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Joaquín Galdós: “Tenía que hacer lo que me hiciera feliz, aunque me llevara al fracaso o a la muerte”
Partió a España para formarse como torero y en la meca taurina dio sus primeros pasos. Siempre vuelve al Perú, pero este regreso es especial: el fin de semana le toca pisar Acho, donde ya ha logrado el escapulario de oro. Perú21 entrevistó a Joaquín Galdós.
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Le propongo esta escena. Joaquín, adolescente, intenta decirles a sus amigos del colegio Inmaculada que, pese a que siempre ha dicho que estudiará Administración, en realidad quiere ser torero. Pero no ocurrió. Lo evitaba. En general, no lo comentaba. “Porque choca mucho. El mundo del toro es tan misterioso y en la sociedad limeña no es tan común”, me dice. Era algo que llevaba por dentro, en silencio. Postuló a Administración y, a dos días para dar el examen de ingreso, le dijo a su padre que no iba.
Hace 9 o 10 años se fue a vivir a España. Se formó como torero en Málaga y sus primeros pasos fueron en la meca taurina. “Es como querer ser el mejor y tener que ir a Harvard. Aspirar lo más grande”, me dice Joaquín con 26 años de edad y siendo parte de una generación dorada que también la conforma Andrés Roca Rey. Ambos llegan a la nueva temporada de Acho y Joaquín Galdós, por lo pronto, pisa la plaza limeña este domingo 6.
Vive en Madrid, a dos horas por carretera de Salamanca y a cuatro de Sevilla, dos de las plazas principales para el mundo taurino español, desde donde atiende mi llamada telefónica. ¿Y qué le dijo su padre cuando eligió ser torero? “Se dio cuenta de que yo no estaba jugando”, responde sereno.
-Irte a España a formarte como torero supone que desde muy joven tenías clara tu elección. ¿O no?
La verdad que nunca lo tuve claro. Incluso hasta mucho después de ya torear con el traje de luces y todo eso, nunca tuve claro que realmente mi destino era ser torero, porque hay tantas dudas y tantos miedos que siempre te estás cuestionando. Lo único que sí sabía era que me hacía inmensamente feliz torear, y pues un día reflexionando sobre mi futuro, sobre mi filosofía de vida, entendí que tenía que hacer lo que me hiciera feliz, aunque me llevara al fracaso o a la muerte. Al final, me atreví, como el que se atreve a ser cantante o algo así.
-¿Cuáles eran las dudas y miedos?
Primero tienes miedo a lo que te pueda pasar. Es lo primero a lo que un chico con 15 años tiene miedo cuando da el paso de decir “quiero ser torero”. Y está el miedo al fracaso: yo he estado en una escuela taurina donde hay 50 niños y uno o dos de mi generación consiguen convertirse en matadores de toros. Hay que tener una gran afición y te tiene que gustar mucho lo que haces para asumirlo.
-¿Qué virtudes debe tener un potencial torero?
La principal es que te tiene que apasionar lo que haces. Torear es algo absolutamente inigualable. Tiene que ser algo que te quite el sueño, porque el toreo te hace sufrir tanto... y te somete a un sufrimiento emocional y físico, en el cual si la parte buena, que es torear, no la disfrutas y vives como el momento más especial de tu vida, es muy fácil de sustituir por otra cosa.
-¿Cómo se sufre?
Eso es algo que a lo mejor los toreros no hablamos, pero... por ejemplo, te anuncian en Acho y tienes la ilusión tan grande de estar bien. Antes voy a entrenar a una ganadería y me sale un animal y no lo entiendo o no soy capaz de estar bien, y resulta que la vaca pasa por encima mío; la sensación que tienes en tu cuerpo de incertidumbre, de fracaso que ese animal te ha trasmitido al ganarte te mete una tensión, una sensación de vulnerabilidad, lo pasas muy mal. Y llegas a la corrida en Acho y te salen dos toros que no sirven para nada, y el público no te comprende, o llegas y es un día de mucho aire y no puedes; esa sensación de fracaso en el toreo pesa mucho, y varias veces no depende de ti. Y eso, sumado al miedo físico, que te puede coger un toro. Para esa sensación entre impotencia, fracaso, nervios, miedo, hay que estar muy fuertes psicológicamente.
