. De las obras de teatro que he hecho están Enrique IV de Luigi Pirandello, La cocina de los ángeles de Albert Husson. En televisión, he estado con Jorge Benavides en varios programas, como El Wasap de JB”.
- “Tengo un taller de teatro que está en el Centro Comercial Arenales, en el quinto piso, en el Teatro Jade, espacio que ha montado Efraín Aguilar. Quisiera hacer El rey Lear (risas). Estoy grabando un piloto (para Contra el viento, el regreso), es un drama para una serie, pero no sé en qué canal”.
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