Cuando su abuelo salió del puerto de Yokohama, tenía unos 15 años. En su pasaporte iba la firma del arequipeño Pedro Paulet, el cónsul del Perú en Japón. Era el permiso de salida rumbo al Callao. Un viaje que duró más de un mes por el Pacífico de aquel 1935.
Se asentó en Lima, pero la hija –la madre de Jorge– partió a Arequipa, al distrito de Tiabaya, donde se dijo que nació el sabio Paulet, aunque recientes estudios lo desmientan.
Este círculo de coincidencias ahora toma forma en el libro de cuentos Contra toda autoridad, excepto..., del escritor arequipeño Jorge Malpartida Tabuchi y publicado por la editorial arequipeña Aletheya. El libro fue presentado en la Feria del Libro de Lima y se puede encontrar en los stands 128 de La Indie y 19 de La Independiente.
En el relato “Cacería extraterrestre al pie del volcán”, de alguna forma, reivindica el origen tiabayino de Paulet. Así, se configura la extraña y caprichosa ruta del destino familiar de Jorge: Yokohama-Lima-Tiabaya, Tabuchi-Malpartida-Paulet, que lo lleva al extremo de la ficción, pero, como dice el autor, existe en su corazón.
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También es un libro con historias de punks, ovnis y otakus. ¿Fuiste punk?
En teoría, soy punk (ríe). La cresta, el polo se llevan por dentro, porque hay que chambear, enseñar en la universidad. Siempre me ha gustado esta música, porque soy de la generación que vive un revival con grupos tipo Blink-182—bueno, bandas más pop—, Green Day. Pero luego, en la ciudad donde vivo en Arequipa, en esos años de adolescencia, tomé contacto con la escena underground. Y conocí bandas de ese tipo, iba a las tocadas en lugares medio subterráneos, con 20 a 30 personas. Era 2005, 2006, cuando estaba en cuarto o quinto de secundaria. Incluso, tuve dos bandas. A una de ellas la parodio en el último cuento del libro.
Un punk de antaño quizás no se llevaría bien con los otakus ni con quienes creen en ovnis.
(Sonríe). Claro, es un poco el juego y la actualización, porque siempre he sentido que a veces hay estos prejuicios de que, si a ti te gusta cierto tipo de música, no puedes andar con otros. Si te gusta el punk, tienes que ser contracultural con todo. No te podría gustar Borges, que era muy intelectual o que hablaba de fantasía. Eso es un poco lo que propongo en el sentido de que uno puede ser aficionado de muchas cosas y desde esas aficiones uno también puede estar en contra de lo que no te parece bien. Porque, incluso, el consumo del anime o los chicos que son otakus también son contraculturales, porque ellos se enfrentan a prejuicios de la masculinidad.
¿Eres un punk que cree en ovnis?
(Ríe). No lo analizo como un creyente, sino como un fenómeno social: ¿qué lleva a las personas a creer en estos temas paranormales? No lo juzgo, no lo miro con desdén; me parece rico como material narrativo… Ya existe la aparición de la cultura popular en la literatura. Los escritores Richard Parra y Giovanna Pollarolo resaltan que (en el libro) hay una conexión entre la narrativa más tradicional y nuevos materiales, los de la cultura popular. Se trata de, entre comillas, ‘ampliar’ el registro. ¿Por qué no introducir estos temas?
¿Te afilias a la tradición de Augusto Higa u Oswaldo Reynoso?
Sí hay una referencia con este realismo más urbano, juvenil. Reynoso forma parte de mis lecturas; no deja de ser un gran referente, además de ser mi paisano. Un libro como Los inocentes ha sido muy importante en la construcción de algunos de los lenguajes juveniles que aparecen acá. Y también hay una influencia del primer Higa, el de Que te coma el tigre, y rescato también a Higa porque él no deja de ser un escritor nikkei, lo que también me genera una conexión.
Y también autores posteriores, desde un Oscar Malca hasta escritores más de los 90 como Martín Roldán o Julio Durán.
Para escribir estos cuentos hubo mucha lectura de la narrativa contemporánea peruana y latinoamericana. Ellos retratan una época y yo también, pero en territorios fuera de la narrativa de la capital. También aparece un poco Santa Cruz de la Sierra, una ciudad donde he vivido, en Bolivia.
¿Cuál es la salud de la narrativa arequipeña?
Muy positiva. Hay muy buenos autores y autoras. A Arequipa siempre se le ha conocido por su poesía, una que puedo mencionar es Katherine Medina, que también escribe libros para niños. En narrativa está Victoria Vargas Peraltilla, que escribe sobre terror, misterio; Yero Chuquicaña es de Ilo, pero toda su carrera la ha desarrollado en Arequipa, quien incluso ganó el Premio Nacional de Literatura. Álex Rivera de los Ríos, Orlando Mazeyra, Sarko Medina.
Siendo la tierra de Mario Vargas Llosa, hay casi un deber del Perú con Arequipa, ¿no?
Otro autor enorme que salió de aquí es Reynoso. Y hay nuevos autores que están creando cosas diferentes a las de Vargas Llosa.
¿Vargas Llosa o Reynoso?
(Risas). Les debo a ambos como autores, los he leído a ambos con mucho cariño y respeto. De Reynoso rescato esta sensibilidad y esta mirada medio contracultural de la escritura. Era un autor que iba a las ferias solito con su maleta, a vender él mismo su libro y luego conversaba con la gente. Y Vargas Llosa, que quizás es del circuito más convencional, pero al final es un autor de mucho talento y disciplina; lo que ha logrado no es por una cuestión extraliteraria, es por su capacidad; por ejemplo, a Los Cachorros le debo mucho en este libro. A ambos les debo.
AUTOFICHA:
-“Soy Jorge Luis Malpartida Tabuchi. Jorge es el nombre cristiano de mi abuelo materno, se llamaba Minoru, pero le pusieron Jorge cuando lo bautizaron. Y Luis es por mi abuelo arequipeño. Nací en Arequipa, en el 90, tengo 34 años. Pero he vivido toda mi vida en Tiabaya”.
-“Estudié Ciencias de la Comunicación en la UNSA, me especialicé en Periodismo. Siempre quise escribir, siempre me gustó leer. Pienso que la escritura de periodismo y de literatura son lo mismo, pero no habría podido escribir este libro si no hubiera sido periodista”.
-“Hice una maestría en Escritura Creativa en la PUCP. El proyecto académico de esa maestría es el borrador de Contra toda autoridad, excepto… Tengo varios proyectos: crónicas, cuentos, novela. Antes he publicado un libro sobre Eduardo ‘Patato’ Márquez, goleador de los 60 y 70 que jugó en Melgar”.
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