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Laly Goyzueta: “Somos una sociedad que parece arrancada de 1821”
Laly Goyzueta es una de las protagonistas de 'El último bastión', serie histórica que ya está en Netflix. "Durante 200 años hemos esperado ver quién salva al Perú, cuando está en manos de los ciudadanos forjar un país", dice la actriz. La entrevistamos.
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Úrsula Goyzueta dice que nunca fue una modelo de alta costura. “He sido una modelo casual, modelaba en Saga, Carolina, en el Triki Trak”, detalla. Fue a un casting y eran dos modelos que se llamaban Úrsula. A una tenían que cambiarle de nombre. Alguien propuso Laly. La otra Úrsula no quiso. Ella levantó la mano y dijo yo. Desde entonces Úrsula Goyzueta es Laly Goyzueta. Y hoy es una de las protagonistas de El último bastión, producida por TV Perú y que ya está en Netflix con gran éxito. Serie sobre los momentos previos a la independencia del Perú.
Laly Goyzueta dice que las arrugas muestran cuánto te has reído. Le pregunto si ha reído mucho. Responde que ha llorado, pero hoy ríe más. Tiene 52 años, aunque conserva la sonrisa tal vez de 30. “Me da risa que la gente me insulte como ‘vieja’. No tengo que hacerme 80 cirugías para darles gusto”, subraya. “Estoy vieja pues, pero acá estoy y sigo en mi lucha, sigo aprendiendo. Me siento una alumna eterna de la vida”, sentencia la alumna de primeros puestos en el colegio y quinto superior en la universidad.
Había que montar una historia de princesas en el nido. No hubo casting, fue a dedo. A la niña Úrsula Goyzueta la pusieron de flor. Se preguntaba por qué le tocaba ser flor. También fue árbol. “Me traumó ser flor”, lo recuerda, pero ríe. Desde entonces, capaz sin pretenderlo, ha buscado su voz y confiesa que “hace no muchos años” la encontró. Ya no se siente flor ni árbol, ahora es el sol que ilumina, el paisaje en todo su esplendor.
-¿Con qué ánimo llegas al Bicentenario?
Cuando terminamos de grabar El último bastión nos hicieron una pregunta: ¿Qué has aprendido de El último bastión? Aprendí bastantes cosas que no aprendí en el colegio. Los libros de historia no te la cuentan así, no incluyen a los afrodescendientes. Pero lo que más aprendí es que no hemos cambiado nada en 200 años.
-¿En qué seguimos igual?
Somos una sociedad que parece arrancada de 1821, con tantos prejuicios, con una clase política que solo vela por sus intereses, una sociedad fragmentada, cada uno va por lo suyo, no hay un concepto de patria. Hacer El último bastión fue un punto de inflexión de cómo veo el Perú y la historia.
-Entonces, ¿llegas al Bicentenario desanimada, rendida?
No hay que rendirse. Que esto nos haga abrir los ojos y cuestionarnos qué queremos. Es un punto de partida para que reformulemos el concepto de país. Está en nuestras manos que ahora sí funcionen las cosas. Hay que hacer patria nosotros. Durante 200 años hemos esperado ver quién salva al Perú, cuando está en manos de los ciudadanos forjar un país.
-¿Sientes que estás en tu mejor momento como actriz?
Creo que nunca habrá un mejor momento. Pero no puedo negar que haber participado en El último bastión y la repercusión internacional que ha traído Netflix ha ayudado a que la gente pueda ver mi trabajo. Durante muchos años yo misma no me valoraba como actriz. No debería decir esto (ríe), pero te lo estoy contando no sé por qué. Amo mi trabajo, lo adoro, pero... No sé cómo explicarlo. Como que mi autoestima no estaba tan fuerte. Ya, así. Pero mejor no lo pongas (ríe).
-Te entiendo, Laly. Y haré una confesión: pedí la entrevista contigo porque siento que hay un prejuicio hacia ti; muchos quizás te hemos puesto en el lugar de la chica bonita o la actriz de papeles ligeros. Pero cuando te he visto en El último bastión tu actuación destaca, tienes una luz propia.
Te voy a confesar algo. Cuando salió El último bastión en TV Perú le escribí a mis amigos y amigas, y muchos me dejaban en visto. Ahora que estoy en Netflix, toda esa gente que me choteó (risas) me dice que soy una capa. Estar en Netflix no me hace mejor actriz que cuando la pasaron en TV Perú. Durante mucho tiempo, incluso, hubo gente que me decía que yo solo era un par de piernas, una cara bonita. Me cantaban “Talento de televisión” (de Willie Colón), y no sabes, me partía el corazón. Creo que me lo repitieron tanto, que en un momento me lo creí (se quiebra)... Era duro luchar contra esos prejuicios. Y sí, me costó mucho creer en mí misma, porque siempre había alguien que me decía “tú no vales”, “solo te llaman porque eres bonita”. Pero he llegado a mis 52 años sintiéndome orgullosa de lo que soy.
-¿Y qué te enseña la serie sobre el papel de las mujeres en la historia?
Lo que me encanta de El último bastión es que la historia está contada por los ciudadanos, por las mujeres, por los cómicos; no por los héroes. Es cómo se vivió el día a día. Así ves a Antonia, quien de ser hija de una esclava, aprendió a leer y tuvo una voz. En cuanto a mi personaje, era una mujer que por sobre todas las cosas amaba a su familia, ese amor de madre que es capaz de romper esquemas. Hacer de Josefa fue un reto, pero la encaré desde el amor.
-Antes del bicentenario, hay una parada importante: las elecciones. ¿Con qué ánimo irás a votar?
Esperando que tomemos la mejor decisión. Tenemos que pensar en qué otros 200 años vamos a querer. Esta elección podría ser el inicio de algo maravilloso o la continuidad. No hay que desentendernos de la responsabilidad que implica ser peruanos. Despierta, por quién vas a votar, elige bien, piénsalo, lee los planes de gobierno, escucha los debates, involúcrate, sé un ciudadano activo.
-Si tuvieras a los candidatos al frente, ¿qué les dirías?
Que sean honestos y consecuentes. Que no vendan humo. Que cumplan sus promesas. No puede ser que haya candidatos que ni siquiera conocen la región por la que postulan. Trato de ser tolerante, pero soy intolerante con las personas que no respetan los derechos de los otros.
-Y entonces, ¿qué has aprendido de El último bastión?
Una tiene que ser protagonista de su vida y de la historia de su país, no seamos el personaje secundario o el extra. Hay que dejar el egoísmo. Las mujeres somos fuertes, somos pilares. El último bastión me empodera. Quiero seguir viendo una luz al final del túnel.
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AUTOFICHA:
- “Mi nombre verdadero es Úrsula Goyzueta Muente. Me dicen Laly. Cuando mi esposo se molesta me dice Úrsula (risas). Tengo 52 años y un hijo de 15 años. Me gustaría volver a la universidad, si tuviera plata, para estudiar Psicología, Literatura, todo”.
- “Nací en Jesús María, Lima. Estudié Comunicaciones en la Universidad de Lima. Siempre he sido bien estudiosa, segundo puesto en el colegio y quinto superior en la universidad. Luego del grupo Candela, me fui a México y estudié en el Centro de Estudios Artísticos de Televisa”.
- “Vino Torbellino, hice diferentes cosas, Mil oficios. Fui mamá. Volví con Mi amor el wachimán, Nuestra historia y seguí trabajando. Ahora estoy en un emprendimiento con mi esposo. Se llama MufFit, estamos en Instagam @muffit.pe. Son deliciosos, saludables y nutritivos, y los hacemos con cariño”.
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