Félix Nyamadzi, sacerdote de origen ghanés.
Félix Nyamadzi, sacerdote de origen ghanés.

Tenía tres opciones para elegir dónde desarrollar lo aprendido como religioso. Perú no figuraba en ninguna de ellas. Quería ir donde se hablaba o francés, que ya dominaba; o a lugares de lenguas italiana o alemana. Normalmente suelen conceder la primera opción y son pocos los casos donde no pueden cumplir ninguna de las tres alternativas. Le tocó asumir una cuarta opción y solo quedaba obedecer. “Te vas a Perú”, le dijeron los superiores. “Caballero nomás”, me dice en español Félix Nyamadzi.

Del Perú solo conocía que la selección no podía llegar a un mundial de fútbol y alguna vez escuchó que su compatriota, el futbolista Prince Amoako, llegó por estos lares. En el fútbol también es el deporte rey. “Debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Si no hubiese aceptado, qué riqueza habría perdido”, dice y ríe el sacerdote ghanés que llegó al Perú hace 17 años y que hoy está al frente de la parroquia San José en Punta Negra, desde donde ha promovido diversas campañas de ayuda en medio de la pandemia. En el momento más crítico dieron menú, diariamente, a más de 800 personas. Hoy hacen lo mismo con 140 personas del distrito del sur limeño.

Le dijo a su padre que quería ser sacerdote. Él le redactó una carta para que el párroco lo aceptara. A los 8 años dejó su casa para irse a vivir con los religiosos. “Me gustaba estar ahí, ayudando”, dice con voz grave. Pero hay otra razón. Su madre. Cuando le pregunto por qué, se queda en silencio y ensaya una respuesta: “Es una historia personal”. Insisto con otro por qué. “Encontré en la una mamá suprema, una mamá que me acompañaba”, responde. Una madre que no ha conocido. Cuando era pequeño, ella se fue y Félix se quedó con su padre.

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-¿Cómo pasan estos días de pandemia en Punta Negra?

Han bajado los contagios, pero seguimos animando a la gente para que se cuide más y seguimos dando comida, canastas a los más necesitados, sobre todo a los adultos mayores y niños.

-¿Qué recursos les faltan?

La ayuda ha bajado 80%, pero nosotros seguimos luchando para que esa gente no se quede sin comida ni medicina. Ya cocinamos con gas, porque al comienzo una parte cocinábamos con leña. Aunque a veces nuestros amigos o amigas cocineras dicen que hay que hacer carapulcra a la leña porque le da otro sabor (ríe).

-¿Los peruanos somos solidarios?

Siempre hay gente generosa que nos apoya. Siempre diré que si buscamos gente generosa, hay que venir a Perú. Los peruanos son generosos. Aunque tengan dos soles, comparten. En todas partes ayudan, pero en Perú se ayuda con corazón, con un calor diferente que no se encuentra en ninguna parte. Por eso antes de llevar una comida pequeña a una persona, dale amor primero; no le tires la comida, que esa persona coma comida y amor, que se sienta amada.

Félix Nyamadzi, sacerdote de origen ghanés.
Félix Nyamadzi, sacerdote de origen ghanés.

-¿Por ese calor peruano eligió quedarse?

Ya soy peruano ya (risas). Ya no me veo en otro sitio. Mi corazón y mi alma están aquí. Y no me arrepiento de quedarme en Perú. La riqueza que tenemos nosotros los peruanos no se puede comparar ni se compra.

-¿Pero por qué se quedó?

Primero, mi vocación y, segundo, sentir que tengo que compartir mi vida con los peruanos. Pero creo que yo necesito más al Perú que el Perú a mí (ríe).

-Lastimosamente hay mucho racismo. ¿Cómo lo trató el Perú cuando llegó?

Es verdad, hay racismo. Pero uno tiene que saber cómo digerir eso. No podemos tapar la bondad del Perú con un hecho aislado. El racismo lo he sufrido, pero no me afecta nada; me da más bien risa.

-Luego de vivir 17 años en el Perú, ¿aún siente miradas de desconfianza?

Todavía. Pero no como antes. Si uno se siente orgulloso de sus raíces, la gente te aprecia.

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-¿El Perú y Ghana se parecen en algo?

Hay varias cosas en común, por ejemplo la alegría. Un peruano es una persona alegre, busca algo para celebrar. El Perú siempre es el alma de la fiesta, lo que se demostró en el mundial (de Rusia). En Ghana estamos perdiendo, pero estamos cantando (ríe a carcajadas). Siempre hay esperanza. En el Perú caemos y nos levantamos más fuerte que antes.

-Padre, le dicen “el cura rasta”. Imagino que escucha reggae.

(Ríe). Me encanta. Casi todos los días escucho reggae. En Ghana se escucha bastante reggae.

-¿Los dreads son por el reggae o por la cultura en Ghana?

Es una decisión mía con mi papá, que ha coincidido con que me encanta el reggae.

-Es interesante ver un sacerdote que sale de los esquemas a los que estamos acostumbrados en la iglesia, porque podría refrescar la relación del religioso con su comunidad. Una relación que a veces está un poco desgastada.

No es el hábito, no es su cabello sino el corazón, la manera de ser de la persona (lo importante). Podemos encontrar un sacerdote joven pero que no se lleva bien con su comunidad. O puedes encontrar un sacerdote mayor que siempre está con los jóvenes.

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-¿Tiene artistas favoritos de reggae?

Oh, te voy decir algo interesante: hay que escuchar a Laguna Pai. Soy hincha de Laguna Pai. Cuando salió el álbum Resiliencia, primera vez que escuché esa palabra y ahora está de moda. No te diré Bob Marley, no, no... tenemos profetas vivos entre nosotros que a través de sus canciones nos dicen muchas cosas.

-Si esta entrevista la lee su madre, ¿qué quisiera decirle?

Lo único que yo puedo decir a mi mamá y a todas las mamás es simple: por el amor con que nos han aceptado en su vientre, merecen el cielo. No podemos juzgarlas, sea lo que sea. Por ende, nunca le he preguntado a mi mamá por qué me ha dejado. Nunca. Me tuvo en su vientre y yo estoy aquí hablando. Eso merece un agradecimiento por toda la vida.

AUTOFICHA:

- “Tengo tres nombres y un solo apellido: Félix Kwabla Ghalley Nyamadzi. Tengo 42 años. Nací en Abor, Ghana. Abor está cerca de la playa, a unos 30 minutos. Tuve que salir de mi país para prepararme como sacerdote. Primero fui a Togo, que es un país vecino”.

- “Donde nací se habla inglés y en Togo francés. Luego me fui a Congo y volví a Togo. Somos tres hermanos y yo soy el del medio. En la parroquia no trabajo solo, hay varias personas que ayudamos. Pese a lo que estamos viviendo, debemos sembrar esperanza y amor”.

- “Hay que sembrar el cariño que quizás hemos perdido. Hay que ser hermanos, amarnos, que no existan las barreras de religión, todos somos hijos de Dios. Una vez que haya esa solidaridad, podremos avanzar más. En Punta Negra somos hermanos y queremos hacer las cosas por amor”.

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