En dos momentos dijo que no perdía la costumbre de hacer planes quinquenales. Dos palabras estaban en el aire: vida, muerte. , de 82 años, participó de una charla íntima sobre literatura que fue reveladora para sus amigos y lectores que llenaron el mediodía de ayer el Teatro Municipal como parte de las actividades del ‘’. La poderosa voz del Nobel no se quebró, y fue sincera, al punto de dejar a la luz sus temores y anhelos, y muy clara la confirmación de no ser jamás ese tipo de persona que muere en vida.

“La muerte es parte de la vida. La vida no va a ser eterna. Felizmente, porque sería muy aburrida. Pero no es fácil aceptar la idea de la muerte”, respondió, al ser consultado sobre qué sentía ser un sobreviviente del llamado boom literario en América Latina. Y sí, la muerte duele. El escritor recordó en silencio a los amigos que perdió, y dijo que era una realidad triste.

Pero hay algo peor que morirse. Lo más doloroso, y lo remarcó Vargas Llosa es ser una persona muerta en vida: “Sé que mientras trabaje, tenga proyectos y haga planes estaré vivo. La muerte vendrá como un accidente. Lo peor que le puede pasar a un escritor y a una persona es morirse en vida”. Y ese plan quinquenal, por ejemplo, está en marcha, aunque por ratos pueda pensar que quizás no se cumpla.

Las escritoras Katya Adaui, Mariana de Althaus, Jeremías Gamboa y Santiago Roncagliolo, así como el periodista Renato Cisneros compartieron con el Nobel cómo su obra los había tocado.

Vargas Llosa recordó que de joven su sueño era París, lo cual le parece hoy “una gran enfermedad” porque “se puede ser escritor desde cualquier parte”. Ese Vargas Llosa joven, de bigotito negro, pensaba que el Perú estaba reñido con la literatura.

OTRO TIEMPO

“En el Perú en los años 50 vivíamos en un aislamiento cultural impresionante, no sabíamos lo que pasaba ni en América Latina. Hoy los escritores de lenguas muy distintas se conocen, y la perspectiva de la actividad literaria ha cambiado. Somos mucho menos provincianos de lo que éramos hace 50 años”, señaló el autor de ‘La guerra del fin del mundo’ y ‘Conversación en La Catedral’.

Ser escritor era imposible hace cinco décadas: “El Perú de esa época para un joven con vocación literaria era invivible. Hoy ya no es un sueño ser escritor, hoy se puede. Antes ser escritor era ser un abogado que los domingos se dedicaba a escribir”.

Vargas Llosa sostuvo que hoy en el Perú se compra más libros y se lee más.
El escritor contestó a una pregunta de Jeremías Gamboa, autor que recibió sus recomendaciones para escribir la novela ‘Contarlo todo’ que nunca había dejado de cumplir sus "planes quinquenales” y que escribiría hasta morir.
En la conversación, Gamboa reveló que el principal consejo del Nobel cuando leyó su obra fue que sea humilde.

¿Vargas Llosa ha dejado algo a medias o todo lo ha logrado? “Todavía tengo la obsesión de hacer planes quinquenales. No recuerdo haber trabajado en un libro y abandonarlo. Antes de empezar un libro le doy muchas vueltas”.
Vargas Llosa fue aplaudido en no pocas ocasiones de la charla, y el final llegó con el auditorio de pie. Así, queridísimo en casa, acabó este breve confesionario.

La jornada del arequipeño no terminó allí. Llegó hasta uno de sus lugares favoritos: la picantería 'La Nueva Palomino', donde se reencontró con familiares, los amigos de siempre, y editores, periodistas e invitados, y sus platos favoritos.

Su pareja, Isabel Presley, llegó a mitad del almuerzo, y poco antes de ingresar, indicó que el amor de los arequipeños le llegaba al alma, a ella y al escritor, ese hombre que la recibió con un beso y le tendió la mano hasta el salón principal.

SABÍA QUE

- Hoy en el Teatro Municipal de Arequipa, a las seis de la tarde, Mario Vargas Llosa y Salman Rushdie conversarán con la periodista Leila Guerriero.

- Tras su charla con los escritores peruanos, el escritor acudió a un almuerzo organizado por la editorial Penguin Random House en la picantería La Nueva Palomino. Por la noche conversó con Yoani Sánchez.