El juicio de los 7 de Chicago es otra de las apuestas de Netflix en esta temporada de premios. Cuenta con seis nominaciones a los Oscar, incluidas las categorías Mejor película y Mejor guion original. El filme, dirigido y escrito por el estadounidense Aaron Sorkin, narra el drama judicial de un grupo de jóvenes activistas que son llevados al banquillo de los acusados tras los disturbios callejeros que se suscitaron en 1968, durante la convención del Partido Demócrata en la ciudad de Chicago.
Este thriller político muestra, desde una mirada contemporánea, las tensiones sociales que surgieron en la década del 60 en los Estados Unidos a raíz de los movimientos por los derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam.
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Con la llegada del republicano Richard Nixon a la Presidencia se inicia este juicio por conspiración contra los líderes de las marchas que terminaron en choques con la Policía. Este proceso, como queda claro desde el inicio, antes que buscar culpables, pretende dar un escarmiento a futuras disidencias. Así, los jóvenes van a juicio no por sus actos, sino por sus ideas.
Al ser este un filme coral, el protagonismo se lo lleva el entramado narrativo que Sorkin plantea para contar esta historia. Destacan los diálogos ágiles e inteligentes. Además, se utilizan de manera efectiva los flashbacks para presentar a los personajes y generar tensión mientras el juicio avanza.
Aunque fue escrita en 2007, la historia no deja de tener ecos en la insatisfacción ciudadana actual, por las últimas elecciones en EE.UU. y el movimiento #BlackLivesMatter. Sorkin contó en una entrevista para Netflix España que no tuvo que reescribir el guion para reflejar los acontecimientos de 2020.
“Los eventos de este país cambiaron el prisma con el que se ve el guion (de esta historia) de una forma que nunca hubiéramos imaginado. El filme ya era relevante mientras lo filmábamos”, indicó.
El cineasta también llama la atención sobre las similitudes simbólicas entre los enfrentamientos de los ciudadanos estadounidense y las autoridades de la actualidad, con lo que ocurría en la época retratada en su película.
“Había momentos en que veía coberturas de CNN de las luchas entre manifestantes y la policía y pensaba: si solo bajaras un poco el color de la TV serían exactamente igual a las de 1968”, comentó.
Según Sorkin, más de medio siglo después, la necesidad de protestar en las calles no ha perdido vigencia en su país.