-¿Has tocado fondo: sentirte hundido en la derrota?
Muchísimas veces. Me he querido retirar muchísimas veces. Me he sentido absolutamente vacío, sentir que a veces no tiene sentido lo que hago. Pero luego llega un animal que le da sentido a todo, lo toreas y lo toreas bien; escuchas los olés de la gente y te sientes como Dios por un momento; es el momento donde te consigues otra vez entender con el animal y lo toreas bien. Es ir al compás y acoplarte a su velocidad, torearlo despacio, sentir que lo dominas con una tela.
-¿Cómo explicar el toreo a quien le cuesta aún entenderlo y aceptarlo? Y es mi caso.
No se trata de convencer a nadie. Entiendo que la gente no vaya. Lo respeto. Pero es la emoción de pasarse un toro cerca con un trapo y ser capaz de entender su embestida y acoplarte a ella, me parece mágico que un hombre con su inteligencia burle la bravura de un toro de 500 kilos. Es un animal único en el mundo, se crea para eso, y el toro sufre y muere igual que sufrimos las personas. La gente que cree que el mundo es un lugar ideal donde el toro tiene que comer yerba y quedarse dormido de viejo es un mundo ficticio, eso no existe. Al toro se le da una vida digna. Todos sufrimos y morimos, y seguro sufriré mi propia muerte, que no sé cómo será, pero probablemente sea dolorosa y lenta. Yo también soy ganadero y es una vida a la que le dedico todo el amor que puedo. El sentido en el toreo es crear arte y crear emoción, y la muerte del toro es un tributo. Hay muchos animales que sufren metidos en una jaula y luego los matan, y no se hace nada histórico con ellos, no escriben poetas sobre ellos. El toro es un animal que ha vivido cinco años, pero la mayoría de animales que consumimos a diario viven dos o tres meses.
-¿Qué dirías que tiene tu generación, donde también está Andrés Roca Rey, para tener éxito en el mundo taurino?
Se venía de una generación bastante buena a nivel nacional y se venía con un auge de las corridas de toros en los pueblos del Perú. Chota, Cutervo, Chalhuanca, Coracora. Plazas de 22 mil personas, llenas. Se dan casi 700 corridas de toros en el Perú. Empezaron a surgir nuevas ganaderías. Hasta que hemos llegado dos que nos hemos juntado y yo un poco influenciado por Andrés, que empezó antes. Y hemos dado el salto de ir a España y hemos tenido este éxito. Esto trae cola y hoy hay muchos novilleros, muchos más que antes que se están interesando por ser toreros. Quizás habrá un antes y un después.
-Me dices que seguramente te espera una muerte dolorosa y lenta. ¿Por qué?
Por mis pecados (risas). No, es broma. No lo digo por un tema karmático. Para ser torero he reflexionado mucho sobre mi propia muerte, hasta el punto de aceptar la muerte en una plaza de toros. El otro día se ha muerto mi abuelo muy lentamente y sufriendo mucho. ¿Qué quisiera yo?
-¿Cambiarías la muerte dolorosa y lenta de la vejez por una muerte temprana, dolorosa y lenta, en una corrida de toros?
Preferiría morir en la plaza que de un cáncer.
AUTOFICHA:
- “Soy Joaquín Galdós Moreno. Tengo 26 años. Nací en Lima. Estudié para ser torero en Málaga, España, en una escuela taurina. En España hay casi una escuela taurina por cada provincia. Estuve dos años de novillero sin picadores, la primera fase”.
- “Estuve otros dos años de novillero con picadores, que es como el intermedio. Y luego me convertí en profesional. Te diría que he participado en unas 140 corridas de toros. Acho es la plaza a la que más cariño le tengo, por ser mi plaza de toda la vida”.
- “En 2018 logré el escapulario de oro de Acho. Era el trofeo que más ansiaba tener en mi casa. Quiero seguir toreando en España, seguramente torearé en Madrid el año que viene, en la Plaza de Toros de Las Ventas, que es la más importante del mundo”.
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