Ricardo Bedoya estuvo 22 años en El Placer de los Ojos.
Ricardo Bedoya estuvo 22 años en El Placer de los Ojos.

Ese día salió gritando y llorando. Al parecer, armó un escándalo y lo tuvieron que sacar del cine. “Tengo una imagen, pero no sé si la falseo”, me dice. Unos caballos que vienen galopando hacia la cámara, levantando polvo y haciendo ruido con sus cascos. , de 3 años, sometido a la inmensidad de la pantalla, asustado en medio de aquella sala limeña.

Lo que pudo ser un trauma fue una atracción. “Esa es la atracción al , que es como la atracción del vértigo”, explica; pero, aclara, desde la posición del espectador, en el traje del cinéfilo.

Aunque niega enfáticamente su interés por la realización y producción de cine, una vez, solo una vez, fue guionista sin pretenderlo. Lo convocaron, junto al escritor , para escribir un policial, un filme de acción. Se reunían dos veces a la semana, sumergidos en la noche. Conversaban e iban escribiendo las ideas que salían a flote. Fueron tres o cuatro meses. El resultado fue la historia que luego se convirtió en La fuga del chacal.

De padre militar y fanático del cine, estudió Derecho, pero el séptimo arte se impuso. Pasó a ser profesor universitario y hace 22 años el canal del Estado lo convocó para crear , respetado programa de televisión sobre cine. Empezó la última semana de noviembre del 2000, cuando Paniagua asumía el gobierno. “El momento que se está derrumbando todo en la época de Fujimori”, me dice Ricardo Bedoya. Y hace unas semanas se despidió de la conducción y dirección, luego de alrededor de mil programas que se emitieron casi sin descanso.

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-Después de anunciar el retiro, ¿estás aliviado o hay alguna ausencia?

Hay las dos cosas. Hay, claro, una sensación de que algo se ha perdido, de que algo se aleja. Pero a la vez, no sé, el programa, según afirma el canal, va a continuar con otras personas. Mira, 22 años es demasiado para un programa de televisión, para muchas cosas es demasiado (ríe). Era hora que se renueve.

-¿Te retiraste por agotamiento o te dijeron “hasta acá nomás”?

Para nada, al contrario. Yo sentía que era suficiente, y las circunstancias se produjeron, y decidí renunciar.

-¿Cómo se da tu ingreso al programa?

La primera propuesta que tuve del canal fue hacer un programa de cine peruano. Y dije que no. Una semana después me dicen que sería un programa de cine en general. Ahí la cosa cambiaba, aunque no estaba muy seguro.

-¿Por qué no estabas seguro?

Porque la televisión para mí era algo absolutamente extraña. Lo mío era escribir como siempre y mi actividad principal con el cine es la relación personal que yo tengo con el cine, que es la cinefilia. Lo demás es consecuencia. Comenzar con un programa era una cosa muy rara, muy extraña, muy nueva, no me sentía muy seguro; nunca me he sentido seguro, en realidad, ni siquiera en los 22 años, la cámara siempre me ha intimidado un poco, por eso no aparecí mucho en el programa.

-¿Y por qué duró 22 años?

No sé, qué se yo... Porque el canal del Estado propiciaba un programa cultural distinto.

-Fuiste casi un sobreviviente.

¿Por qué duró? Tal vez porque el cine siempre ha sido una presencia muy fuerte en el mundo del entretenimiento, del espectáculo. Hoy es inimaginable un programa así en otro canal.

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-¿Cinescape y El Placer de los Ojos son de los programas más longevos de la TV?

En el segundo o tercer programa lo entrevisté a Alberto Fuguet (escritor chileno) y me dijo: “12 programas” (risas). “De todos los programas de cine que he conocido en muchos países, ninguno ha pasado del programa 12″, me dijo (ríe).

-Un detalle: el programa empezó casi en una suerte de renacimiento como país y hoy te vas en una época sombría.

