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Alvina Ruiz: “Soy más serena cuando hay más crisis”
De niña, terroristas del MRTA entraron a su casa de Juanjuí. Su familia tuvo que migrar a Lima. Hoy es la conductora del noticiero de América TV y una de las autoras del libro ‘Crímenes en Lima 2′, en el que narra el caso Elita Espino. Perú21 entrevistó a Alvina Ruiz.
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Corrieron al último cuarto de la casa y se escondieron debajo del catre. Sus padres, hermanos y Alvina. Afuera estaban miembros del MRTA. La casa y la chacra fueron el fortín para aquel ataque nocturno a la Policía de Investigaciones de Juanjuí. Polay Campos y Cárdenas Schultz llamaban a la población para saquear la comisaría. Ella tenía 8 años y estaba aterrada, pensando en qué momento los iban a descubrir. Luego de 10 horas, dejaron el escondite. Los terroristas habían partido. Eran las 8 de la mañana, se asomaron a la calle y encontraron dos policías caídos y unidades en llamas. En medio de la incertidumbre, solo había una certeza: migrar, primero a Trujillo y luego a Lima.
Alvina Ruiz estudió Periodismo, luego de desistir del Derecho. ¿Formas de buscar justicia? Se estableció en la televisión, en los noticieros más sintonizados. Hoy conduce el noticiero Central de América TV y en el libro Crímenes en Lima 2 (Sello Melquíades / Librerías Crisol) vuelve a su pasado como periodista de policiales, cuando siguió de cerca el caso Elita Espino, que en 2010 conmocionó a la ciudad. La historia cruenta de una hija única que fue acusada de parricidio en complicidad con su enamorado. Obra que agrupa ocho casos de ocho reporteras.
Ese día entraba a las 6 de la mañana. Alvina estaba en la redacción del canal. Le asignaron una comisión. Llegó a una calle de Barranco, donde había un vehículo abandonado con un cuerpo adentro. Escena hallada por una señora de limpieza. Los vidrios del vehículo no eran polarizados; detrás de ellos había una mujer blanca, atada de pies y manos, con sus joyas puestas. Era la madre de Elita. Alvina se preguntó quién será su familia.
-Estuviste cara a cara con el asesino. ¿Cómo fue ese encuentro?
En el programa en que yo era reportera dimos a conocer su identidad como el principal sospechoso. Él apareció con su abogado en el canal, quería dar su versión, creía que podía librarse. Yo tenía la convicción o sexto sentido de que era él.
-¿Por qué?
El padre de Elita, en el ánimo de librarla, comenzó a hablar de que ella había cambiado mucho desde que conoció a este chico. El padre lo tildaba como una mala influencia, que era un bueno para nada, que hasta le robó a su exesposa. Cuando menciona la palabra robar, me pintó un hombre sin escrúpulos. Entonces, averiguando más sobre su historia, era un chico violento, había vivido a costa de la víctima porque ella todo lo hacía para complacer a la hija; en algún momento le dio una casa para que viva, le dio trabajo, y él salió mal de todo. Cuando averiguamos un poco más, el chico estaba en drogas. Entonces, lo hicimos pasar, lo tuvimos en la oficina, frente a frente.
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-¿En ese primer encuentro notaste algo en él, tal vez un gesto que te dé alguna pista?
En la primera imagen que tengo de la víctima, ella está en la maletera de su carro, amarrada, y tenía las uñas rotas. Eso es sinónimo de que ha luchado contra el asesino o los asesinos. Cuando lo tuve frente a frente, empecé a mirarle los brazos, al cuello y los tenía arañados; cuando le pregunto por qué tiene tantos arañones, me dijo que había ido a la casa de no sé quién y que había un perro, y etc. En ese momento me paro y le digo al camarógrafo que deje su cámara ahí, pero que la deje grabando. Y le dije: “Por cierto, qué sabes de Elita, porque estuve hablando con ella hace dos días y de alguna forma sospecha de ti”. Obviamente, yo no había hablado con Elita sobre eso. Él empezó a hacer varias llamadas a Elita y le dijo: “¿Qué (con malas palabras) estás hablando?”. Y empezaron a discutir.
