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Luis Francisco Palomino: Ficciones marginales

El joven escritor y periodista vive en San Juan de Miraflores y apuesta por retratar los nuevos espacios de una Lima que ya no es la de Ribeyro o Reynoso, en su obra Nadie nos extrañará.

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(Perú21/ Renzo Salazar)
Fecha Actualización
Caminamos con Luis Francisco Palomino (1991) por la plaza Francia y nos topamos con pintas como “Autonomía y punk”. El Centro marginal grita en sus grafitis por ser reconocido. “Mis personajes son los olvidados”, dice el autor del libro de relatos Nadie nos extrañará (Animal de Invierno), que ha sido bien recibido por la crítica y ubica sus historias en la Lima que está más allá del puente Atocongo.
La solapa del libro te presenta como punk. ¿Por qué?
Es algo que definió mi personalidad. Cuando a los 13 años escuché a Los Prisioneros, me parecieron punk, y me gustó el mensaje antisistema. El punk tiene eso de ser escéptico.
¿Conservas el escepticismo?
Antes, si un teléfono se comía mi moneda, era capaz de golpearlo. Por eso una vez me llevaron al serenazgo de la Costanera a las 5 o 6 a.m. Y me escapé en una distracción porque llegaba gente que había cometido delitos peores. Lo cuestionador sigue, pero ahora está en la literatura.
En tus cuentos también está presente la muerte.
Creo que así acaban las cosas en Lima, en el Perú. Es un síntoma de la sociedad, hay mucha rabia y frustración contenida que explota contra el otro. Lima te llega a hartar, es una ciudad salvaje. Nos relacionamos mediante la violencia.
Un cuento se inspiró en la campaña Chapa tu Choro.
Se piensa que la violencia es la solución y me pregunté qué pasaría si en un barrio marginal deciden armar a los guachimanes. Lo curioso es que yo fui guachimán. Pasaba la madrugada en la caseta. Pensaba en Roberto Bolaño porque él fue vigilante en un camping en Barcelona, y es distinto ser guachimán. Te dan bicicleta, pito, cachiporra, que no sirven de nada si te roban.
¿Cómo aportó a tu escritura?
Toda experiencia distinta sirve. Vendía zapatillas en Saga y Ripley, y mientras chambeaba escribí un cuento que ganó los Juegos Florales de la PUCP. Un punto importante al escribir son las imágenes fuertes que viviste.
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Me dices que has estado perdido. ¿A qué te refieres?
Era un poco vicioso, con drogas y eso. Nada muy serio.
En un cuento, un adolescente evade sus problemas en un juego virtual.
Se envicia con Habbo. Y la realidad comienza a distorsionarse. Se enamora de un dibujito (avatar). Luego en la Lima marginal, quiere estar en un cuarto de hotel (como en el juego). Y descubre que en los hostales pueden pasar cosas horribles y que no son espacios para niños.
Ha habido noticias de adolescentes que roban a sus familias para irse a jugar.
Supongo que es la evasión. ¿Es el videojuego más divertido que la vida? ¿Algo está fallando para que el chibolo decida renunciar a vivir y traslade su conciencia a un personaje?
¿En qué se diferencia la Lima que describes de la de Oswaldo Reynoso o Julio Ramón Ribeyro?
Es una continuación. Reynoso no llegó más allá del Centro. Su literatura era barrial, pero Lima era más pequeña. Posiblemente si fuera joven ahora, habría ido más allá del puente Atocongo.
Dato:
- El libro será presentado el 19 de julio en la FIL. Palomino escribe para El Peruano y en 2018 publicó Salim Vera. Biografía autorizada, sobre la voz de Libido.