Sí, pero no quiero hacer asociaciones políticas. No sería honesto hacerlo. Y si lo hiciese, sería oportunista.

-Es una coincidencia.

No quiero hacer la asociación. No quiero politizar esta salida.

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-Algo que me pareció interesante es que estabas más allá de los arquetipos que exige la televisión... Lo tuyo ha sido el conocimiento por el conocimiento.

No hubo casting, por ejemplo. Simplemente comenzamos. Siempre preferí no estar, siempre le di privilegiar el lado más explicativo y, sobre todo, aprovechar las imágenes, que sean las que manden en el programa, que sean las que conduzcan el programa. Yo solo aparecía cuando había entrevistas. No he tenido ese rol del conductor estereotípico.

-¿La televisión ‘comercial’ necesita ese tipo de programas?

Yo creo que sí... Estamos hablando de una cultura audiovisual, ¿no vivimos rodeados de pantallas? La educación audiovisual es fundamental. Y no me estoy refiriendo a imponer nada.

-¿El cine peruano hoy es mejor que hace 22 años?

Hay que hacer matices. Yo creo que el cine destinado a las salas públicas no es mejor ahora. A partir de los años 80, 90 había mucho menos películas peruanas que llegaban a las salas, pero eran películas que tenían una identidad y una personalidad definida. Veías Juliana o Gregorio y no era igual que una película de Lombardi, y una película de Lombardi no era igual que una de Nora de Izcue. Las de Huayhuaca, Tamayo o las películas de episodios, Cuentos inmorales, Aventuras prohibidas. Había una voluntad de hacer películas que fueran originales en sí mismas. Todas esas películas se hacen bajo el régimen de la ley que dictan los militares el año 72, y todas esas películas buscan construir un público. Y el público comenzó a responder, y hubo éxitos de taquillas muy grandes. Lo que pasa ahora es que la mayoría de películas peruanas que llegan a las salas de cine están formateadas, hechas con recetario, buscan seguir determinadas fórmulas. Pero en términos generales, el cine peruano es mejor que antes.

-¿Por qué?

El cine peruano no se reduce a las películas que llegan a las salas. Tenemos que hablar, en todo caso, de varios cines peruanos. Te diría que hay, por lo menos, seis tipos distintos de cine peruano. Es importantísimo el hecho de que se hagan películas en todo el Perú.

-¿Cuál es tu impresión de Willaq Pirqa?

Creo que esta hecha con mucho cariño, se siente que es una película que respeta sus personajes, que está dirigiéndose a un público desde un tono afectuoso y emotivo, y que lo hace jugando limpio, no manipulando. Pero yo prefiero Wiñaypacha, prefiero Manco Capac.

-¿Te atreves a decir qué logró El Placer de los Ojos?

Es difícil decirlo... La recepción del programa la noto cuando la gente te dice cosas o te saluda. O cuando te enteras de que tus informes han sido grabados y que se pasan aquí o allá...

AUTOFICHA:

“Soy Ricardo Humberto Bedoya Wilson. Mi bisabuelo materno era bostoniano, un ingeniero que vino al Perú pero luego se regresó a los Estados Unidos. Mi familia paterna es ayacuchana, huantina. Yo sí soy limeño. Mi madre era iqueña. Mi edad ahora es 68″.

“Estudié Derecho, lo ejercí durante 12 años. El cine es de toda mi vida. Nunca quise ser realizador ni guionista, yo soy un espectador, soy un cinéfilo. Veo mucho cine, toda mi vida lo he visto, desde que tengo uso de razón. Mi padre fue militar, pero jamás pensé serlo”.

“Veo una película al día. Y hay épocas que puedo ver hasta seis o siete. Hice un libro sobre el cine peruano en la época digital, luego otro sobre el cine latinoamericano en el siglo XXI y ahora he hecho un libro sobre el cine internacional en este siglo, de unas 900 páginas, que saldrá con la U. de Lima”.

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