Actriz Dolores Fonzi, escritora Samanta Schweblin, directora Claudia Llosa y actriz María Valverde. (Netflix)
Actriz Dolores Fonzi, escritora Samanta Schweblin, directora Claudia Llosa y actriz María Valverde. (Netflix)

Dos páginas antes de llegar al final del libro, ya sabía que tenía que llevar al cine. Hace mucho que no se topaba con algo tan cautivante como incómodo. Quedó atrapada. Al cerrar el libro, inmediatamente empezó a escribir. “Hola, soy Claudia Llosa”. En el remitente se leía: A Samanta Schweblin.

“Me escribió una carta hermosa”, confesaría tiempo después la escritora. Lo que sobrevino al mensaje fue una reunión en un café de Madrid y la proposición oficial. Claudia quería llevar al cine la historia. Samanta, quien ya había rechazado tres o cuatro propuestas similares anteriormente, supo aquella tarde –por esas corazonadas que da la vida, aunque más precisamente por el talento– que por fin había llegado la persona correcta. Claudia era la persona capaz de llevar a cabo la transformación del lenguaje.

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Así se dio el encuentro entre la cineasta peruana y la escritora argentina. Cerca de cuatro años después, Distancia de rescate, ahora película, se abre al mundo para contar la historia de Amanda y su hija Nina, un binomio que se encuentra con camino perturbador acompañados de otro dúo madre-hijo. Los miedos invisibles –esos que hacen que la protagonista calcule cada tanto la distancia de rescate necesaria para proteger a su hija—se vuelven incontrolables. Una propuesta cinematográfica que explora la maternidad desde lo nunca dicho: las inseguridades cotidianas que crecen presionantes.

Tras su paso por el Festival de San Sebastián, Distancia de rescate se estrena hoy en Netflix.

Schweblin junto a Llosa. (Netflix)
Schweblin junto a Llosa. (Netflix)


-¿Cuál fue el elemento que te llevó, una vez terminado el libro, a escribirle a Samanta?

Creo que esa sensación casi física como de angustia, de terror. Por momentos, de algo que me atravesaba y que había visualizado de manera clarísima. Y ese concepto de la “distancia de rescate”, de poner nombre a algo que todos entendemos bien, que hemos sentido, ya seas madre, padre o hijo. Un sentimiento de terror y de angustia. También otro impulso fue visualizar las voces en off. Ese diálogo que tienen en la novela David con Amanda lo visualicé tan claramente como algo tan novedoso y singular. Casi como hablar con el espectador. Expande la historia y le da una tridimensionalidad que para mí es poco usual y genera una tensión espectacular.


-¿Caíste en la cuenta del reto que traería consigo trasladar la intención narrativa de la novela a un guion de cine?

Creo que nos pasa también a los padres, cuando nos olvidamos de todo lo que significa el embarazo. Escribir un guion me produce lo mismo. Es tal la fascinación por el material que me olvido o veo los miedos, los problemas, y digo ‘no pasa nada’. Eso no significa que no tenga que enfrentarlos. Obviamente está el rigor para ir, de uno en uno, desgranándolos. Siempre hay un riesgo, pero siempre también hay un deseo que va más allá del miedo.


-¿Fue una necesidad escribir el guion junto a Samanta?

Fui sabiendo que podía decirme que no es igual lo que yo lo iba a hacer. Pero de alguna manera cuando la conocí y me di cuenta de su mente, de su generosidad… tuve la sensación de que nos entenderíamos increíble. Y así fue. Fue muy rico, un disfrute escribir el guion a cuatro manos. Llegó un momento en que no sabíamos quién había puesto qué (risas). Fue como si lo único que importara fuese el material. Aprendí y disfruté tanto que gran parte del regalo de esta película es escribir junto a ella.


-¿Hubo alguna dificultad al venir de distintos caminos narrativos?

Al contrario. Para mí hubo algo nuevo, el mirar lo cinematográfico desde otro lugar. Pero al mismo tiempo es tener una mirada de cómo funciona el mecanismo, de cuál es el misterio que hace funcionar una escena. A veces nos quedábamos hablando de eso o de qué nos había atrapado de una escena, por qué creíamos que algo estaba funcionando. Y tuvimos muchas de esas conversaciones.


-El tema de la maternidad vuelve a rondar una cinta tuya. ¿Ello resulta una elección o finalmente la maternidad termina estando relacionado de alguna u otra manera con la mayoría de cosas en la vida?

Me gusta escribir de los temas que me afectan en mi día a día, aquellos que me movilizan. En ese momento [cuando leo la obra] ya era mamá y estaba embarazada de mi otra nena. Todo el trabajo de analizar la maternidad en mi experiencia resultaba un tema de mi día a día. Es como cuando lees un material, te impacta y sabes que tu cuerpo lo puede sostener durante el tiempo necesario para poder llevar a cabo una película. Es como un tambor. Saber cuánto resuena ese material en ti. Pasan semanas y vuelves y vuelves y necesitas trabajarlo más, vuelves a mirarlo, vuelves a entenderlo.

Distancia de rescate se estrena hoy en Netflix.
Distancia de rescate se estrena hoy en Netflix.


-La cinta trae dos poderosas protagonistas mujeres. ¿Cómo se dio el encuentro entre Dolores Fonzi y María Valverde?

Fue una suerte trabajar con ellas. Lo que me costó fue coincidir, saber que ellas dos podían porque era un trabajo que funcionaba en conjunto. No podía pensar en una sin la otra. El casting fue en paralelo. Yo recuerdo querer trabajar con Dolores, pero hasta que no encontrara a la Amanda que yo quería para fusionarla, todavía no me animaba a llamarla. Fue la suerte de coincidir y lograr esa conjunción de energías. Para mí son maravillosas juntas, se potencian y realmente son como este juego de espejos y análisis entre las dos que hace que todo encaje.


-¿Cómo llevas el proceso de desprenderte de una cinta y finalmente estrenarla?

Es lo más doloroso, requiere un esfuerzo de exposición y es difícil en ciertos momentos, pero a la vez muy necesario para que la película vuele. Es como el último empujón. Y lo digo con mucho agradecimiento (…). ¡Qué suerte contar con el apoyo de la prensa, de los festivales! Es un privilegio y lo valoro. Considero también que es un momento especial porque te permite hablar del proceso, reflexionar sobre el proceso de uno mismo, de trabajar con el otro. Es casi como cuando revisas esos detalles, como lo hace Amanda con David en la película. Para mí eso es importante y lo vivo con mucha humildad y agradecimiento.


AUTOFICHA

- “Soy Claudia Llosa Bueno, nací en Lima en 1976. Estudié en el Newton College, después en la Universidad de Lima, donde me licencié en Dirección de Cine. Posteriormente llevé estudios en Nueva York y Sundance. Actualmente resido en Barcelona con mi esposo y dos hijos”.


- “Distancia de rescate es mi cuarto largometraje. El primero fue Madeinusa, en 2006. Mi segunda cinta fue La teta asustada (2009), que ganó el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín y fue nominada al Oscar. En 2014 estrené No llores, vuela (Aloft)”.


- “Después de que Samanta acepta coescribir el guion, yo me reúno con Mark Johnson, quien había sido mi productor en Aloft. Él se entusiasma con el proyecto de Distancia de rescate y lo presenta a Netflix, que nos apoya desde el principio. Fue muy emocionante. Netflix nos dio libertad absoluta. Hoy la cinta se estrena en la plataforma”.

Cinta se grabó antes de pandemia. (Netflix)
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Por: Pablo Vilcachagua

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