-¿Este caso de Elita es el retrato de una sociedad enferma?
Estamos en una sociedad violenta, donde la salud mental está resquebrajada; no hay política de Estado para ver esa situación, que se ha complicado en pandemia. Sí somos una sociedad que tiende a normalizar la violencia. Eso significa que somos una sociedad enferma.
-Vamos a tus inicios como periodista. ¿Era común ver mujeres haciendo policiales?
No había muchas mujeres.
-¿No le tenías cierta distancia a ingresar al mundo de los policiales?
No, no, no. Yo creo que tenía la vena, de niña leía mucho las novelas de Sherlock Holmes, de Agatha Christie (risas), y creo que adopté una vena de investigadora. Nunca me arrepentí, era toda una experiencia porque había que desentrañar la historia, había un misterio que me parecía interesante, que me daba hasta adrenalina.
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-Pensaría que alguien que hace policiales ya está curtido, que hasta se vuelve insensible frente al crimen.
En mi caso, nunca me curtí. Los delitos pueden ser comunes, pero las historias son diferentes y conmovedoras.
-Pero pareces serena. Aún recuerdo esa escena que se volvió viral: la vez que estabas narrando noticias en vivo y, de pronto, empezó un fuerte sismo y mantuviste la calma.
Soy más serena cuando hay más crisis. A más crisis, más serenidad.
-¿Y eso de dónde viene?
Los de Juanjuí somos así. ¡Mentira! (risas)... Creo que es el haber pasado por muchas cosas. No la he tenido fácil.
-Después de vivir un hecho como el asalto terrorista del MRTA en tu casa de Juanjuí, quizás lo natural sería elegir una carrera en la que no se tenga contacto con la violencia ni con hechos de sangre.
Si bien fue un episodio terrible el que pasé, ya después como profesional me tocaba estar casi, casi del lado policial para justamente señalar a los culpables, a los criminales, a los delincuentes. Los delincuentes, los criminales tienen que ser señalados.
-Cuando estás frente a la cámara percibo naturalidad en ti, quizás por eso transmites serenidad. ¿Esa naturalidad se aprende?
Gracias. Es que suelo ser así en mi día a día.
-Después del episodio de Juanjuí, ya qué más nos puede dar miedo.
(Ríe). Siempre hay más, y también todo se puede superar.
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-¿A qué le tienes miedo?
Hasta hace poco mi temor era contagiarme de COVID-19, que mi vida peligrara y cómo dejaba a mi hija. Y les tengo un poco de miedo a las alturas.
-¿Ser cobradora de combi también te formó?
Las situaciones difíciles, si las sabes procesar, se convierten en oportunidades para forjar tu carácter. En ese trabajo sentí la incomodidad que te genera el machismo, lo que me enseñó: ¡dime que no lo puedo hacer, y lo voy hacer dos veces! He aprendido a no amilanarme. Y hasta ahora, si alguien me da a entender “mira, no, tú no puedes”, ¡no, déjame, yo lo hago!
AUTOFICHA:
- “Soy Alvina Beatriz Ruiz Alva. Mi padre es de Bellavista y mi madre de Trujillo. Yo nací en Trujillo porque mi mamá perdió a un primer bebé y le daba miedo dar a luz en Juanjuí. Dio a luz y luego volvimos a Juanjuí. Tengo 41 años”.
- “Estudié Comunicaciones. Estuve en Canal A; Panamericana: en Buenos días Perú y 24 horas; luego pasé a América: al noticiero, Cuarto poder, Prensa libre, A las 11, Noticiero del mediodía; de ahí Canal N; y hoy en el noticiero Central de América”.
- “Estoy en un MBA que se convierte en un reto, porque para muchos las finanzas y la contabilidad no podrían ir de la mano del periodismo. Quiero conocer la parte gerencial. El año pasado grabé unos capítulos para Netflix en una película. Y estoy abocada a mi hija”.
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