Redacción PERÚ21

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A más de dos horas de la ciudad de se encuentra la comunidad de Chari, en el distrito de Checacupe. A 3,446 metros sobre el nivel del mar, Eustaquia Quispe, encargada de fiscalizar los tejidos artesanales del Grupo Prospera, me pregunta con una gran sonrisa si es la primera vez que vengo. Le respondo que no y que me encuentro asombrado por tanta belleza. "Sí; acá, además, el aire es fresco, no como en Lima", afirma. Nos rodean pastos y cerros verdes debajo de un cielo adornado con un sol brillante.

Eustaquia, de 63 años y quechuahablante, trabaja en su comunidad junto con otras mujeres como Antonia Calisaya, Valentina Huanca, Sonia Cahuascanco, Hermenegilda Quispe y Felicitas Calisaya en preparar coloridos tejidos que representan esa belleza de la que hablamos.

Su técnica de tejido ancestral ha sido reconocida este año por haber trabajado con las comunidades de Ccachin, Choquecancha y Huaran en el primer panel telar hecho a mano del mundo para una conocida marca de cerveza. Este mérito enorgullece a todas ellas porque "reconoce su tradición y les permite aparecer en televisión", comenta Eustaquia.

HERENCIA DE HILOSSegún nos dice Eustaquia, ella aprendió a tejer de su "abuelita Úrsula" y de su mamá Nicolasa. Esta herencia se repite en las demás mujeres del colectivo, pues todas aprendieron desde muy pequeñas y enseñan a sus hijas a preparar figuras, como el ojo de los animales, plantas y flores, pajaritos y la chakana. La participación con las demás comunidades tejedoras les ha permitido intercambiar técnicas y aprender otras figuras, como el 'nuevo amanecer' de Lares: que incluye representaciones de la pushka (artefacto que sirve para hilar).

A partir de las gestiones del Centro Bartolomé de las Casas, las tejedoras realizan un trabajo más ordenado y sistematizado. Así, cada miembro del grupo se encarga de una diferente parte del proceso, como seleccionar las mejores lanas de alpaca (rutuy), el limpiado y preparación de la lana para el hilado usando la rueca (tisay puskay), el teñido utilizando plantas molidas (tiñiy), preparación de los hilos en la rueca para darle fineza y resistencia (k'antiy), utilización de cuatro estacas y dos palos horizontales para estirar los hilos en el telar (allwiy) y pasar los hilos de la urdimbre por encima y por debajo de los hilos de la trama (away).

Todas ellas nos comentan que trabajan con felicidad cada parte del proceso de producción que se les asigna y, según Eustaquia, cantan a veces el "Urpituchay" ("Mi palomita"). Sin embargo, no son las únicas actividades que les gusta hacer. Por ejemplo, señalan que les gusta cocinar y aseguran que preparan un rico "revuelto".

Las tejedoras nos comentan con entusiasmo que reciben la Navidad y el Año Nuevo en la Iglesia y luego comparten las comidas que preparan con los demás miembros de la comunidad: caldo de gallina, cuy, chocolate y panetón. Y se reparten regalos.

La alegría de sus testimonios nos confirman la dedicación de su trabajo. Podemos decir que en sus tejidos quedan impregnadas su felicidad y la belleza de sus tierras.

DATOS

  • Las tejedoras de Chari junto con las de las comunidades de Ccachin, Choquecancha y Huaran prepararon el telar, que tiene un extensión de 16 metros de ancho por 7 de alto.
  • El telar se exhibe en el Centro de Artesanos del Cusco, que está en la Av. Tullumayo.

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