La de Claudio Constantini es una historia silenciosa de amor y sacrificio. A los 12 descubrió su idilio con la música clásica, a los 14 ingresó al Conservatorio Nacional para estudiar piano y a los 18 enrumbó a Finlandia para graduarse como concertista. Allí se prometería otro amor: el bandoneón. A los 22 viajó a Holanda para una maestría y luego viró hacia París para años más tarde afincarse en Madrid. En aquella ciudad, en su casa y acompañado únicamente de sus instrumentos recibiría hace una semana una llamada inesperada de Paco Moya, su productor.

-Has sido nominado al Grammy Latino-, le dijo.

Si bien para el diario El País de España es “un maestro en el piano”, mientras que el Chicago Tribune lo ha definido como la “elegancia absoluta en el piano y bandoneón”, Claudio es consciente de que en Perú pocos lo conocen. Quizás por ello su nominación a Mejor álbum de música clásica demoró en compartirse por estas tierras. Quién sabe si ese es el precio por irse casi como un niño a cumplir sus sueños. Pero ahora la historia es distinta y el peruano que ha dado recitales en escenarios como la Filarmónica de Berlín, la Konzerthaus de Viena o el Auditorio Nacional de Música de Madrid, está seguro de que tiene una oportunidad inmejorable para reencontrarse con su país.

-Provienes de una familia de músicos. ¿Tu destino estaba un poco escrito?

Desde que tengo memoria en casa hay música. Mi papá como pianista practicaba, mi mamá como directora de orquesta también practicaba con grabaciones y estudiaba las partituras. Yo iba a todos sus conciertos. Pero mi interés por la música recién se inició a los 12 años, pero a los 13 ya sabía que era la única opción en mi vida.

-¿Cómo empezó?

Mis padres tenían una gran colección de LP y me dio por curiosear. Cuando los escuché, empecé a reconocer las piezas que mi papá tocaba en el piano y mi mamá dirigía. Me empecé a enamorar de esa música, así de golpe. Bach, Beethoven, Chopin, Schubert. Al principio me daba un poco de vergüenza. A mis amigos del colegio les parecía aburrido.

-Pero así decides ingresar con 14 años al Conservatorio.

Sí y en tercero me cambié a un colegio no escolarizado porque entré a nivel superior en el Conservatorio. Me consumía el día entero, la carga era universitaria. Todo el día pensaba en música.

-¿Cómo fueron esos años?

Tomaba un bus que tardaba más de una hora en llegar. Terminaba súper tarde y los fines de semana me iba al Cordano o al Queirolo con mis amigos del Conservatorio o con la gente de Bellas Artes. Las condiciones del local no eran óptimas, los salones no estaban sonorizados, no había instrumentos buenos para ensayar, pero la gente tenía mucha motivación.

-Luego te vas a Finlandia. ¿Fue como imaginaste?

Siempre tuve claro que quería salir al exterior, como lo habían hecho mis padres. Finlandia era una muy buena opción. No solo por la calidad de enseñanza, sino porque la educación es gratuita. En EE.UU. habría sido imposible. Postulé al Conservatorio de Lahti y me aceptaron. Tenía suficiente dinero para comprar el pasaje y 300 euros ahorrados. Me fui solo, un poco a la aventura. Llegué a un lugar con pianos nuevos, con aulas sonorizadas, a cada estudiante le daban una llave para que pueda ensayar a la hora que quiera. Lo que sí extrañé fue la motivación y la pasión que sentía en los estudiantes de Lima.

-¿Y cómo surge el interés por el bandoneón?

Siempre lo quise tocar desde que descubrí un disco de Astor Piazzolla en la casa de mis padres. Ya en Finlandia me empezó a llamar más la atención, así que pedí un préstamo y me compré uno. Me lo enviaron desde Argentina y felizmente me salió bueno. Lo aprendí de forma autodidacta.

-¿Cómo lo describirías?

Es un primo hermano del acordeón. Tiene una construcción similar, pero la técnica para tocarlo es distinta. Su sonido es muy distinto también. Es muy difícil de manejarlo porque por una parte no puedes ver lo que estás tocando y su técnica es muy difícil. Hace falta mucha paciencia y tiempo para comprenderlo. Pero es un instrumento apasionante, fuerte .

-¿Es un poco como tú?

(Risas). Creo que sí. Es muy versátil, como una voz humana. Puede ser muy íntimo, pero también explosivo. Yo diría que es un complemento a mi otro instrumento, el piano.

-¿Tu papá (fallecido hace 10 años) te llegó a ver tocar?

Solo en Lima. Nunca me vio tocar fuera del Perú. Mi mamá sí me ha visto más, incluso en España. Le da muchísima alegría verme en el escenario.

-¿Qué te dijo cuando se enteró de la nominación?

“¡Los Grammy son los Oscar de la música!”. Yo he vivido estos días con un poco de incredulidad, a pesar de que he recibido miles de felicitaciones. Mi mamá lo ha vivido de manera muy personal, tan intensamente como yo. Es prácticamente como si le hubiesen nominado a ella también porque, en parte, es responsable de lo que yo soy ahora.

-En el Perú solo has dado cuatro presentaciones. ¿Esta nominación es también un acercamiento a tu país?

Sí y espero que siga así. Me gustaría mucho tener más contacto con la escena en el Perú y espero que esta nominación pueda ayudarme a crear más nexos con las organizaciones culturales. Afuera doy un promedio de 80 conciertos al año, pero en algunas ocasiones puedo dar 20 en solo un mes. Así es la vida del músico, puede ser a veces caótica.

-¿Con qué músico peruano te gustaría compartir escenario

El más evidente es Juan Diego Flórez, que es un músico que admiro enormemente. No lo conozco en persona a pesar de haber coincidido en algunos lugares y tener muchos conocidos en común. También me gustaría conocer al guitarrista Lucho González, que fue músico de Chabuca Granda. Ojalá pueda tocar con él.

Disco 'América', Claudio Constantini. (Sello IBS)
Disco 'América', Claudio Constantini. (Sello IBS)

AUTOFICHA

- “Soy Claudio Constantini (36). Mis padres, Gerardo Constantini y Carlota Mestanza, son músicos al igual que mi hermana, que es arpista. Vivo en Madrid y en 2015 conocí a Louiza Hamadi Manoukovskaia y en 2017 nos casamos. Ella también es pianista. La semana pasada grabamos un disco juntos”.

-“Estoy nominado al Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Música Clásica por mi disco América (el quinto en mi carrera), que es un homenaje a George Gershwin y Astor Piazzolla. Busqué llevar la música de estos compositores y convertirla en un repertorio de piano solo”.

-“Disfruto componer y explorar las relaciones en la música que no son tan obvias como lo hice en América. Mi base de formación es en música clásica, pero me he acercado a la música popular toda mi vida. Hay tanta música en el mundo que no basta una vida para escucharla toda”.