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Harry Chávez, artista plástico: “Magia y belleza son quizás lo más cercano a lo divino”
Harry Chávez presenta la impresionante muestra de arte ‘El mito de la serpiente resplandeciente’. Perú21 lo entrevistó.
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Parece una exposición. Es una puesta en escena. Podría ser una pieza teatral. Serpientes en movimiento aparente, que seducen, misteriosas; jaguares sigilosos, vigilantes. Personajes que nos miran. Texturas afincadas en los detalles, la minuciosidad. Pieza por pieza. “Son miles de miles”, calcula. Un trabajo artesanal delineado en una década, hoy expuesto bajo el manto de El mito de la serpiente resplandeciente. Es la obra que Harry Chávez exhibe en el C.C. Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma, Av. Arequipa 5198, Miraflores. Curada por el artista iquiteño Christian Bendayán.
¿Acaso es un artista plástico, un dramaturgo, un artesano, un chamán? Su vocación es más que una elección, es una obediencia a la pulsión. “Es oír ese llamado”, dice. Ha sido un buen alumno de las matemáticas y las ciencias sociales. Conoció el teatro y se abrió una puerta al mundo y la mística del arte. “Lo escénico para mí es fundamental en todas las muestras que hago”, dice Harry, hijo de ingenieros, hermano de economistas.
Tiene tres tatuajes. El primero que se hizo fue en el empeine derecho. Un felino Paracas que lo trazó cuando era estudiante. En la espalda, en los omoplatos, tiene dibujadas dos serpientes. Lo masculino y lo femenino. Tatuados luego de ser estudiante. A veces piensa que necesita el ave para completar la trilogía de la cosmovisión andina, las dimensiones básicas del ser humano. “No sé si lo haré, algún día”, dice el creador de serpientes y jaguares fantásticos.
-¿Las serpientes y felinos de tu muestra qué tienen de humanos?
La emocionalidad. Creo que hay una carga emocional súper fuerte en cada representación. Hay una intensidad que se siente. Cuando las hago, estoy inmerso en un proceso emocional también. Son como capítulos, etapas de mi vida.
-¿Es un capítulo de una etapa animal en tu vida?
Son como fuerzas primarias, que para mí es más fácil representarlas con este lenguaje natural, el más básico, el que usaban los artistas prehispánicos, como en Chavín.
-Parece que también quisieras mostrarnos intestinos, entrañas.
Sí, también. Lo de la serpiente está relacionado con el sistema intestinal, que justamente es lo emocional.
-¿Qué de lo emocional?
Puede ser el miedo, la esperanza, el amor, la angustia, el asombro.
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-¿También es una forma de decirnos que nos falta ser animales?
Es una forma de invitar a una reconexión con tu lado más intuitivo, menos racional a veces, más ligado a tu cuerpo, a lo físico, a lo orgánico.
-¿Un artista debe ser más animal que humano?
No. Un artista no debe plantearse como algo que debe ser. Cada artista tiene su propia búsqueda, muy personal y única. El ‘deber’ restringe. Lo que debería es seguir su propia pulsión, su propia intuición, su propio gusto.
-Desarrollar el olfato.
Exacto. Es importante en la vida y en el arte. A veces las influencias mentales, los paradigmas con los que hemos crecido te limitan, son estructuras que, más bien, pueden someterte. Y el arte quiere transgredir eso, ir más allá para encontrar una verdad más amplia.
-¿Por qué eliges al jaguar y a la serpiente?
De manera orgánica. Son fuerzas que han aparecido y con las que me sentido identificado.
-En las piezas de tu obra hay ojos. ¿Por qué nos miran?
No sé, eso lo tiene que descubrir cada quien. Pero me parece fundamental que la obra te confronte, que sea directa, que dialogue contigo sin intermediarios y con fuerza. Los ojos te revelan el espíritu del ser, de las personas o de los animales.
-También podría ser como una mirada crítica: ‘¿qué están haciendo con sus vidas, con el Perú?’.
Depende de cada quien, pero de todas maneras hay eso. Puede ser a nivel político, comunitario y personal.
-Siendo de Lima, ¿cómo conectas con lo amazónico y lo andino?
Como explorando la vida, buscando universos diferentes a este sistema convencional en el que vivimos que a veces puede ser limitante, que a veces no da cabida a la magia de la vida. En esa búsqueda, en primer lugar a través de la literatura, se me abrieron mundos como el chamánico, y también a través de experimentar con las plantas, con las tradiciones de sampedro y ayahuasca.
-¿Acaso estas imágenes de tu obra las viviste en esas experiencias?
Para nada. Las obras no son representaciones de las visiones que he tenido; más bien, no he tenido casi visiones, y esa ha sido como una búsqueda mía, intensa, de abrirme a ese mundo fantástico.
-Nos estás mostrando lo que capaz quisiste ver.
O que intuyo. No solo es una explosión creativa espontánea o un deseo personal, sino es consecuencia de la integración de múltiples miradas y dimensiones.
-Muchos coinciden en dos palabras para referirse a la muestra: magia y belleza. ¿Cómo defines esas palabras?
Para mí, es básico que se produzca eso, es lo que espero. La magia es la sorpresa de la vida, que está fuera del trascurrir cotidiano; es, más bien, un evento inesperado pero no es ajeno, es transversal; de pronto, es un resumen fantástico de un tiempo, de un momento.
-Y en tu caso, me parece que la palabra belleza –tan cliché– se redefine.
Tiene que ver con lo poético. Esa forma mágica de organizarse. Una composición que abre puertas, que te lleva al asombro, a la plenitud, una conexión con el mundo. La magia y la belleza son quizás lo más cercano que tenemos con una experiencia divina, una epifanía, más allá de nosotros mismos.
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-¿Qué tienes de animal?
Sobre todo, soy animal.
-¿Una serpiente o un jaguar?
Más un jaguar (ríe). El jaguar se alimenta de la serpiente. La serpiente es el contacto con la medicina.
-Dicen que el jaguar es solitario y oportunista a la hora de elegir su presa, un superdepredador.
Sigiloso, elegante. Y que claro, vive al acecho de su presa, pero la presa puede ser la belleza, el conocimiento, la magia, el entendimiento.
-Pero este animal muere con frecuencia a mano de los humanos.
Por eso tiene que estar súper atento y conocer a sus depredadores para no caer en la trampa. Hay que aprender a cazar las presas y aprender a no ser presa para no ser depredado. Y para no ser presa tienes que estudiarte a ti mismo, en qué cosas eres reiterativo, en qué eres predecible, en qué pueden someterte.
-Tenemos que cuidarnos de los humanos, Harry.
De ciertos patrones que son destructivos, limitantes. Hay que estar atentos. Vivimos en un mundo de cazadores y presas, y hay que aprender en qué momento somos presas y saber liberarnos.
AUTOFICHA:
- “Soy Harry Miguel Chávez Alzamora. Tengo 43 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estudié dos años en Letras de la Católica, me pasé a Arte, estudié siete años y en la mitad de la carrera estudié un año en Corea del Sur, viajé por China, Nepal”.
- “Acabé la carrera y profundicé en el conocimiento tradicional del chamanismo, en la selva, plantas, medicinas, y también de la sierra; todo fue más vivencial. He realizado unas seis exposiciones individuales, y los animales siempre han estado presentes de alguna forma”.
- “Me gustaría presentar una línea de collage que vengo trabajando desde hace unos 12 años. Me gustaría llevar El mito de la serpiente resplandeciente a otros lugares, pero no es sencillo; la mayoría de las piezas en gran formato ya tienen dueño. La muestra va hasta el 15 de agosto, de lunes a domingo, de 11 a.m. a 8 p.m.”.
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